Querido abuelo: Hoy he llegado a Cádiz, y lo primero que hice al bajar del bus, fue volver a ver el mar, después de 35 años… Recordé cómo me llevabas casi a rastras, en esa barquita, aún con los ojos medio pegados, sólo para poder pescar el almuerzo. Odiaba pasar frío, odiaba madrugar… Pero hoy, a mis cuarenta y ocho primaveras, con la mar en calma frente a mis ojos, he podido ver que esas frías mañanas de verano, fueron sin duda las mejores de toda mi vida, pese a lo que yo creía odiar, hoy desearía volverlo a sentir. Me he dado cuenta de que por ser un niño por aquel entonces, no supe valorar esos momentos que ahora parecen tan lejanos como el mismo horizonte. Esos instantes junto a tí, esos movimientos de las olas que entonces me mareaban, ahora me parecería estar mecido por tus brazos, dándome calor, arropado como árbol lleno de hojas en pleno invierno. Querido abuelo, esos instantes siempre estarán grabados a fuego en mis recuerdos, y algún día, volveremos a tenerlos.

Te mando este instante con amor.

Tu nieto.

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