Historias de amor
El procurador monta atrás en el coche compartido. Una mañana más, desde el asiento del copiloto, la peluquera le dedica un escueto saludo. Entonces, como cada día, él piensa en su frialdad y en lo poco que le costaría coger un autobús. Pero en autobús él no podría ver su nuca, ay, ni su pelo...