Un día más, un día menos. Me he despertado porque me faltaba el aire, estoy un poco mareado. No se cuántas vueltas habré dado durante la noche porque el timbre de emergencias no está en la mesita. Seguramente se habrá caído debajo de la cama. Me acerco al borde e intento inclinarme. -¡Cómo duele! – No lo veo. Tendré que esperar a que aparezca La Rosi y lo busque. – Mierda, el móvil sin batería. – Ayer olvide recordarle a mi padre que lo enchufara. Miro a mi alrededor, en el escritorio enfrente de la cama veo el iPad y el mando de la tele. En fin, no me queda otra que esperar a que vengan a por mí.

    Mi vejiga está a punto de explotar. No me acostumbro a esto. Han pasado ya tres meses desde que ese borracho chocara contra nosotros. Mi padre consiguió controlar el coche, pero yo salí despedido. Ahora podría darle las gracias a ese suicida, ya que mi esperanza de vida se ha incrementado aunque hoy, no tengo claro si merece la pena ese extra de tiempo en mis circunstancias. No, definitivamente no tengo buen día.

    Ayer fue mi cumpleaños y mis primos me regalaron un iPad Air. Todos me decían la suerte que tenía, sobre todo mis primos pequeños. Ellos están deseando poder tener su propio ordenador para jugar y resulta que soy yo el agraciado. ¿Suerte?  Si, según como se mire. Antes del accidente había dejado de salir con mis amigos de siempre porque mi vida consistía en skypear con Romantic Witch y jugar a Seafight. Estaba súper picado con un tal Casanova; teníamos un pique brutal y luego por Facebook comentábamos las partidas. Ahora solo sueño con poder andar y hablar para poder quedar en el frontón a jugar un liguilla con mis viejos amigos del básquet. Claro, sí todavía me miran a la cara….

    Cuando a mi hermano mayor  le dieron acceso a internet mi mayor deseo era cumplir los catorce para poder usarlo yo también sin restricciones de mis padres. Poder bajar pelis, música, y sobre todo jugar. Nunca me había enganchado a algo de aquella manera, me gustaban los deportes y quedar con mis colegas, pero ese juego se había apoderado de mí como el virus que se apodera del sector 0 del disco duro. Destrucción total. Mis notas  bajo mínimos y en casa bronca va, bronca viene. Los sermones continuos de mis padres diciendo que ellos siempre nos han inculcado el uso responsable de la tecnología y todos esos rollos. “Uso responsable”. Odio esa frase. La usan para todo, y claro como mis padres son informáticos se creen que lo saben todo de ese mundo. Aunque,… siendo justos,  desde que recuerdo siempre he podido utilizar el ordenador y el móvil. Eso sí, siempre con el pelo de mis padres rozándome la nuca. Según me cuentan, nada más empecé a balbucear me gustaba mucho hablar con la tata por el móvil. Si mi madre estaba fuera,  nos veíamos por skype y yo le daba besos a la pantalla pensando que era ella. A los doce me regalaron un móvil para poder localizarme ya que mis padres trabajan mucho fuera, el portátil a los trece y acceso libre a internet a los catorce, así que llevo un año que no doy pie con bola. Tenía amenaza de que me  cortarían el acceso a internet si mis notas no mejoraban y me lo limitaron a dos horas los fines de semana, pero ahora,… ahora cuando menos me apetece me lo dejan usar todo el tiempo del mundo. No, no quiero hablar con ellos por skype, ni quiero utilizar whatsapp. Los quiero aquí, en casa, a mi lado.

    Mis padres trabajan fuera de casa, mi padre es diseñador gráfico y mi madre no sé que hace. Desde que me dijeron que mi estado era estable y podía estar controlado desde casa, han contratado a La Rosi y mi madre ha vuelto al trabajo; esta fuera una semana al mes y aunque no se lo digo lo paso fatal cuando se va. Mi hermano está estudiando en Suiza y solo aparece por casa en vacaciones. Hablamos por skype y whatsapp y estamos enganchados al Candy Crush. También le echo de menos pero tampoco puedo decírselo. Él es un tío duro y se reiría de mí. Como nos vemos poco, los fines de semana mi madre nos obligaba a que comiéramos todos juntos. Es una cortapedos, siempre venía a interrumpirme cuando estaba en lo más interesante de la partida o cuando mi muñequita Romantic Witch estaba a punto de caramelo.

    – ¡Joder!, solo han pasado diez minutos. -Al final me voy a mear. Todavía no me acostumbro, aunque La Rosi me dice que no me preocupe, que es normal y que le deje hacer a ella. La semana pasada, tuve un sueño movidito. Había tenido una noche terrible, con mucha tos y me ahogaba, al final me quede dormido soñando con Romantic Witch y, el sueño se me fue de las manos porque cuando ya estábamos en lo mejor, La Rosi me despertó y echo las sabanas hacia atrás. Empezó a reírse y yo me quede súper cortado.

    Oigo el sonido de la  Roomba cerca de mi habitación. Según mi madre, este robot aspiradora es genial, lo programas y limpia el suelo de toda la casa. Se ha acostumbrado a las maquinas que hacen cosas; el día que compro al robot de cocina, nos hizo un pescado al vapor que según ella estaba delicioso. A mí me gustan más las cosas que cocinaba antes pero, ella dice que así comemos más sano y que lo programas y el solo lo cocina. Ahora todo se programa, hasta la máquina de mi bombona de oxígeno. – ¡Me he convertido en  un hombre bionico!, bueno no, pero podría llegar a serlo si este cacharro me sigue acompañando durante mucho tiempo…

    Los doctores me han dicho que el cáncer se puede curar después de un largo tratamiento de radio y  quimio, y que por suerte gracias al accidente y  a las pruebas que me hicieron en el hospital detectaron el tumor de la garganta.  Mi doctora se llama Susana, huele súper bien y tiene la voz más dulce que he oído nunca.  Romantic Witch también es genial y tiene un cuerpo perfecto, nunca hemos tenido una cita de verdad así que no se realmente como es y nunca ha querido que hiciéramos una video conferencia. Dice que le da vergüenza. Por eso y por las fotos que me envía empiezo a sospechar que todo es un montaje. Es preciosa, tiene unos ojazos enormes y esos labios me pierden pero … Podría enseñarle a mi padre la foto y seguro que me dice en menos de un segundo si el tema esta trucado o no. Pero no quiero que fisguen en mi intimidad. Susana me llevo al laboratorio donde investigan el cáncer y había tantas maquinas, cables y ordenadores que me entraron escalofríos. Ella me decía que todo lo que veía allí era tecnología para curar, que internet además de para los juegos y las redes sociales también  se podía utilizar para otros fines, como para que compañeros suyos de otros países compartieran entre todos los avances médicos y pudieran así desarrollar nuevas técnicas para solucionar y mejorar la vida de los chavales con cáncer y otros problemas.  Al salir del laboratorio, en el pasillo vimos a una niña que llevaba un casco lleno de cables en la cabeza. Susana me dijo que esa niña era muy valiente, que era sordomuda y que estaban probando con ella un tratamiento experimental para que pudiera oír y volver a hablar.

    Mañana empiezo la  radio y Susana me ha explicado qué me va a pasar, estoy muy asustado. No  tengo que llorar, pero no puedo evitarlo. Encima mi madre llegará de madrugada y aunque ha prometido que el resto de la semana estará conmigo no es suficiente. – ¡Los necesito ya! – Quiero decirles a todos que los necesito, que quiero verlos y que quiero tocarlos. Quiero estar con mis padres y que me acurruquen en sus brazos. Necesito que me hablen y que estén conmigo. No quiero vídeo conferencias por Skype, no quiero mensajes por whatsapp, ni por LINE, ni por Telegram. Necesito oír la voz de mis padres. Quiero que mi hermano me gaste sus bromas y pelearnos como cuando éramos pequeños.

    – ¡Buenos días Simon!

    – Por fin.., ya se me estaban escapando gotitas de pis. –  Le  hago señas a La Rosi de que me estoy meando y rápidamente me pone la bacinilla. – ¡Uff, menudo alivio!  – Y ahora que La Rosi me limpie, me vista y a jugar que tengo que librar una gran batalla en alta mar. Iré a la lucha pero no luchare solo.

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