Este es el relato de dos vidas que se cruzaron por casualidad, si es que creemos en ésta, apenas por unos breves momentos de su existencia, y que sin embargo se vieron dulcemente sacudidas, tanto la una como la otra.
Por un lado, hablaremos de Roberto, un joven de 19 años, quien aun en su joven vida, ya había tenido que enfrenarse a situaciones duras de sobrellevar. Sus padres se conocieron y se casaron a la misma edad que él tenía en el momento de nuestra historia, es decir,19 años.
Al saber del inesperado embarazo, los padres de José Roberto y Violeta, decidieron que éstos debían casarse y “hacer las cosas bien”. Por dicho motivo, el padre de Roberto se vio obligado a dejar sus planes de ir a la Universidad y empezar a trabajar. Por otro lado, la joven madre se dedicó al hogar y a prepararse para la llegada de su primogénito, lo cual hay que aclarar, la llenaba de ilusión. Sin embargo, el padre de Roberto no compartía los mismos sentimientos, y poco a poco la desilusión y la sensación de sentirse acorralado, lo fue llevando a la bebida, llegando incluso a pensar en la posibilidad de sugerir un aborto, pero no se atrevió ya que sabía que Violeta nunca lo aceptaría.Pasaron los meses y José Roberto empezó a beber diariamente, y ya bajo la influencia del alcohol, empezó a dirigir su rencor hacia Violeta, resultando esto en violencia doméstica. Una vez nacido el niño, Violeta decidió dejar a su marido, por su propio bien y el de su bebé. Llegaron a la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, donde con mucho esfuerzo y aceptando cualquier trabajo, Violeta fue forjando una vida para ella y su bebé.
Mientras tanto, en la misma ciudad, existía un matrimonio bien avenido formado por Josué y Pamela, quienes tenían un hijo llamado Tomás. Tommy era un niño dulce y sonriente, siempre de buen humor. Desgraciadamente, a los dos años de edad, Tommy fue diagnosticado con Leucemia.
Así pues, después de recibir tan terrible noticia, Tommy se había visto sometido a fuertes tratamientos de quimioterapia y había perdido a la fecha, todo su cabello. Sin embargo, no perdía el buen ánimo ni la esperanza de que un día se vería curado. Sus padres lo consideraban un ángel enviado por Dios, y habían inculcado en su pequeño una fe fuerte e inquebrantable. Y últimamente el pequeño Tommy ya hablaba del tiempo próximo en que muriera y “fuera al cielo con mi padre Dios”. Como es de suponer, todo ello rompía el corazón de sus padres, quienes se sentían impotentes ante la situación y cada noche oraban por la recuperación de su hijo.
Roberto, a sus 19 años, estudiaba y además trabajaba en un supermercado, un dia a punto de ir a su casa a comer, se encontró siendo observado insistentemente por un pequeño de entre 6 y 8 años de edad. Al volverse a mirarlo, el niño le comentó: » que alto eres!» con cierta admiración impregnada de tristeza.
No te preocupes, le contestó Roberto. Tú también crecerás igual o más que yo.
«No, le contesto tristemente el niño, y se quitó su gorra mostrando su pequeña cabeza calva. Yo tengo cáncer y me voy a morir.»
Por un momento Roberto no supo que decir, pero después reaccionó y le dijo: «Cómo te llamas? Y dónde está tu mamá?» Y el pequeño le contestó: «Me llamo Tommy y mi madre es aquella señora de allá».
Sin dudarlo ni un momento, Roberto se acercó a la señora y le preguntó: «Disculpe, es usted la mamá de ese niño?»- “Si, porqué?” le preguntó la señora mirando con curiosidad y hasta un poco de desconfianza al humilde joven. “Solamente quisiera saber si estarán ustedes un rato más en la tienda”, dijo Roberto. “Seguramente si”, le contestó la señora. “Acabamos de llegar y pienso que estaremos aquí alrededor de una hora”, agregó intrigada. “No se preocupe”, le contestó Roberto. “Solo quiero mostrarle algo a su niño. Regresaré pronto!” y salió corriendo.
En menos de una hora ya se encontraba de vuelta, buscó al niño y a la madre hasta que dió con ellos. Al acercarse se quitó la gorra que llevaba y mostró su cabeza calva. El niño lo miró muy asombrado sin entender que pasaba, pero Roberto le dijo: “Mira, eso que viste antes no era mi cabello, era una peluca, yo también estoy calvo porque también tuve cáncer. Pero logré vencerlo y tú también lo harás, y crecerás tanto o más que yo”. Y dándole un beso y un abrazo se alejó sonriendo, mientras el niño lo miraba con una enorme sonrisa en los labios, y lleno de esperanza. Pamela solo pudo abrazar y besar a Tommy con los ojos llenos de lágrimas de amor y de esperanza para el futuro.
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