– ¿Hola? ¿Me oyes bien, cariño? Hay mucho ruido y mucha gente, por eso te llamo por teléfono… Le quita romanticismo, lo sé. Es que hace un momento te grité al verte, pero no me oías… ¿Que desde dónde te llamo? Desde el andén, claro… He venido a darte una sorpresa y te he visto bajar del tren y…, bueno, supongo que ibas distraída porque observé que hablabas con alguien… Luego pensé en llamarte mejor porque vi que le besabas y no me atreví a molestar… No, tranquila, no hace falta, ya estoy cogiendo el tren de vuelta… No me esperes el fin de semana. Sí, qué rabia, ¿no? Si no se me hubiera ocurrido venir nos encontraríamos dentro de un par de días, tal y como estaba previsto, y seguiríamos siendo felices…
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