Despierto a las 5:30 de la mañana, con el cansancio de quien no ha podido pegar los ojos toda la noche. En mi mente revolotean mil y un problemas que debo resolver en casa: tareas de mis hijos, el pago de la luz, el agua, teléfono, internet, las irreverencias de mi hijo adolescente. Con las ojeras a flor de piel veo cómo van surgiendo las canas en mi cabello hoy ya camino a marchitar.

No sé cómo logró atinar a ponerme el uniforme del colegio: un pantalón gris, blusa rosada, zapatos negros y un maletín desvanecido. Unos cuantos fólderes puestos al “aprepo”, lapiceros qué sé yo de qué colores, plumones, lápiz labial, rubor (que nunca utilizaré pero siempre hace falta).

Tomo el desayuno a la “volada”, frío o caliente, con unos tres pobres tristes panes ¡vida de maestra, vida de penurias! Tengo que salir apresurada porque el colectivo me espera, allí voy “apiñada” con unos cinco niños quienes recojo para que me ayuden a pagar la movilidad.

Ya en el colectivo le ruego a Dios le dé sesos a don Jacinto y logre sortear el tráfico de la mañana, este ha convertido en un monstro en la ciudad: un sinfín de autos cuyos choferes que más que seres humanos parecen bestias peleándose por un pedazo de carne. ¡Ay de aquél que no sea astuto y sinvergüenza porque jamás llegará a su destino!

Faltando pocos pasos para llegar a mi destino y empezar la dura faena, miro al frente y veo con desconcierto : unos forajidos aprovechando la oscuridad de la noche y con negras intenciones dibujaron una serie de graffittis dejando a mi claustro de saber convertido, en el pizarrón de unos malandros.

No, no , no , nooooooooooooooooooooo.- grité a viva voz hasta que los vecinos salieron asustados a verme.

He luchado por convencer a maestros, padres de familia, he gastado lo poco que tenemos para generar una imagen acogedora de nuestra casa de estudios.

  • Pero , por qué señora directora tenemos que pagar para matricular a nuestros hijos si la matriculaes gratuita, así dice la televisión.
  • Yo no tengo dinero, profe. Cuando pueda se lo doy.
  • Ah! Yo no voy a pagar, ¿por què , pues? Si los demás no paganyo porqué tendría que hacerlo.
  • Voy a quejarme con la UGEL, este es un abuso. Usted no tiene porqué cobrarnos, si el gobierno da para pintura, carpetas. Dígame, qué hace Ud. con la plata de nosotros.

No hay argumento que valga, para lograr convencer a los padres de familia para lograr su aporte de Asociación de Padres de Familia, que don Gobierno, que vive allá en Lima no tiene dinero para pagar las deudas de un colegio olvidado de San Salvador en Trujillo.

Y la cantaleta continúa en febrerodías antes de iniciar mi año escolar:

“Directora se malograron los grifos del agua, faltan arreglar las carpetas, se atoró el desagüe y los baños están inundados, se deben arreglar y mantener las impresoras, no hay dinero para la movilidad, deme los pasajes para dejar documentos, el papel bond se acabó …”

…..

Un enorme graffiti en la puerta de ingreso y otro, en la esquina, ocupando media pared, como si quisiera recordarme mi propia pequeñez e insignificancia ante el complot de la realidad: soy mortal, no puedo cambiar a la gente mucho menos a la burocracia del MINEDU… todo por lo que he luchado no significa nada frente a esa imagen.

La gente pasa mirándolos y al verlas, piensa erróneamente que mis estudiantes, mis niños son unos psicópatas agresivos, delincuentes o pandilleros, como diría nuestra vecina mal encarada, “un colegio de quinta en una “urba” como la nuestra”:

  • Yo jamás pondría a mi hijo en este colegio, son de lo peor, hasta fuman marihuana en los baños…
  • Directora, no quiero preocuparla más, pero hoy cortaron el servicio del agua, seguramente los de la Unidad de Gestión Local .
  • Yo tengo mucha agua en mi casa, si gusta le digo a mi mamá que le traiga.

A veces, luchar contra la corriente nos deja sin fuerzas, y, en el alma cicatrices, un maestro de escuela, lucha contra sí mismo, contra los padres de familia, la sociedad y el gobierno. Las fuerzas se nos agotan, a diferencia de David, que contaba con la ayuda del Señor, a veces rodamos contra la aventura y sin un Cristo inmolado por nosotros.

Bajé del colectivo, me acerqué estupefacta y boquiabierta ante la puerta de ingreso, la abrí, llamé al personal de servicio, le pedí un poco de agua y un trapo para limpiar esa aberración en la pared.

Don Luis, el personal de servicio me miró y consternado me informó:

Los niñosfueron ingresando uno a uno, mientras consternada miraba a mi alrededory de pronto, un niño se me acercó:

Sentí que brotaba una línea de esperanza en mi labor, no todo estaba perdido…

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