Folio blanco, sin sonido, lienzo desnudo

Folio blanco, sin sonido, lienzo desnudo

Hoy, como antes, surgen tantos temas a desarrollar en un relato, en un ensayo, en una prosa que te enganche, en una poesía del alma, entre el humor más limpio y la ironía más crítica…, pero, ahora, en este preciso instante, no sé sobre qué escribir, aún y todo, con tantas historias que, a una, asaltan, desde el recuerdo de la memoria, hasta presagios de un futuro a raíz de lo que acontece en el presente.

Encontramos sucesivas monogamias, con o sin cuernos. Nadie está a salvo. Asistimos a una marea de erráticos refugiados de guerra compatible, al tiempo, con heroicos actos de solidaria gratitud. Lo bueno y lo malo; en lo bueno y en lo malo. Intento escribir con sentido de, comprendida, orientación; ¿ por dónde voy?… ¡Ah!, queridos, por una, supongo, interesante diversificación de temas en caída libre, montaña abajo, como alguna cabra. Aún siento mi terror ante la hoja en blanco, símbolo de un sentido existencial vacío, cual artre en sus peores momentos, melancólico, ante el que hago esfuerzos con el fin de sustituirlo por la sonrisa del payaso que, de fuera a dentro, también válido de dentro afuera, dibuja su colosal sonrisa, cada despertar y mirarse en un espejo más funcionalidad matutina que nunca. Más difícil resulta hacer reír, a los demás y de uno mismo primero, que conseguir dramas de precaria piedad.

¿Qué es o qué no es? Si no aprecias su particular belleza, contempla una segunda y minuciosa vez y, claro que encuentras algo que te inspira a tus ojos, a tu descriptiva mente. También son prosas y poemas figurativos, en mayor o menor cantidad, al óleo, a la pintura acrílica, a la complicada acuarela, ideal sencillez para las más hermosas flores.

“Imagine” se revuelve en el féretro de Lennon, así mismo, asesinado por un psicópata cualquiera, cruel como Saturno devorando a su hijo, en plena crisis emocional del, por otra parte, elocuente Goya. Se esconden, cobardes, como Velázquez, sin tal intención, lo hace en el espejo de sus meninas, o la sorda aclamación de Beetoven, junto al síndrome de Peter Pan de Mozart. Pánico creativo, ahora, ante una, aún vacía composición musical, igual que al lienzo inmaculadamente blanco, al que me refiero y regreso. Soy incapaz, ya, de copiar al dedillo cualquier original, dejémoslo, para instruidos artistas con su conveniente legalidad que inundan los mayores museos de pintura o, lo peor, para el tráfico de arte que vende cuadros como si de originales se tratasen.

Espero que esta narración en la que vago, por lo menos, despierte interés en el que lo lea, porque, a mí, me supone falta de concentración en lo que realmente debería comenzar: reitero, mi obra pictórica ante el lienzo desnudo. Me suelen alentar las obras arquitectónicas, diminutas obras de mi Donostia natal, donde París aparece en pequeño.

Aflora mi sentido del ridículo, pero, ¿ qué leches pinto?, ¿ por dónde empiezo?, ¿ hacia qué destino dirijo mi lienzo?… Ya sé menos que antes; todo, en mí, una duda que, espero, solucionar y son, ya, las siete y media de la mañana. Tengo que sacar a mi mascota. Me doy un tiempo prudencial, pues,quizás, mañana, cuente con mejor día, no sé si será factible; lo intentaré, qué locura; “necesito una pastilla pá ponerme a funcionar”, como mi amada Martirio canta…

… Sigo estando perdida. Ayer, a última hora de la, tarde, admirando el ocaso del día, emprendí la difícil tarea de mezclar, en un mismo marco paisajístico, un alba y un anochecer, con horizontes lo lejos, cielos despejados, y barcas blancas y negras en el mismo cuadro. Pues eso, un cuadro de dejarte a cuadros, difuminando, de mala manera, colores oscuros junto vivos morados, azules claros, amarillos, rojos, naranjas. A mi pareja le encanta, pero yo no me queda satisfecha. Fumo tanto como nuestro ilustre Terenci Moix, aunque, como abstemio convencido, no me da por tomarme, uno tras otro, chupitos de tequila a modo de exaltación mexicana por Chavela Vargas.

Seguramente, error, tapo el lienzo con pintura blanca todoterreno; deseo, honrar, a Matisse, a Van Gogh, junto a los retoques fotográficos de la innovadora Ouka Lele o el arte pop de Andy Warhol y demás discípulos.

¿Y si pintorreo un surrealista bodegón expuesto a la luz de una playa de Sorolla? Menudo curro, pero qué interesante, motivador reto creativo. Mi cabeza da vueltas en la cama, como posesa. Ahora, mil ideas revolotean en mi mente; ¿Cómo comenzar a plasmarlas?; un mar, simbólica y realmente, en un naif mundo ideal; flores de variados tonos viajando desde la superficie fluvial, a modo de mercado flotante tailandés, canoas, barcas, casas de manera erigidas sobre el agua, vistosos peces acuáticos, transparencia del mar y, de lo que, a su alrededor, acontece; temazo que me convence y me saca de la imaginación en permanente y “pertinaz sequía”, según Franco, antes de Mr. Marshall y del destape turístico de Fraga Iribarne en llamamiento a las sueltas suecas venidas al gozo del veraniego tiempo en nuestro país.

No obstante, lo último que me apetecería, sería pintar a dichas suecas desnudas o iniciadas en el flagrante top- less, con miles de mirones en nuestro sur europeo. Parte de ese océano, se impregna de las infinitas odas al mar de Alberti, pero con “blanco bajel de guerra”. Sinónimos, antítesis, paradojas y metáforas, de inmensa inspiración; algo de rojo sangre en honor al doliente Lorca y a ese otro “verde que te quiero verde”.

Sin embargo, mi experiencia en cuanto a escritura y a pintura se refiere, continua sin contener el terror, ante un nuevo folio en blanco o ante un lienzo desnudo.

Y, ojalá, “volver” como el tango, o “yo también me voy” ( Enrique Iglesias), de manera definitiva…, o no,… yo qué diantres sé…

Sólo sé que, aún sin conoceros, ya os quiero.

Mil gracias por atenderme,

Kf por Laura./ Errenteria, a 19 de marzo, a las seis y media de la mañana.

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