Estaba aturdido por el sonido de las sirenas, y su lápiz se resistía ante la consigna propuesta.

Su profesor de taller dejó a un lado el café cuando vio a un policía entrando al salón.

Hubo susurros y miradas acusatorias, hasta que lo señalaron.

Nervioso, intentó ocultar la sangre que escurría desde su mochila, entonces la consigna estalló en su mente: «creación a través de lo cotidiano».

Mientras lo tomaban de un brazo, garabateó sobre la hoja «esa noche, Omar empuñó un hacha y…».

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