X caminaba cabizbajo con la mente anfetamínica a mil, tratando de procesar las imágenes que en intermitentes destellos fulminaban su cerebro .
Empezaba a amanecer y con ello el frío y amargo despertar de muchos, pero para él era el anuncio que tenía que mantenerse digno, si es que alguien conocido lo viera llegando a casa a la hora en que ellos salían del calor de su protegida morada para trabajar en empleos desagradables. Demostraban desgano en sus rostros, en cambio para él, su «trabajo» no le desagradaba, incluso era excitante, pero había terminado por esa noche.

Llegó a la casa de sus padres, desde donde no había logrado salir a sus 24 años.
Sin hacer ruido, avanzó por el pasillo, se detuvo un instante frente a la puerta que daba al dormitorio antiguo enorme, con olor a encierro, orina y vómito de quien se acostó en un manifiesto estado de ebriedad. Pobre madre, era su calvario diario en el otoño de su vida cargar con un marido anciano, pobre, alcohólico y semi-inválido que alguna vez fue su rico y amado esposo joven .Su vieja cumplía bien su rol de esposa leal, sufrida.

Acostose ya con el día en curso, en su desvencijada y abandonada cama con olor a sexo, abandono y droga. Quizás por eso no sentía placer al volver a casa después de haber vivido el emocionante mundo de luces, derroche, baile, risas y placer que acumulaba el tugurio donde él, sin quererlo, se había convertido en el guardaespaldas del dueño y matón, cuya labor fue poco a poco deshacerse de quienes se pasaban de copas y trataban de manosear ( sin pagar) a alguna de las bailarinas.
Todas las chicas que trabajaban en el lugar habían en algún momento sido salvadas «heroicamente» por él de algún episodio desagradable con algún parroquiano. X sabía usar muy bien su físico privilegiado, de un metro noventa y sus dotes pugilísticas obtenidas a golpes en el servicio militar dos años antes, para solucionar cada situación, manteniendo a raya a los alborotadores.

Su buena labor era bien recompensada con droga gratis, alcohol del bueno y por supuesto los favores sexuales de las chicas sin gastar un duro. El dinero era poco pero algo se compensaba con lo otro.

Pero esa noche en particular la adrenalina y las anfetas consumidas tenían a X inquieto, porque había tenido que intervenir en tres ocasiones para apaciguar los ánimos. Las 2 primeras ocasiones fueron casi rutinarias. Pero la tercera ocasión lo había dejado especialmente preocupado, a pesar de haber ganado y salido airoso, enfrentando a una persona cuya posición social lo había catapultado a ser muy famoso en la localidad y respetado por todo el mundo. Como respeta el pobre a cualquier fanfarrón con plata que está convencido que su estatus le permite hacer lo que se le antoja.

El señorito estaba muy eufórico y petulante invitando copas a medio mundo y burlándose de las chicas, suponemos que esa licencia la avalaba con el derroche ostentoso de sumas de dinero que su padre financiaba con empresas de confusos negocios. La actitud prepotente que su poder adquirido le proporcionaba era observada por todos los presentes en el lupanar.

X estaba atento, ya que eran esos sujetos los que hacían necesaria su labor.
El señorito fanfarrón obstaculizaba la entrada al sitio donde las niñas se desnudaban por turno al compás de una música ad-hoc.

Como la presencia de X se tenía que hacer notar, su deber era pasearse por todo el local buscando que todo funcionase con calma.
Se acerca X al señorito fanfarrón y le solicita permiso respetuosamente con una palmadita en el hombro. La reacción que vino a continuación, X no se la esperaba, recibió sorpresivamente un golpe en la mandíbula que le remeció la cabeza pero que no bastó para tumbarlo. Al querer contestar la agresión, un grupo de personas que estaban cerca decidieron intervenir sujetando a X para evitar que acometiera en contra del ilustre señorito.

El asombro duró sólo un instante, al igual que el dolor en su cráneo y aflojando la resistencia X sorprende al señorito con una seguidilla de golpes que nadie pudo evitar. El señorito tambaleante y a gatas apenas pudo ver que X le rematara con un puntapié en el estomago que dio por finalizada la gresca.
Su recuerdo termina con tres personas ayudando a sacar del local al maltrecho señorito.

Se durmió con una mueca de sonrisa satisfactoria de haberle dado su merecido al fanfarrón con plata.

Es viernes en la noche, X lo sabe, es un día especial comienza un fin de semana intenso y presiente que será inolvidable por fin podrá ver a Laura, una nueva bailarina a la cual el encuentra especial ya que irradia una sexualidad salvajemente inocente. Raro para quien se desenvuelve en ese ambiente. Ahí se pierde la inocencia de golpe y a golpes.

Esa noche pondrá especial atención en ella ya que está seguro que lo que siente es correspondido.Esta vez está seguro que será algo diferente a sexo sudor y alcohol….

… El cuerpo presentaba cinco heridas de bala. La parte posterior del cráneo mostraba la mortal y las otras cuatros en su espalda estuvieron de mas. El lodo sangriento y su desfigurado rostro dificultó la identificación,

– Vecina ¿Sabe mataron a X? Lo encontraron baleado en un callejón.
– Hmmmm. Era de esperarse, era un don nadie, tenía que morir en su ley
– Sii, había «caído» en las drogas. No trabajó en su puta vida.

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