Créditos al autor de la imagen.

Vaya tarea hermosa que resultó la de disfrutar de las cosas que dábamos por sentado. Hay toque de queda en mi país. De todas maneras muchos nos damos el lujo de salir a las calles. Por un lado es hermoso no ver personas en la noche, es como cuando salgo a caminar en las madrugadas, no hay personas, todo silencio, todo parece estar bien, parece que no estuviéramos.

Ahora disfruto de ver a las personas que no quería ver, solo el hecho que puedan circular durante el día me hace bien. Por las mañanas algunas calles tienen su empedrado manchado de color negro. La lluvia ha servido como un pincel que arrastra los restos de neumáticos quemados de las protestas de anoche. En el día todos son amigos, en el día cada quien usa su uniforme de buen ciudadano pasivo y trabajador. En la noche, sin embargo, sus camisas se vuelven máscaras y el orden público se convierte, como por arte de magia, en represión. Yo solo puedo pensar cuantas historias tendrán que contar estas calles empedradas , estas fachadas coloniales.

Entonces la calle se ve como la vida misma. Somos todos transeúntes cuando pasamos por la vida de los demás. Somos egos oscilando entre el corazón y la cabeza. Almas en comuna y relatos pasajeros que compartir. Es tan hermoso el juego de corazones circunstanciales y transeúntes ocasionales, sin obligación alguna. Me paro en el empedrado y escucho el suculento sonido de los neumáticos presionado las calles húmedas. Escucho al famoso paletero lanzar sus frases que se han vuelto tan populares que nadie repara en lo vulgar de su doble sentido.

– ¡Chupe y jale! ¡jale y chupe! – grita el señor mientras las personas en el parque central ríen- ¡Sí hay paletas! ¡Aproveche que está parada! ¡Llore para que le compren!- y luego grita, orgulloso de ser parte de la «revolución» – ¡¡Fuera JOH!!

Ahora parece que es el saludo Hondureño por excelencia. Imagino personas , en un futuro, saludando a desconocidos en la calle, con una sonrisa y un «Fuera JOH».

Ahora las calles huelen a revolución, ahora nos rebelamos en las calles y no solo en las redes. Pero en el día todo vuelve a la normalidad, todos ciudadanos, todos decentes humanos. Me gusta caminar y ver las dos caras de la moneda, el pueblo harto y revolucionario en la noche y los ciudadanos decentes en el día. Que algo nos libre de todo esto para poder salir a dar por sentado eso de salir y caminar.

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