Las miradas son clavos
Y los silencios como desiertos
Cuando espero verte venir.
En una tumba guardo tu cuerpo y una rosa
Con tu piel pálida
Queriendo encontrar un prisma abstracto.
Mi sangre aún esta aguada
Y tu boca sabe a crudo.
El infierno dentro de tu cerebro.
Eres calor y mil diluvios
Y yo el dragón fogueando bosques
Que volveré a sembrar del mismo alto.
No sé distinguir entre abrazos y rechazos,
No sé distinguir lo arribado de lo ido.
Y el incesante dolor se clava en la sien,
Floreciendo rosas de coronas de espinas.
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