Servicio de Emergencias, ¿buenas tardes?

Servicio de Emergencias, ¿buenas tardes?

Lili Maya

28/03/2018

El despertador sonó varias veces, por fin lo apagó y se levantó de la cama, se arregló y salió de casa. Era su primer día de trabajo y no quería llegar tarde, no tenía ninguna idea de sus funciones en ese Centro de Emergencias.

Lo único que recordaba es que varias veces había llamado a esa línea de auxilio, para solicitar una ambulancia, ya que su madre con frecuencia, se ponía mal de salud. Y ahora le tocaría contestar esas llamadas, esta vez como operadora telefónica.

Al llegar a su centro de trabajo, recibió una capacitación la primer semana, ahí le explicaron a detalle lo que tenía que hacer y las preguntas que tenía que realizar por teléfono. Para ese entonces ya le habían designado un lugar, era un cubículo, solo cabía una silla de oficina, un teléfono, una computadora y una diadema con micrófono. Ana se sentía lista para empezar a trabajar. El protocolo para contestar las llamadas era algo así:

―Servicio de Emergencias Buenas tardes, ¿Cuál es su emergencia?

Tenía que pedir la dirección y poner una clave para cada tipo de incidente que entraba.

Ana esperó a que entrara su primer llamada, estaba muy nerviosa, no sabía si lo haría bien, era una novata en esto. En ese instante sonó el timbre del teléfono, su corazón latió más rápido que de costumbre y al contestar, era un niño que le quería jugar una broma, al escuchar un par de risas al fondo de la llamada pudo detectar la broma y ella le recomendó al infante que no lo volviera hacer.

Uno de los consecutivos días entro una llamada de un niño, su voz era angustiante:

―Necesito ayuda señorita, un vecino me tocó.

Ana le preguntó de inmediato, que si estaba bien físicamente o se encontraba herido.

Le respondió que no, le preguntó la manera en que había sido tocado, le dijo que estaba en el parque en los juegos y había un grupo de amigos cuando sintió que lo jalaron y le tocaron sus partes íntimas, había sido un conocido de él, como de 20 años de edad. Y que él menor se caminaba hacia su casa, le dijo tranquilízate, te voy ayudar, no me cuelgues.

― ¿Está tu mamá en tu casa?

―No lo sé―

Le pidió su dirección para enviarle una patrulla pero el pequeño no la sabía, el niño le preocupaba, que al llegar a su casa su madre no comprendiera el hecho y respondiera negativamente contra el menor. Ya estando en su casa le confirmó que ahí estaba su madre, le dijo de inmediato que se la comunicara:

―Señora buenas tardes, hablo del servicio de Emergencias, recibimos una llamada de su hijo, nos reportó que había sido tocado sexualmente por un joven mayor que él, ¿me puede decir si su hijo se encuentra bien físicamente?

Le confirmó que sí, le dió la dirección, levantó el reporte y le envío el apoyo de la policía de inmediato. Al final se enteró que la patrulla se había llevado al presunto abusador, eso le reconfortó a ella.

Ana recordó todas las indicaciones que les daba a sus hijas antes de salir de casa, se había vuelto un tanto paranoica.

Uno de los siguientes días, entró otra llamada:

―Señorita mándeme una patrulla urgente.

La voz se oía muy alterada e impaciente le dijo, claro estoy para ayudarle, deme la dirección, le contestó:

―Aquí en la Colonia los Robles.

Su reporte era de violencia familiar, un masculino le pegaba a su esposa, estaban dentro del domicilio y los vecinos solo escuchaban los gritos. Al instante le preguntó la dirección, era una Colonia irregular, todavía no tenían nombres las calles ni las avenidas, era una terracería. La chica no tenía ni idea donde estaba esa Colonia, estaba muy nerviosa los minutos eran vitales y ella lo sabía. En ese momento se apoyó en un mapa . Por fin pudo sacar la dirección, llenó el incidente, mando a la policía y a la ambulancia al lugar, por si había algún herido.

La resolución del reporte fue, que los policías no entraron a la casa, ya que nos les abrieron el domicilio. Y que el esposo en verdad había golpeado a la vecina reportada, pero la señora se negó a ser atendida por los paramédicos y en efecto presentaba golpes, debía ser atendida.

El incidente culminó en que la agredida, quedó molesta con los vecinos que habían reportado la violencia. La operadora estaba indignada ante tales hechos no daba crédito a lo ocurrido, se preguntaba porque esa mujer defendió a su agresor, hubiera sido tan fácil haberles abierto la puerta para acabar con los golpes.

En otro día atendió otra llamada, ésta vez la voz sonaba escalofriante, entre gritos y llanto pedía ayuda, estaba muy alterado se trataba de un masculino como de 50 años.

―Señorita una ambulancia, acaba de suceder una tragedia―

Ella dijo:

―Deme la dirección por favor.

― ¿Cuál es su emergencia?

― ¡Mi hijo señorita, mi hijo!

― ¿Dígame que pasó Señor, hay algún herido?

― ¡Sí mi hijo, señorita!

―Trato de ayudarlo Señor, ¿dígame que pasa?

―Mi hijo se quitó la vida, señorita ayúdeme

― ¡Voy llegando a mi casa y lo encontré pendiendo de una viga¡

― ¿Explíqueme que ocurrió?

― ¡Mi hijo se ahorcó, se quitó la vida señorita!

Al escuchar sus palabras, la dejó fría y la piel se le puso de gallina, no podía creer lo ocurrido. En un momento se quedó muda, se le atrofió la mente, estaba impactada. El supervisor la apoyó eficientemente y le dijo que tenía que terminar el reporte. La guió hasta el final de la llamada, se le envió la ambulancia aunque ya fue demasiado tarde.

Lo sucedido la puso muy triste, al leer el periódico supo que el chico sufría de depresión y por lo mismo se quitó la vida. Se puso en los zapatos del padre, como debía estar sufriendo en ese momento, tal vez culpándose de no haber llegado a tiempo.

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