El sueño de Dios
Como un águila, nos mira desde la altura de su silencio y de su soledad. La sangre se hiela cuando pone ante sus ojos el manuscrito señalado. Afuera —tras los cristales—, los pájaros quedan suspendidos en el aire; no se respira, nadie se mueve. Desde la ilusión, esperamos que el río de su verbo haga...