Una tarde de pánico
Ernesto y su mujer Amaya habían decidido ir con su hijo Gustavo, de cinco años en un viaje Blablacar desde Cuéllar a Segovia. Su coche estaba averiado e iban a casa de la madre de Amaya, pues estaba enferma. El Ford Mondeo gris llegó puntual, a las 6 de la tarde. El calor era sofocante...