La esperó durante días, o quizá fueran años. Ya hacía tiempo que Elizer había perdido la noción del tiempo. Desde el andén soñaba el regreso de su amada.

Cada noche recordaba el día en que ella se marchó. Volvía a revivir la desolación y la esperanza que le invadieron en ese momento. Sentía desgarradas sus entrañas y su corazón se paralizaba al recordar aquella escena, aquel segundo en el que ella cerró la puerta para no volver nunca. En su esperanza incierta del retorno de Sara, Elizer había enloquecido un poco más cada día y lloraba en la espera eterna de que su amada volviera. Dejó de saber quién era él mismo y a quien esperaba.

Y cuenta la leyenda que cada 12 de Enero a la media noche se escuchan los gritos desconsolados de un hombre que llora a su amada Sara,  pero sólo aquellas personas que son capaces de escuchar su voz correrán su misma suerte.

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