−¿Me vieron cara de gordo? ¿O qué?
−¿Cómo? −Fruncí el ceño mientras me pasabas la publicidad que te acababan de dar. Cuando leí las letras grandes no pude evitar que una sonrisita burlona se asomara en mis labios.
−No, Danny; no dice DIETÉTICA sino DIANÉTICA.
Me miraste incrédulo mientras entrábamos a la estación del tren subterráneo.
−¿Entonces me vieron cara de loco?
Apreté los labios en un intento desesperado para no reír pero fue inútil. Tu rostro se volvió frío y tus cejas se hicieron una. Desde el andén de enfrente varios le dedicaron unos segundos de atención a mis carcajadas, para volver después a su habitual indiferencia.
Te rascaste la cabeza viendo hacia un lado, cuando volviste a mirarme una sonrisa iluminaba tu rostro.
−¡Pues sí, caray! Ni cómo negarlo.
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