Finalmente llegó el día, para muchos alegre, para mí muy triste, desde ya siento un gran vacío, fueron muchas enseñanzas y alegría compartida; poder tenerlo cerca fue siempre sinónimo de compromiso, humildad y responsabilidad.

Gracias a él comprendí que no todo en el trabajo es triste o pesado, que no es malo cuando se hace con pasión y con amor, recuerdo que él siempre decía que hiciera lo que me gustaba y que así haría mi trabajo correctamente, y que si no hacía lo que yo amaba, que amara lo que hacía, porque había de todos modos que agradecer a esta empresa que se lo había dado todo, claro, gracias también a que él se puso la camiseta y aprendió a quererla como su segundo hogar.

Me dijo en más de una ocasión que varios compañeros se burlaban de él por quedarse más tiempo, le decían que no regalara su trabajo, que fuera a descansar y que mañana continuaría, sólo que ellos no sabían que las autoridades contables no le darían espera hasta mañana, y que si fallaba, fallaría toda la empresa, incluidos ellos, porque la gran multa haría un inmenso hoyo en las finanzas y varios podrían verse hundidos en él.

-Yo pienso que son tristes y egoístas los que sólo vienen a trabajar, ellos no se dan cuenta de tantas maniobras que los gerentes tienen que hacer muchas veces para poder pagarles su salario, no lo entienden porque sólo ven el lado que les conviene, sólo quieren que les paguen; ¿y quien no? si sólo vienen a calentar una silla y no se comprometen a hacer bien las cosas, para ellos todo son quejas y reclamos y no ven lo que una empresa también hace por ellos, darles una oportunidad para que sus familias estén bien.

Gracias a sus palabras yo lo admiraba, me hizo comprender que se deben ver las cosas desde varios puntos de vista, no sólo por el más conveniente, hay que tratar de entender al otro.

Para mí, él fue uno de los pioneros en hacer de la oficina un lugar más agradable para convivir, porque aunque muchos no lo quieran aceptar, fue gracias a él que tenemos estos espacios donde ir a conversar, a disfrutar entre risas y charlas los ratos de descanso, él nos hizo ver que las oportunidades para crecer, para tener experiencia, hay que aprovecharlas y que así como tenemos derechos, también deberes, y siempre pero siempre debemos entregar los mejor de nosotros, porque para él, no hay nada mejor que la satisfacción del deber cumplido.

Gafas Rojas

Todos lo conocíamos como Gafas Rojas, y sólo hasta hoy, el día de la triste despedida por su jubilación, me sentí capaz de preguntarle por qué le gustaban esas gafas rojas, fueron muy arriesgadas en su tiempo, en una época donde no podías expresarte como querías, él sí lo hizo, y muy seguro de sí mismo me dijo:

-Siempre se han burlado de mis lentes rojos, pero tengo problemas para dormir, y no podía permitir que en el trabajo me diera sueño, no podía dejar que pequeños detalles se pasaran frente a mis ojos; así que estos lentes son mi señal de alerta y aunque no lo creas, me mantienen despierto, es el color creo yo.

Cada vez que hablaba con él era una enseñanza, aunque estaba en una fiesta, no me alegraba, al contrario, entre más pasaban los minutos sentía como se desgarraba cada vez más mi alma, como quisiera en este momento poder detener el tiempo, recuerdo siempre sus palabras:

– No llores porque se terminó, alégrate porque sucedió.

En la oficina siempre me preguntan el por qué me aferré tanto a gafas rojas, ellos decían que era un viejo caprichoso adicto al trabajo, yo les decía que era una persona digna de admirar, si lo escucharan detenidamente, algo le aprenderían.

Lo cierto es que nadie me ha enseñado tantas cosas como aquel hombre, sacó tiempo de su apretada agenda para escucharme, para aconsejarme, él supo cómo ganarse la confianza de todos los que lo queremos, así como Alejandra que gracias a sus palabras detuvo su locura de abortar, o de Camilo que es ahora el gran director de una prestigiosa agencia, Angela y su divorcio, y muchos más que aunque ya no trabajan con nosotros vinieron a hacerle este gran homenaje, hasta don Jorge, el gerente, que aún me doy cuenta que lo llama para pedirle algún consejo, y en agradecimiento le ha dejado una gran casa para él y su familia. Nadie en la oficina lo sabe pero la empresa de la que muchos siempre se quejan lo ha apoyado para que su vejez sea lo más cómoda y placentera posible, porque ellos si saben agradecer el esfuerzo y dedicación que las personas hacen.

Somos tan ciegos, que nuestro orgullo no nos permite ver las grandiosas personas que a diario la vida nos pone al frente para aprenderles, son personas que tatúan nuestra alma con sus enseñanzas, que fueron y serán siempre los mejores maestros. Gracias Don Luis por ser como un padre en este segundo hogar.

Por cierto, gracias a su jubilación y a sus enseñanzas ahora soy el director de esta área y tengo personas a cargo, una gran responsabilidad, pero quiero poder enseñarles también lo que gafas rojas alguna vez me enseñó.

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