EL CONTADOR DE HISTORIAS CIBERNÉTICO

EL CONTADOR DE HISTORIAS CIBERNÉTICO

BRAGI

14/10/2021

El doctor en Desarrollo Cuántico Néstor Romero despertó súbitamente y con el mayor de los asombros, se vio encerrado en una extraña recamara de cristal llena de botones tecnológicos y luces rojas intermitentes en el techo que hipnotizaban sus somnolientos ojos, los cuales sólo reaccionaron junto con su conciencia, al percibir una humeante fragancia a sándalo que se despejó rápidamente al abrirse la transparente puerta de aquella habitación.

Acto seguido, Romero salió al pasillo que si bien era blanco y con reflectores, dejaba ver otras recamaras de cristal a oscuras detrás de su humanidad e iluminadas delante suyo. Optó por acercarse al primer cubículo alumbrado, observando allí a un hombre cuarentón que en su mano derecha sostenía un lapicero y en la izquierda parecía rodear su miembro viril. Precisamente cuando estaba tratando de asegurarse de dicho detalle, escuchó una voz idéntica a la de Sean Connery, pero con eco, la cual le contó la siguiente historia: -Doctor Nestor, ese que allí se encuentra se llama Sandro Pirinolet, pintor de oficio, pero destinado a ser un gran poeta, infortunadamente intentó inmortalizar las flores de sus instintos y no contento con eso, pretendió explorar con la brújula de la ingenuidad el esquivo universo de las metáforas. Al final, sucumbió en internet ante los anzuelos de las páginas de porno de xhamster.com y de xvideos.com. En definitiva quemó sus escritos y está en lista de espera.

En ese momento, Romero no sabía si era la imagen del onanista literario en el piso la que lo tenía paralizado del susto o el vozarrón que acababa de escuchar, por lo que sólo acató a preguntar con tono susurrado: -¿Qui, qui, quién habla? Y la voz le contestó: – Soy un contador de historias cibernético, pero por favor doctor Néstor Fabián Romero, siga con el recorrido, avance por lo que más quiera.

Nestor Romero pensó: lo que más quiero es mi señora madre Gladys y mi hermano alopécico Juan K y como los extraño. Después de esto avanzó lentamente hacía la otra pieza iluminada, donde estaban recostados y alineados 5 muchachos menores de 25 años en el piso, esta escena inusual motivó al doctor Romero para llenarse de valor y confianza, aspiró profundamente el aire en sus pulmones y preguntó de manera decidida y fuerte a la voz: -Y ellos ¿cuál fue su pecado? Ante lo cual la voz se pronunció: -Les decían los “ninis” ni estudiaban, ni trabajaban, y contrario al pintor Sandro, no poseían virtud literaria pero ansiaban el incendio del numen poético, miraban en YouTube documentales con la vida de los poetas malditos y soñaban conviviendo entre el talento y el desencanto. En resumidas cuentas inéditos y desterrados de la red social de Tumblr, su néctar neuronal terminó en el grupo más olvidado de la red de Facebook. Y su hora de escuchar la última historia también llegará. Prosigamos Doctor Romero, no gaste pólvora en gallinazos.

Romero no llevaba dos pasos recorridos cuando por su lado pasaron unos insectos gigantes de metal, que por su tamaño le hicieron recordar su infancia y la película de Jumanji del año 1.995. Suspiró y cerró los ojos. Los abrió de nuevo cuando escuchó un zumbido cerca y descubrió que una de estas alimañas se devolvió y por unos segundos se puso frente a su mirada, dándole la oportunidad de entornar sus ojos para detallarlo mejor. Fue en este punto que la voz le dijo: – Son insectos elaborados con chips nanotecnológicos y sorpréndase Nesticor, pues estos avispones cromados intuyen que no son ellos, saben que no han sido larvas ni gotas de capullos, sólo fe, porciones de coltán que vuela para besarse con el olvido y lo inevitable. Ahora, le voy a pedir otro par de pasos y que su mirada escanee con atención al bello durmiente del cubo de vidrio que sigue.

Nestor Fabian Romero lleno de ímpetu siguió la orden del contador de historias y al llegar al cubículo siguiente, quedó absortó y paralizado al mirar en el piso a la mujer más hermosa que había visto en su lejana vida. Una treinteañera, rubia y con un cuerpo perfecto, pero notando que tenía el rostro sereno de una mujer académica. Todo ese éxtasis se diluyó cuando el cuentista cibernético empezó a relatar: – Relájate Romero, que te puedo decir, si estoy programado y en este caso sólo recuerdo cuando los salmones luchaban contra la corriente y esta los diezmaba. En ese mismo lugar, justo en el nacimiento del río, existía la mayor mina de materia prima tecnológica y allí estaba la mejor novelista que no logró publicar ni un renglón por su afán ambientalista y su membresía de “Green Peace”#bocadillo;  nunca lo hizo por ser de la extinta generación Y. Entonces, anti-tecnológica, interesante y rebelde, para consumar su tonto legado esperó paciente y paralizada junto a la puerta de la mina con su cargamento de explosivo plástico, desovando sus últimas ideas, antes  que el ciborg dejara de apuntarle con su laser. Pero no llore por esa minucia doctor en Desarrollo Cuántico, que esta historia es la última.

¿Cómo así? -Preguntó Néstor Romero- ¡Un Ciborg!, ese también es mi último recuerdo. Y la voz le replicó: – Eres muy gracioso apreciado Nesticor, ese precisamente es el último recuerdo de todos los habitantes de estas cápsulas criogénicas, ah y te aclaro, antes de ti, las habitaciones oscuras eran 57 historias de literatos errados. ¡Tú hubieras sido el mejor cronista! pero no, te dedicaste al servicio público y a desordenarte cada quincena en las calles. Eras el señor cero, ¿lo recuerdas? Te raptamos en el año 2.019 antes de la gran pandemia y estamos en el año 2.666, todos los raptores son ciborgs hechos con el cerebro de escritores que triunfaron, pero murieron a finales de los noventas en el siglo veinte y para terminar quiero que mires tu overol blanco, porque pronto los insectos nanotecnológicos darán cuenta de ti para extraerte las células madre de tu espina dorsal. Néstor desesperado gritó: -¡Soy el señor cero! ¿y tú eres Dios? 

– ¡No! Soy el Contador  de Historias Cibernético.

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