“Haremos lo que sea necesario para defender este planeta”, ésta ha sido la declaración de algunos presidentes durante la cumbre del pasado dos de septiembre. En ella han participado al menos noventa países.

[Cuaderno de bitácora:

Han pasado cinco años y los recuerdos de aquella noche aún pueblan mis peores pesadillas. El sonido de la alarma atronadora y el gas irrespirable no eran más que las primeras manifestaciones de lo que sería la extinción de mi planeta.

Aquel día estuvo terminada la nave que nos salvaría la vida, al menos la de algunos. Los pocos cientos que logramos subir a tiempo nos amontonábamos en aquel no tan amplio espacio luchando por nuestra supervivencia. Muchas familias habían quedado divididas.

Al cabo de un año resultó obvio que no todos llegaríamos a nuestro destino; la nave estaba cargada de alimentos, pero no estaban previstos para tanto tiempo, la comida comenzaba a escasear. Nadie quería tomar esa decisión, pero éramos conscientes de que era la única forma de que, al menos algunos, pudiéramos vivir, así que tuvimos que sacrificar a cien de los nuestros. Yo no quise comer, pero acabó ganando el hambre. No he conseguido volver a dormir tranquila sabiendo que mi madre estuvo entre ellos.

Tras la terrible decisión, pasamos mucho tiempo vagando por el espacio, tanto que creímos que moriríamos en nuestro vano intento por huir de la destrucción. Nuestra salvación apareció en forma de esfera azul, no sabíamos si ese planeta estaba habitado, pero sus condiciones eran aceptables y no teníamos más opciones. Los que se encargaron de diseñar la nave debieron suponer que tendríamos que buscar otro planeta y que quizás ya estuviera habitado, porque, de alguna manera poseía un dispositivo que nos hacía invisibles, el plan era permanecer unos años ocultos, observando a la especie.

Ya han pasado cuatro años y hemos llegado a aprender algunos de sus idiomas y comprender sus costumbres. También hemos conseguido comida sin que nos detecten. Mañana nos presentaremos ante ellos, pero no estoy segura de que vayan a aceptarnos (hace unos meses pude contemplar lo crueles que pueden llegar a ser entre ellos. Vi cómo algunos “humanos” debían huir de sus «países» para poder sobrevivir y, sin embargo; al llegar a su destino no sólo no eran aceptados, sino que les obligaban a volver al lugar del que habían huido), ese es el motivo por el que estoy escribiendo este cuaderno. Quiero que, si ocurre algo malo, alguien en este planeta pueda leerlo y saber qué nos ocurrió y qué queríamos. Quiero que nuestra historia no muera con nosotros.

Sólo queríamos un hogar.]

– No hay escrito nada más señora.

– Quémalo.

– ¿Cree que decía la verdad?

– Es irrelevante.

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