Llegaba tarde! pero si apenas había dormido, ya me imaginaba las bromitas de mis colegas, sobre los españoles y la puntualidad.
Le escribó un whatsapp rápido a mi jefa, anunciando ya mi retraso de casi una hora, que extraño que no me haya llamado, pensé. Me duele el cuerpo, escuchó a mi compañera de piso en la cocina, pero que hace sobre esta hora en casa?, me meto al baño directamente sin decir nada, no quería pronunciar palabra alguna esa mañana, me lavo la cara, coleta mal hecha y ha pedalear.
Que calor ¡madre mía! nunca hace calor en está bendita ciudad y menos a esta hora, que pasa hoy?, mi mal genio se disparaba.
Ya sabía que iba a ser un día de mierda, de esos días en los que no te cuadra nada. Intentaba repetirme esa frase que mi mamá siempre solía decir cuando el día ya empezaba mal,:
«No existe tal cosa como un mal día, sólo tomamos un mal momento…y elegimos llevarlo con nosotros todo el día»,
intentaría ponerla en práctica.
No había nadie fumando en la entrada, que extraño a esta hora todos fuman, ya no entendía nada, me cambio corriendo, salgo volada para el restaurante sudando todavía como un animal, entró y inmediatamente todo cobró sentido, que boba que soy, no me lo puedo creer, nadie me llamo, mi compañera en casa, el calor, nadie fumando. Mi jefa me dio un abrazo y me dijo:
-supongo que te acabas de dar cuenta, pero te lo confirmo son las 8 de la noche, no las 8 de la mañana- dijo ella muy simpática.
Yo, con una gran sonrisa en la cara, por que ya no me quedaba otra opción más que burlarme de mí misma, solo pude decir, con mucha elegancia y gentileza, pues nada yo me retiro entonces.
-hasta mañana, que tenga una bonita noche-.
Y empiezo ha pedalear de nuevo, por el camino no paraba de reirme, por supuesto fue la broma del año, los españoles y su siesta.
Pero que placentera es esa maldita Siesta!
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