¿Escribirás mi historia? Dijo la sacerdotisa mientras caminaba impaciente alrededor de la mesa, donde con lápiz y papel trato de hilvanar en la brújula del tiempo los sucesos que la trajeron hacia mi.

Me percaté de tatuajes en sus brazos y un triángulo marrón en su pómulo derecho, curiosamente igual al mio.

¡No es coincidencia! Me dijo mientras me daba una aguja con hilo plateado.

La elección ha sido hecha, si rehusas, nos desvaneceremos por completo.

Acepté, sin tener un taller de escritura.

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