Un camino
El amor es una magia.
club de escritura Fundación Escritura(s)-Fuentetaja
739participaciones
Sucedió en un coche El amor es una magia.
Dos hombres se encuentran sobre el remolque vacío de un tracto camión que sale de una ciudad. Uno de ellos aprovecha para hacer un retrato de si mismo mientras lucha contra sus propios fantasmas
Aquella tarde de septiembre me subí al coche que me llevaría a mi nueva ciudad. Una curiosa y extraña ciudad a la que le fui perdiendo el miedo a lo largo de ese viaje.
Era un día lluvioso como otros tantos en la ciudad de Burgos, por temas familiares debía ir a Bilbao, después de mirar opciones de viaje me decanté por blablacar. A la hora acordada me subí al coche junto con un chico y una chica. La cara de la chica me resultaba conocida. Después de una...
El coche compartido se detuvo frente al acerado, y me subí al asiento trasero. Había reservado el trayecto por Blablacar para ir de Madrid a Barcelona, y esperaba una tranquila y aburrida conversación con desconocidos. Pero al cerrar la puerta percibí de inmediato algo extraño en el ambiente. El conductor, un hombre calvo con gafas...
La edad no importa. Solo es un número.
Vanessa ha quedado con Mario en la estación de Trujillo, para continuar viaje hasta su pueblo. El BlaBlaCar, al fin, llega después de una larga espera, sin Mario al volante y, tanto en el coche como en el vestido de la conductora, hay señales que hacen suponer que el viaje se presenta incierto.
Para variar llegaba tarde y el sol de mediodía no hizo más que castigar mis prisas con un sudor espeso que me empapaba la frente mientras recorría, acalorado, la calle en la que habíamos quedado. Cuando por fin encontré la matrícula que coincidía con la que leía en mi móvil, me asomé a la ventanilla...
Hoy. Aquel chico no buscaba amor, él solo quería volver a casa. Fue en el camino donde encontró lo que menos buscaba. Aquel chico, muy normal y muy corriente, iba a Jaén. Aquella chica, la de los mil tatuajes, ni normal ni corriente, iba a Linares. Ella se llamaba Amor, María del Amor. En ese...
Era un día nublado en Holanda cuando cuatro desconocidos se encontraron en un coche compartido hacia Ámsterdam. La familia García, que viajaba de vacaciones, se acomodó en los asientos traseros, mientras el conductor, un hombre enérgico llamado Hans, los saludó con una sonrisa. —¡Listos para la aventura! —dijo, mientras arrancaba el motor. En el asiento...
Ahí está. Surge del asiento trasero como un armadillo fuera de su hábitat, encogida, sonriente y vestida de flores. Te abraza y se enciende un cigarro. No le preguntas, ya te cuenta ella. Cuatro horas aferrándose al asidero de la puerta mientras la pizpireta y burbujeante organizadora de eventos le ofrece entradas a un festival...
Una mañana de martes, decidí espontáneamente tomar un respiro y viajar a Andorra, el país en los Pirineos. Encontré un viaje por BlaBlaCar con Sergio, quien salía en unas horas. Al abordar el coche, los demás pasajeros parecían amables, aunque nadie mencionaba Andorra, lo cual me pareció extraño. Durante el trayecto, el paisaje no coincidía con mis expectativas: menos montañas y más campos. Pregunté cuánto faltaba para llegar, a lo que Sergio respondió que estábamos a 30 minutos de "Andorra... Teruel". Fue entonces cuando me di cuenta de mi error: había confundido el pueblo de Andorra en Aragón con el país de los Pirineos. A pesar del malentendido, todos lo tomamos con humor. Llegamos al encantador pueblo, y decidí aprovechar el día explorándolo. Aunque no era mi destino original, la experiencia me dejó una divertida historia que contar y la lección de que viajar siempre es una aventura inesperada.