Cuando decidí probarla, estaba segura de lo que estaba haciendo. Lo hice consciente, serena, con una pequeña sensación de alegría por haberlo logrado.

Pasaron días para poder llegar al viaje. Mientras el tiempo pasaba yo me cuestionaba si el procedimiento era realizado con certeza. Al cabo de cinco días, pude llegar a experimentarlo… Ninguna sensación es igual. Me sentí en calma conmigo misma y con el ambiente. El viento rosaba mis mejillas y yo podía sentirlo como una suave caricia, los olores se agudizaban, y mis ojos veían con una precisión tan exacta que no voy a olvidar jamás como el rocio colgaba en las hojas del pasto.

Mi mente no pensaba, todo se detuvo en ese instante. Mi primer experiencia de viaje.

Tanta paz, tanta sincronía universal, ¡cuanta energía en el aire!

Mucha información llego a mi esa noche… Tanta belleza hay en el mundo por sentir y descubrir que un solo viaje basta para poder despertar a ella.


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