A las puertas del templo

A las puertas del templo

Carlos Perkinson

29/03/2018

Acabo de entrar, otra vez me llega el olor del humo y el alcohol, es fácil ya distinguir entre los demonios y las almas descarriadas, por igual los que buscan olvidar y los que ya se han olvidado de todo, no hay sorpresas, aquí se caen las máscaras y la verdad sin maquillaje es un dragón que cuela su veneno por la boca.

Al lado de la barra unas mujeres con cola de escorpión, afilan el acero de su uñas, tocan a un hombre que no siente sus caricias, indiferente en esta oscuridad donde la piel tiene el color de las sombras y la palabra de amor y el gesto de cariño tienen su tasa.

En una esquina del baño el amor se acurruca y es que la vida no le da concesiones y aquí está mal visto sentarse de espaldas a la calle. Cien risas, se mezclan con la alegría fingida que da una bebida barata y las pastillas que compraron en la esquina del asecho, la cabeza les da vueltas y las horas pasan factura.

Pared infranqueable, la barra que me separa, de la verdad de este lugar que nada esconde , ya ni sé cuánto hace que busco aquello del pasado, para arrancar de mi pecho esa mirada llena de dolor, siendo yo el único que mentía, cuando hablé de amor en este lugar, no has vuelto y en otras no te encuentro. Los clientes van bebiendo a sorbos , los tal vez y todos los jamases que nunca dejaron de estar.

Sirvo un trago, otro, en esta farsa, donde vendo felicidad fingida, nuevo templo en la ciudad, que me come el tiempo y la vida cada noche que abro la puerta de mi bar.

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