El dios Samsung

El dios Samsung

Saralamusa

28/10/2021

Ayer por la noche después de mucho esfuerzo por fin conseguí desactivar los soniditos constantes del nuevo Samsung de mi madre. He necesitado de dos encuentros con ella, un viaje y mucha investigación por mi parte. Me he roto la cabeza. No sabía quién podía ayudarme. Como no es mi sistema operativo… Sí, sí, yo también me he dado cuenta de lo que he dicho, pero tiene todo el sentido; mi sistema operativo es de siempre el del Iphone, que aunque mucha gente reniegue de Apple es todo bastante más fácil. O es sencillamente que no he aprendido el lenguaje del androide y hay que saber hablarlo para comunicarte con él. Eso o no te entiende. Así que traté de desactivar al nuevo dios de mi madre buscándole en todas las tripas, —que a veces he de reconocer que nos han dado ganas hasta de descuartizarle—. Y como si fuese un nueva chamana de la tecnología, he tenido que iniciarme a través de otro dios, esta vez el de la sabiduría, y ahora me estoy refiriendo directamente a Google. Así me he enfrentado como Teseo a mi sagrada tarea de liberar a mi madre. Dos meses lleva la pobre recibiendo continuos avisos, instrucciones de todo tipo y de todo al que le venía en gana y había pagado por este derecho infame.

Como un nuevo derecho de pernada…

No daba crédito cuando he conseguido acceder por fin a la central de avisos. No, no a la normal que parece muy fácil, sino a la que accedes a través del laberinto, que es ahí donde el minotauro disfruta de lo lindo. Y ahí me he dado cuenta de que mi madre no era un ser humano sino el instrumento receptor de todo el que quería molestarle. Me ha parecido repugnante. Casi vomito. Como acceder a los parásitos que se comían su atención y su serenidad que con su edad es lo más sagrado que tiene. Como en una película de terror japonesa o coreana.

Pobrecilla. Y ella constantemente en vilo, preocupada por si había entendido lo que la quisieran ordenar. Y no sabía si tenía que contestar. Eso es lo más cruel. Yo desde mi cuarto en este viaje escuchaba de amanecida, —que es cuando los robots se explayan— sus continuos ataques. A cada poco tiempo el puñetero sonidito. “Din, din, don”, ”Din, din, don”. Y no entendía qué pasaba. Si a mí no me ocurre eso —pensaba desde la cama—. Mensajes de publicidad que leía sin parar y me comentaba cuando se levantaba. Y yo alucinaba. Pero ella se creía que eso era lo normal. ¡Ojo cuidao! repetidos hasta la saciedad si no eran rápidamente atendidos. Como si en lugar de jubilada trabajase para otra empresa. Qué súper repugnante. Qué indigno. Qué trato tan alienante…

Los de Vodafone, un mensaje diario para que no se perdiese «aprovecharse» de sus supuestas “ofertas”. “Din, din, don”, ”Din, din, don”, otra vez… Sí, un sonidito muy fino, pero así cada media hora por la noche como si la pobre fuese una central de control del aeropuerto o una ambulancia o un taxi. Todo el rato teniendo que prestar atención a su dios y a sus lamentos. Sin dejar de ver nada no fuera a tener un mensaje importante de su gente. Y venga a hacer encuestas, esta vez del BBVA.

Me ha dado mucho miedo comprobar tan crudamente lo que somos para todas estas corporaciones que se comportan como gigantes intransigentes y que tratan de engatusarnos a nosotros los humamos, sus pobres siervos ignorantes, con sus tácticas de guerra bien medidas y aprendidas a base de estudiarnos. Avanzados ataques a nuestra psique sacados de estudiados estudios y apoyados por un sofisticado ejército. A los de marketing, me refiero. Es un completo escándalo como pueden tener a los mayores, en este caso, constantemente estremecidos creyendo que ha pasado algo. Y sin un móvil ya no pueden ir ni al banco. Y todo el mundo colaborando en esta colonización masiva. Y aplaudiendo. ¡Qué feliz es ahora la vida! —parece que piensan— ¡con nuestros nuevos amigos!

Y la verdad de lo que sucede es que para nuestros nuevos dioses somos números, somos euros. Somos desgraciadamente los nuevos recursos humanos.

Pero todos, sin excepción desde los niños hasta los ancianos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS