El callejón

En mi barrio había un callejón con un sótano donde Manuel tenía su carpintería y los chicos del barrio nos reuníamos allí a jugar al fútbol o al escondite, nos parábamos a mirar por las ventanas y observábamos a Manuel trabajando, nos imaginábamos que así debía de ser Jepeto, el padre de Pinocho…Manuel nos saludaba y nos invitaba a pasar, charlábamos con él. Nos quedábamos admirados viéndole como manejaba con destreza el serrucho, el martillo y con qué pericia hacia una mesa o una silla y nos contaba muchas historias.

Tenía un gato que se llamaba Mauricio y todos jugábamos con él y le hacíamos muchas perrerías que él se dejaba hacer. Era un hombre mayor, había vivido muchas anécdotas que nos contaba y escuchábamos con admiración.

Igual creaba un mueble que arreglaba una persiana, era muy querido en el barrio, todo el mundo acudía a él.

Manuel cuidaba el callejón, lo regaba por el verano para mantenerlo fresco y lo barría manteniéndolo limpio. Nos dejaba jugar al fútbol y hasta nos perdonó cuando un día un balón rompió un cristal. Intervenía como juez de paz en alguna reyerta. Le queríamos y le teníamos mucho respeto.

Pero una tarde la puerta apareció cerrada y así un día y otro y Manuel no volvió a abrir su taller, por las ventanas no se veía luz. Poco a poco dejamos de ir a jugar y el callejón se quedó triste, oscuro y sucio, la droga se apoderó del lugar y daba miedo pasar.

Ya no hay carpintero en el barrio y tampoco chicos que jueguen al fútbol o al escondite porque el barrio se hizo mayor. Ahora el callejón es un sitio donde todo el mundo deposita trastos viejos y los cubos de la basura, pero siempre que paso viene a mi memoria las voces gritando GOOOL y recuerdo a Manuel que lo mantenía limpio y a Mauricio su gato que de pena se murió.

Sueño que un día aparece limpio y los “grafiteros” pintan las paredes con flores en colores vivos y vuelvan a darle alegría como homenaje al carpintero Manuel que con tanto cariño lo cuidaba y daba vida a nuestro callejón.

Madrid, 14 de diciembre 2016

Dedicado a los niños que jugábamos en la calle