¡Por fin soy libre! ¡Por fin puedo volar!

Me desprendo.

El otoño me arroja, me eleva y me hace girar en el aire una y otra vez. ¿Adónde voy? No lo sé. ¿Acaso lo sabes tú?

Y no es el destino lo que importa. Lo que importa es lo que encuentre en el camino. Los sentimientos que despierten en mí durante el viaje. Deseo cruzar ríos, atravesar montañas, bosques y oler la brisa del campo y la salinidad del mar. Oír el cantar de los pájaros, el rugir de un volcán y la sonrisa del agua convertida en cascada al caer.

Y así seré feliz.  

¿Dónde acabaré? No lo sé ¿Acaso lo sabes tú?

Finalmente aterrizo y desde el andén lo veo venir. El tren pasa a toda velocidad, me hace girar de nuevo, ¡vuelo, vuelo, vuelo…! Y vuelvo a caer. Desde el andén veo las vidas pasar. Dulce otoño que me ayudó a viajar. Ahora observo, miro, escucho el murmullo de la gente y me encuentro con más hojas amarillas, secas y divertidas que algún día dejaron su hogar.

Me encuentro bien desde el andén viendo la vida pasar. Sonrisas, llantos y abrazos que en el aire conmigo volarán.

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