Muy pequeña aún, quizás sólo 5 o 7 años, sentía dentro de mí, una inquietud tan intensa que debía partir… ¿partir dónde? Nunca lo supe, pero, la constante en mi vida es partir, mi abuela materna me preguntaba siempre cuál era mi próximo destino.
Nací en un pueblo muy pequeño llamado Bahía Negra, tuve que dejar mi flia. a los 16 años para llegar a la capital, con el fin de seguir mis estudios; millones de personas lo han hecho y lo seguirán haciendo, “nada nuevo bajo el sol”.
En el pueblo que vivía no se podía captar ni la frecuencia de una radio nacional, pero si aquella de la BBC de Londres, mi padre tenía una pequeña radio que lograba escuchar las noticias internacionales a muy tempanas horas de la mañana, le sentía siempre comentar con mi madre a la hora de tomar el mate, las relaciones de E.E.U.U. Cuba y Rusia. Recuerdo que habíamos llorado por el asesinato de J. F. Kennedy, yo tenía sólo 6 años, pero era tanta la emoción de mi flia. por la muerte de este Señor que sentí su muerte como si fuese un familiar muy cercano; a esa temprana edad no recuerdo la muerte de un ser querido, fue mi primer llanto de dolor; claro, era un pueblo tan pequeño que nadie moría o por lo menos con tanto sentir que la memoria de una niña de tan sólo 6 años pueda guardar en su recuerdo.
Febrero 1973 mi llegada a Asunción, la capital; fue un día de chaparrón, pues las calles estaban mojadas con un olor diferente a la tierra mojada del Chaco; todo lo que mis ojos podían ver, mis oídos podían oír y mi olfato podía sentir eran diferentes y debía registrar en algún lugar de mi nueva existencia.
Corrieron mis días como un animal salvaje, que se asoma fuera de su hábitat, con mucha cautela para no ser sorprendido como un intruso; bueno, imagino que es esa la sensación de un animal salvaje.
Pasaron muchas cosas desde el día que dejé mi pueblo natal hasta el día que llegué a la ciudad eterna, ROMA de la mano del amor de un italiano; quién cambió para siempre mi visión del mundo. Viví 12 años en Milán, conocí otras ciudades europeas; antes también viví 5 años en Buenos Aires; conozco muchas ciudades sudamericanas.
Antes de llegar a Italia, ya había partido a muchos lugares, pero seguía conviviendo con esa «inquietud constante que debo partir», fue inquietante por tantos años.
En Milán viví una experiencia paranormal por 17 días, durante esos 17 días fueron de locura, pero el día que terminó esa experiencia, fue el día jueves 11 de marzo, me desperté con la noticia del atentado en Madrid, nada particular, solo una mención por la magnitud de catástrofe del terrorismo.
Quizás ya a mi temprana edad intuía el camino que debía recorrer geográficamente y espiritualmente; inquietud que me acompañó hasta que llegué al viejo mundo.
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