Camino agitado
Los cuatro estábamos apretados en el coche, demasiado silencio para mi gusto. La carretera se extendía ante nosotros como una línea infinita, y aunque trataba de concentrarme en el volante, no podía evitar sentir la incomodidad que emanaba de mis pasajeros. A mi derecha, estaba Esteban. Siempre tan seguro, tan confiado. Me indicaba constantemente qué...