Tengo miedo
a dar de más
a sentir de más
a sufrir de más.
Tengo miedo
del azar,
de las cosas que no tengo el poder de controlar.
Tengo miedo
de la inmensidad del espacio
y de la ferocidad del mar.
Tengo miedo
a no arriesgarme lo suficiente
y otro poco
a dejarme ver como realmente soy:
un poco ególatra,
otro poco sensible.
Era el final de la fiesta
y vi a mi miedo más grande pasar.
Consecutivamente desapareció la buena suerte
y se terminó todo el dinero,
se fueron poco a poco los amigos
y las drogas dejaron de llenarme los vacíos.
Miré mi soledad
y por supuesto que sentí miedo.
Tengo miedo
a dar vueltas en círculos,
a quedarme toda mi vida
en el mismo lugar.
El miedo me ha acompañado siempre,
me ha engañado brutalmente la mitad de mi vida
comiéndose a trozos enormes mi voluntad,
arrebatándome del pecho y de las manos la libertad.
Detesté el miedo hasta que entendí
que al igual que las personas
también tiene dos caras.
Una puede paralizarte
y con la otra puedes hacer las paces,
de eso dependerá gran parte de tu éxito
o gran parte de tu fracaso.
Es cierto que le tuve miedo a la vida misma
y es cierto que aún lo tengo,
pero espero
que algún día puedas comprender cómo éste le ha hecho tanto daño a mi vida;
para que no cometas mis mismos errores,
para que no te dejes morir,
para que aprendas a usarlo a tu favor,
tal y como yo aprendo a usarlo el día de hoy.
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