Año 157 de la era Faenton. Los Argámitas son el único bastión de resistencia que ha sobrevivido al  poder supremo establecido en lo que fue la tierra. El cisma se produjo en todos los estamentos y el poder establecido destruyó toda conciencia en el planeta, cuando a todos los que fueron  humanos les fue inyectado un chip multidisciplinar.

A partir de entonces, cada nacimiento era registrado en un censo federativo electrónico donde también era analizado previamente el genoma  que descifraba la fecha de la muerte de cada individuo. Desde ese momento pasaba a ser un producto para el adoctrinamiento masivo.

Las costumbres fueron erradicadas. El sistema social estaba jerarquizado, controlado por ` Magnatron´,  una base de datos, donde supervisaban y gestionaban las emociones. Desde que el individuo se levantaba pasaba a ser computado su estado de ánimo. Por ello estaba preestablecido el grado de intimidad. Follar constituía un acto público.                          

Otros factores determinantes como el sistema económico, pasaban por los impuestos cobrados a diario. Lo más caro resultaba ser el oxigeno, el ocio y las relaciones interpersonales. El rendimiento laboral de los Faentones era controlado por las pulsaciones enviadas al `núcleo de sustentación´ donde era registrado para calcular un sueldo.                                Los Faentones al terminar sus largas horas de actividad laboral dormían  en cubículos pequeños. Mediante el sueño reiniciaban la información recogida durante el día a través del chip. De esta manera se acordaba que todos estuviesen dormidos.

Fueron los primeros meses del año uno, cuando el sistema pasó por un proceso de alineación. Todo llegó a través de los obsoletos dispositivos móviles mediante un código llamado `QR´. Los mensajes subliminales iban directo al subconsciente. Producían un efecto de desmotivación en la voluntad de los humanos. Se podía observar como la gente estaba hipnotizada, absorbida, con la cabeza agachada, al espera de recibir las órdenes que consistían en principio en no saludar, pasando a no mostrar ningún afecto. 

La gente mayor pronto comenzó a percatarse de lo que estaba sucediendo. Los niños eran mirados por sus padres como seres extraños y todos los que no entendían las redes de la información fueron vistos como proscritos, a los que comenzaron a llamar Argámitas. Pronto el poder global los confinó en sus casas , imponiéndose para estos `la ley babel´ que consistía en obligar a iniciarse al lenguaje de las redes.  

El sometimiento trajo consigo la huida de los Argámitas a salir de las ciudades. Se asentaron en bosques, en pueblos abandonados en las montañas, en sitios donde no había antenas de repetición, alejados del nuevo orden establecido. Su modo de vida resultó ser ancestral. Se abastecían de sus cultivos, de lo que recolectaban, de la caza y de la pesca. Se reunían alrededor de las hogueras contando historias. Sentían entusiasmo por los suyos, confiaban los unos en los otros, se procesaba amor entre ellos.

Aunque la paz duró poco tiempo. El apetito de conquista de los Faentones dio lugar a la guerra entre ambos. Para entonces la resistencia Argá se fue formando primero en ataques relámpagos hacia los puntos de control que había en la entrada de las ciudades para pasar a la guerra de guerrillas. Las incursiones en zona hostil eran iniciadas con motivo de averiguar que sitios serian claves para derrotarlos por completo. Normalmente luchaban eliminando a `los guardianes de la noche´, cuando toda la ciudad estaba reiniciándose.

Era casi imposible entrar en el núcleo de la ciudad, así que la mayoría de los asaltos pasaban por la destrucción de las zonas periféricas, donde eran más vulnerables. Poco a poco fueron detallando los mapas de las ciudades, elaborando de forma improvisada donde podía encontrarse `Magnatron ´, el centro de poder. La última incursión Argá tubo como objetivo su destrucción.

La irrupción fue sorpresiva. `Los guardianes de la noche´ flanqueaban  el perímetro de un edificio sin ventanas, totalmente plateado, cuadrado pero sin aristas y de unas dimensiones imponentes. Por arriba tenia dos antenas enormes que se comunicaban entre sí por ondas visibles.

Aunque `los guardianes´ eran inferiores en número, disponían de armamento sofisticado para repeler el ataque. La lucha encarnizada terminó con solo tres supervivientes Argá.  

Solo ellos tendrían que intentar averiguar dónde se encontraba el punto débil del bloque plateado. Lo único que pudieron encontrar fue una puerta sellada, donde había unos botones al lado de esta. No entendían el mecanismo ni tampoco sabían que hacer. Se sentían confundidos, notando a su vez abatimiento, odio, rencor, hipocresía, maldad, incomprensión en su fuero interno. Impulsivamente uno de ellos pulsó uno de los botones. Una voz robótica salió de una rendija de debajo de la botonera diciendo: » El plazo de adaptación ha acabado. Conoce la normativa y asegura su cumplimiento…el nuevo orden funciona».

                                                    Legado de un Argámita. 

                                                                                                                                                       

                                                                                                                      

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