Al taller me inscribí para conocer chicas; son dos, una tiene un novio extraño que sostiene sus viejos pantalones con un cordel, la otra lee un cuento donde dos ratones hacen travesuras en un museo. Una tiene una hermosa y amplia sonrisa, la otra hace unos chillidos al final de su cuento y no acepta una invitación a leer mi novela, aunque le prometo que será la primera. Luego veo cómo los novios se pelean; esperé; quiero que la hermosa sonrisa lea, mi novela bajo el brazo.

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