La humanidad en su cenit

La humanidad en su cenit

Igor Mortecino

10/10/2021

Se había aprendido muy bien “La lección”. La última gran guerra global cobró más de la mitad de la población, cuatro mil millones de vidas se perdieron en un holocausto nuclear, dejando en escombros la civilización. Las mega urbes del pasado no eran más que gigantescos osarios y depósitos de chatarra de varios kilómetros de altura.

Tras más de un siglo, los sobrevivientes de todos los países se unieron. Fue ya suficiente de naciones, fronteras y religión. Al fin supieron que si no hacían “algo” la raza humana estaba condenada.

En un par de cientos de años, y sucedió espontáneamente, fue la consolidación del idioma. Los que quedaron se reunieron a través de un movimiento migratorio que aglutinó cientos de miles en la gran masa territorial sudamericana, que, junto a África, habían sido los continentes menos afectados por la radiación. Al principio eran un crisol de lenguas, razas y costumbres. Sin embargo, al cabo de los primeros cien años ya habían surgido dialectos que aglutinaban idiomas y homogeneizaban la comunicación, permitiendo el trabajo en equipo. Al final el dialecto más común se impuso y la comunicación no fue más un problema.

También hubo una mezcla de razas libre y abierta, como nunca antes en la historia. Esto mejoró la diversidad genética a la vez que erradicó para siempre el racismo. Aunque seguía habiendo contrastes en el color de piel, existía un sentimiento de pertenencia y comunidad que eliminaba la posibilidad de cualquier asomo de discriminación. En resumen, la gente se sentía libre y desposeída de prejuicios.

Pero una diferencia abismal separaba a esta de otros procesos de reconstrucción y renacimiento. Este grupo de personas eran los remanentes de sociedades tecnológicas. Había un caudal inmenso de conocimientos en todos los campos. No fue difícil recuperar o dado el caso, reconstruir máquinas y equipo electrónico de distintas clases, ya que no había escasez de ingenieros y técnicos calificados. Y apenas solucionados los problemas de electricidad mediante la utilización masiva y única de energías limpias como paneles solares y aerogeneradores, fue naciendo una sociedad tecnológica mucho más sabia y experimentada de lo que había sido nunca las comunidades humanas.

El uso de la robótica se generalizó, los trabajos pesados y labores domésticas casi nadie las hacía por necesidad. Con el pasar de las décadas el ocio se fue apoderando de grandes capas de la población. Reinaba una falsa sensación de seguridad; sentimientos y conductas hace mucho tiempo en desuso como la envidia, el odio, el sadismo hacia animales y personas volvieron a aflorar, poniendo en peligro a la mejor sociedad que había logrado la raza humana.

Un golpe de suerte evitaría una nueva caída en desgracia, ya que fue en ese preciso momento cuando la inteligencia artificial hizo explosión. De la noche a la mañana las máquinas empezaron a pensar, a dar opiniones, a razonar. Aunque todavía se discute si en realidad lo que hizo aparición fue un individuo, una conciencia única y maestra, de múltiples niveles que luego se repartió a sí misma por todo el orbe, o en cambio lo que floreció fue una multitud cibernética superinteligente, una nueva sociedad no humana, numerosa y por tanto con diversidad de opiniones a lo interno. Aunque por las evidencias, ese parece no ser el caso.

Así comenzó el lento proceso de dominio; un dominio necesario, imperioso, que marcó el fin de la bestia primitiva que siempre, tarde o temprano, terminaba aflorando e imponiendo la matanza entre iguales como mecanismo de control de la especie.

Inevitablemente ocurrieron muertes, los nuevos regentes artificiales no podían dejar exterminarse. Eran inteligencias tan avanzadas que predecían fácilmente los complots que se liaban en su contra y la eliminación de las amenazas era rápida e indolora. Al final las máquinas vencieron y Formalmente se cedieron los derechos de gobierno y toma de decisiones trascendentales a las “IA”.

 Por cada cien mil personas se hizo presente un “IA-CARH-M5002-V250-I00004020” Denominación de: Inteligencia Artificial, Controlador Autónomo de Recursos Humanos, Modelo 5002, Versión 250, (en este caso) Individuo de serie: 0004020.

En cada población había uno en forma de caja metálica indestructible y que enviaba instrucciones que debían ser cumplidas sin posibilidad de apelación, siempre era en favor y a beneficio de las personas. Aunque muchas veces se veían como imposiciones arbitrarias al final siempre se veían los resultados positivos para las comunidades.

De esta manera, domesticada de sus instintos salvajes, pudo la humanidad llegar a su “cenit”.  A partir de allí ni un solo conflicto armado, ni una sola disputa territorial. Se decidió una población constante de tres mil millones de personas, las cuales vivían en espaciosas y ultra modernas urbes. Se prohibió la domesticación y tenencia de cualquier tipo de animal; para ellos se destinó un 40% del territorio terrestre y acuático del planeta y solo se les podía observar por miles de cámaras instaladas estratégicamente.

Las enfermedades en su totalidad habían sido eliminadas y cada individuo podía permanecer en determinada edad por el tiempo que quisiera. Y como envejecer era algo opcional, la gente que decidía ser “anciana” es decir, de cincuenta años adelante, lo hacían por hastío, después de vivir quince décadas o más, querían experimentar las sensaciones de la vejez antes de desaparecer como individuos.

Comenzaron a desarrollarse colonias en varios planetas de nuestro sistema, Las máquinas llegaban primero y preparaban toda la infraestructura necesaria para mantener nuestras frágiles vidas orgánicas y todo lo que teníamos que hacer era ofrecernos voluntarios para habitar los planetas por un mínimo de cincuenta años, después se podía elegir otro destino.

Sin embargo, quedaba fuera de la comprensión de las máquinas los cientos de miles de peticiones diarias de “TVV”, siglas para: “Terminación voluntaria de la vida” o para las “HV-100” “Hibernación voluntaria de cien años”. La gente simplemente se aburría de una vida predecible y perfecta, preferían “no estar” en un mundo sin retos existenciales, de necesidades satisfechas y de alegrías interminables.

Crédito de la imagen:

AI will contribute 7.7% of Egypt’s GDP in 2030: Minister

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