Contengo el aliento.
Me paran.
Me registran y me meten en una sala donde abren mi maleta y revuelven entre mis cosas.
Rezo para que no se den cuenta de que llevo más ropa de lo que necesito para unas simples vacaciones.
Mientras, me dicen que es un proceso normal.
Me recorre un sudor frío por la espalda, intento que no se note que estoy temblando, nerviosa y a punto de estallar en sollozos.
No me pueden hacer volver; no puedo volver!!!!
Allí solo me espera miseria y muerte.
Aquí no lo se, pero con la incertidumbre puedo vivir. Con miedo a morir no.
Todo esto me nubla la mente, mis ojos solo ven la pila de muertos que había en la plaza y la gente escondida detrás de la ventana, incapaces de moverse.
Yo evoco a mi hermano tirado en el suelo con dos disparos en el pecho, desengrasándose. Sus últimas palabras: «lucha por vivir.»
Grabadas a fuego me acompañan allá donde vaya.
Durante el vuelo, recuerdo mi infancia y todos los planes que teníamos mi familia y yo. Demasiados para gente como nosotros.
Somos los primeros que caemos cuando comienza una guerra.
Tengo el cuello empapado en sudor. He luchado mucho para llegar hasta aquí y ha muerto gente para que yo lo consiga.
Esto no me puede detener. Necesito entrar.
Mi desesperación se huele a kilómetros.
Me hacen las preguntas rutinarias para las que me he preparado a conciencia para contestar sin titubeos y no se como, pero consigo hacerlo con una firmeza que hasta a mi, me sorprende.
Después de unos minutos interminables, me dicen que puedo proseguir y me dan la bienvenida.
Logro andar con aparente calma, a pesar de que lo que necesito es salir corriendo.
Me refugio en el primer rincón que encuentro, lejos de lo que a mi parecer son ojos curiosos. Y me derrumbo.
Por primera vez, desde que inicie mi viaje, me permito llorar.
Lo hago por todos los muertos, por todos los mutilados, por todos los detenidos, por mi familia asesinada sin piedad y por mi.
Por haber logrado lo que tantos ansiaban: la libertad.
Y es por ellos, por los que debo luchar y pelear para hacerme un sitio en este país.
He sentido mucho miedo y sigue conmigo. Creo que lo hará siempre y el horror me perseguirá por las noches.
Pero de una cosa estoy segura, esto es un comienzo. Mi nuevo comienzo.
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