El Taxi
Llovía, llovía. ¡Por Dios! como llovía. No era justo. Y justo cuando tenía que ir a mi entrevista de trabajo. Había dejado mis zapatillas para subirme a unos zapatos de tacón y comprado un hermoso pantalón sastre. Me había planchado el cabello. No, no era justo. Tomé mis carpetas, mi cartera, respiré con fuerzas y salí. ...