Mi abuelo, Pancho,  como lo llamábamos, era hijo de italianos. Como buenos inmigrantes poblaron la Argentina y tuvieron ocho hijos. Mitad varones, mitad mujeres, dos de ellas solteras.

Elvira y  Mariana vivían en la casa paterna que estaba en el centro de Tucumán. Sigue estando, aunque ya no nos pertenece y mi abuelo y todos sus hermanos partieron de este mundo hace poco más de una década. Cuando los abuelos murieron y los hermanos se casaron, las tías se quedaron solteras por elección. Elvira tuvo un novio: Mario. El abuelo le había dado permiso para que Mario le dé la mano, sin embargo la tía confesó que se besaban en el zaguán. Una noche fue el final de la relación cuando se enteró que la engañaba. Nunca quiso saber nada más con un hombre: se dedicó a coser y a cuidar a los sobrinos. 

A Mariana nunca se le conoció novio ni amorío. Murió a los 80 años, sin sufrir. Al poco tiempo murió Elvira, afectada de tuberculosis. Aunque yo creo que más se murió de tristeza, porque ya estaba sola. 

Fin

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