El Atajo
Golpea suavemente la ventanilla del vehículo. Al instante, el cristal comienza a bajar dejando al descubierto el rostro del conductor. — Hola, buenas noches, ¿es usted Roberto? — Sí, por supuesto. Y usted es Sofía, ¿me equivoco? —responde él con una sonrisa cortés. — ¡Sí, soy yo! —contesta ella, devolviendo una sonrisa educada. Con delicadeza,...