Cuesta cada vez mas no caer en lugares comunes, en frases ya dichas, en expresiones desgastadas por la cursilería. Por eso elijo refugiarme detrás de las palabras que solo vos entendes, porque si, porque así es más fácil y porque al final de cuentas todo es… como vos quieras…

Los años que se alejan son como los kilómetros que van quedando atrás, el camino se hace vida al recorrerlo y vos lo transitas sin más preocupación, sin enrosques ni cuestionamientos, sin edad ni tiempo, más allá del hoy, del ahora, con la inocente conciencia de que lo que realmente cuenta es el momento vivido.

Y yo te miro y te digo “…noooo Coco…” y vos te reís como siempre, con la risa ancha, sabiendo que mi miedo infundado no le pega ni en el palo a tu seguridad, pero por las dudas me haces sonreír.

Y empiezo a entender de a poco tu mundo particular en el cual me preguntas -¿dónde se fue el mar?- que con una rápida deducción comprendes que se fue a dormir la siesta para venir mas tarde a encontrarse con nosotros en la ronda de mate.

Y ahí también están los cangrejos y los cuises y la liebre y el pingüino o algún bichito para acariciar.

Y aparte esta el agua que te deja ver los pies, te envuelve con su calor y te trata bien, tranquila sin apuro ni revolcadas. Y más allá aparecen las piletas que no son piletas, la arena que se transforma en piedra que a su vez se aleja en el agua y más tarde se vuelve a asomar.

En ese mundo yo te acompaño y… “estas lindo vos”…

Ahora tu universo se volvió de un blanco rosáceo, de un paisaje lunar interminable, el viento te hace correr y reír, el sol te vuelve cada vez más naranja, más radiante, más luminoso y mientras vos jugas con tu sombra que se alarga inútilmente tratando de encontrar el borde de ese océano infinito. A tus pies la alfombra blanca te seduce, cortaplumas en mano no podes resistirte a raspar el piso para llevarte aunque sea un pedacito de huella, un recuerdo en vivo que ahora formara parte de lo que sos.

Mientras del otro lado de la cámara te observan unos ojos verdes bien abiertos que cuando te miran se vuelven más claros porque reflejan tu alegría y… “estas lindo vos”…

Unos kilómetros más al norte el suelo se volvió baldosas de ballenitas que se abren paso bajo tus zapatillas y caminas por calles que ya no son calles y que a pesar de no haberlas caminado nunca las sentís muy tuyas, quizás evocan algún recuerdo escondido de aquella infancia tan dulce. El sol del atardecer se animo a aparecer al final del día gris colándose tímido y anaranjado entre las ruinas y vos con ademanes de experto construis en el imaginario los edificios que alguna vez fueron y ya no están.

En ese lugar también hay una carpa a medio armar que ni tenías en la memoria pero que nos refugia de la lluvia que afuera cae constante y que adentro se hace eco de los demás ruidos y entre todos ellos se escucha como un susurro… “estas lindo vos”….

Y ahora tus brazos abiertos acaparando lo mas que puedas el espacio como si quisieras dejar una marca, una señal de que estuviste ahí. Los brazos abiertos siempre, en cada lugar que estas y es así porque de eso estas hecho de brazos abiertos, de sonrisas amplias, de ojos sinceros, de risa fácil, de palabras simples, de bromas constantes, de sentimientos honestos y todo eso que parece poco te hace inmensamente grande…

Antenas paradas, ojotas que vuelan, remera bordo y el camuflado…

Un brindis en la llanura blanca, un asado al pie de la meseta y otro brindis por las dudas en el acantilado…el mundo es tuyo…

Y todo eso también sos vos….

Y estas lindo vos…. Siempre estas lindo.

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