EL CONSERJE

No se sabe a ciencia cierta cuando llegó, creo que ha estado aquí por generaciones. Yo nací aca y desde que tengo memoria lo he visto en su puesto de trabajo. Don Miguel está constantemente muy bien vestido, con su uniforme muy prolijo como un general, ni una sola mancha en su traje azul, y su camisa blanca invariablemente bien planchada.

Don Miguel es todo un caballero de esos que ya no existen. Es conserje de un edificio, su cualidad más sobresaliente es su amplia sonrisa, siempre dispuesta para los propietarios del lugar. No hace acepción de persona, para él todos somos iguales.

Yo me he preguntado muchas veces cómo un hombre que trabaja todo el día de pie tiene valor hasta su última hora del día, de conservar su sonrisa y su amabilidad. Creo que esos modelos de hombre ya no están disponibles en estos tiempos con tanto estrés. Todo el mundo va con prisa, apenas saluda ni pensar siquiera en que te den la mano.

Pero don Miguel es capaz de cambiar tu día tan solo con su saludo, como si yo fuese tan importante se saca su gorra y se inclina levemente, con esa amabilidad que lo caracteriza; es que es más que un saludo es una preocupación. Te pregunta cuando te vas al trabajo que ¿cómo está? Y que le vaya muy bien en su día; con esa educación, con ese denuedo, eso es lo que quiero para mis hijos. Y luego cuando vuelves, ¿cómo le fue? ¿todo bien?

Además, todos los propietarios del edificio le piden favores y él muy contento los realiza.

__Don Miguel, soy César del 9º B. Mi esposa está llegando del supermercado y no puedo bajar ¿Podría ayudarle con las bolsas de la compra? Por favor

__Enseguida don César no se preocupe yo le ayudo.

__Buenos días don Miguel soy Teresa del 4º A. Me puede pedir un taxi por favor, es que voy a rehabilitación.

__Por supuesto, le aviso cuando esté aquí.

__Don Miguel ¿sabe si los padres de Elisa ya se fueron a trabajar?

__Si joven, acaban de salir.

Es increíble sí parece más bien uno de mis mejores amigos, y saben que yo he aprendido a imitarlo, en mi trabajo soy igual, así es como me aprecian también mis compañeros y mi jefe, creo que debemos aprender de las cosas buenas, la verdad es que no tengo razones para estar de buen humor, soy contable y las cosas han estado muy tensas en el trabajo, sin embargo, cuando me pongo de malas, me recuerdo de don Miguel y mis fracciones se relajan de inmediato.

Un día muy misterioso don Miguel desaparece del edificio, han puesto un portero automático porque “ya no es necesario” pero enigmáticamente algunos vecinos como Teresa del 4º A reciben una inexplicable llamada de teléfono avisándole la llegada del taxi, con la voz siempre amable de Miguel.

A veces, se oye su saludo y no hay nadie en su lugar, quedó atrapado inexplicablemente en las paredes del edificio, tan importante es para los vecinos que lo sienten por los pasillos con sus pisadas tan marcadas por sus lustrosos zapatos. Algunos cuentan que lo ven transitar tan alegre como solía ser. Los niños no lo extrañan porque suelen jugar con él por las tardes en el jardín, he preguntado a mis hijos porqué tardan tanto en entrar a casa y me dicen que han estado entretenidos con Don Miguel. Yo he salido a curiosear, sin embargo, nunca me lo he encontrado.

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