EL CLIMA

La helada se volvió cálida. Viajabamos en aquel barco todos por la misma suerte. Dolores tanto físicos como espirituales, parecía vertiéndose en un caldero en el que éramos el mejunje. Padecimos cincuenta hombres y yo, distribuidos en dos de las cubiertas que tenían debajo del navío, el maldito viaje a una tierra que según nos habían explicado era la prosperidad de una nueva vida .

-creo que hemos llegado…- dijo uno que estaba cerca de un ojo de buey

– ¿y como te has dado cuenta?- preguntó otro.

-por el clima-. y todos nos tumbamos con su voz… y lo dicho.

Cuando oyeron el grito del patrón del barco, nos levantamos sabiendo que ya habíamos llegado y el fruto que nos prometieron que estaría a nuestra disposición en aquella rica tierra, estaba más cerca.

Apenas abrieron la verja nos hicieron hacer dos filas y salir de forma despacio y en orden. .El hecho de ver la luz del sol luego de tantos días, hizo que mis ojos volvieran a soñar. Al estar todos dispuesto en la cubierta, el capitán comenzó a vernos uno por uno y con cara ceñuda y una cicatriz desde la ceja hasta la mejilla derecha gritó:

-Hombres de España… hemos llegado al País de los Milagros… Han pagado con su lucha en estos años de sangre y hambre en nuestra tierra. Hasta aquí ha llegado mi ayuda, su libertad depende de ustedes, Adiós- y volvió a su camarote.

Todos nos miramos y nos preguntamos ¿qué haríamos? habíamos llegado a lo deseado.

Un hombre corpulento fue el primero en salir del silencio.

  • Yo ire a una taberna, quiero tomar un bebida-

otro salio con mas ganas diciendo que iría a tomar un baño.

Y así todos fueron dejando el barco mientras comenzaban a dirigirse hacia diferentes sitios. Ya no había miedo, La guerra estaba lejana y lo perdido allí nos seguirá chocando el alma, pero teníamos que lograr saber avanzar.

Antes de bajar del barco abrí mi diario. Lei las primeras palabras y seguí hasta el final, allí estaba mi ángel, mi vida, mi razon de ser, mi hija. Una foto que hacía que me sintiera mejor.

Tenía que ser fuerte por ella y luchar desde donde estaba. Volvería en algún momento, volvería a mi patria. Pero por otro lado me hice un momento para pensar en el “caudillo”. La bosta hecho hombre. ¡ya! mejor olvidarlo… o al menos por un tiempo…

Mientras caminaba por el puerto iba conociendo el ambiente y lo que se podía percibir en el. Había puestos de venta de alimentos, como pescado, pan, frutas, verduras y carne, y ademas se veia gente desesperada y no entendi el porque.

En un momento dado un niño de ocho años, me arrebato mi libreta y comenzó a correr.

corrio y corrio, yo iba detrás de él a grito pelado diciendo:

-¡Niño niño! vuelve ¡aquí!

Hasta que en un momento el niño entró en lo que parecía una taberna. Al entrar todos los que estaban en la recinto se dieron vuelta y yo temí por mi. En ese instante vi al niño que abrazaba a una mujer y de la boca de ella:

-¿quién es usted? ¿que quiere con mi niño?

– ¡su hijo me robo mi libreta! exclame

-¿es eso cierto carlos? preguntó la madre

y el pequeño casi por romper en llanto hizo una aprobación con sus cara y no dijo ninguna palabra.

La madre disculpándose, le pidió que me diera la libreta y lo tome sin antes decirle que no lo vuelva a hacer.

La madre me dijo que me acercara; me invitaria una copa.

-¿ no eres de por aquí no?-

y acenti diciendo que era español

La mujer que para este momento me había dicho su nombre… Blanca

me pregunto si yo era un exiliado.

Por temor dude en decirle quien era en mi pais, pero me dije a mi mismo que no necesitaba esconderme más y le platique que trabajaba para un periódico demócrata llamado “El Español” y que mi nombre era Luis

  • Estos años fueron de una cavidad enorme, la dictadura del “caudillo” había decapitado la segunda república y todo el aparato económico estaba enfermo.

Blanca me oía y oía pero parecía absorta, como si supiera que lo que le relataba de alguna forma lo entendía.

-Blanca… Blanca.. ¡Blanca! y me miró fijo

– tu no sabes dónde te has metido- dijo-

-¿de qué coños me hablas?-

se acercó a mi oreja y despacio en un susurro:

-Aquí estamos en dictadura…

No pude razonar y le pedí por favor que me indicara el baño, mi estómago daba vueltas y tenia nauseas. LLegue, me moje el rostro y lave mis ojos varias veces. No podía entrar en razón.

Al salir del baño me acerque a Blanca y le pedi si tenia un cigarrillo, necesitaba tener un momento a solas.

Mire el muelle, luego las estrellas y la luna que apenas asomaba. Tome de mi bolsillo mi libreta y volví a ver la foto. Mis lágrimas la mojaban.

– ¡¡yo tendría que haber muerto y no ella!¡¡

Me tendí sobre el suelo y termine el cigarro.

En ese momento salio Carlos de la taberna y preguntandome si queria un caldo, le dije que si.

Blanca me acerco la sopa y la tomé con ganas, el pan era espléndido, pero el vino era aún mejor.

Blanca me invitó a pasar la noche en su casa, al principio negué pero entre en razón ¿Donde iría?

Los tres nos marchamos y cuando cruzamos una calle empedrada que hizo que recuerde Madrid, alce la mirada al cielo y le dije a Blanca, casi con inocencia:

-Que raro el clima…-

-¿Por qué? ¿Halla es igual? -Pregunto Blanca

yo frene por un instante y le dije sonriendo:

-Si … por estos tiempos si.

                                        FIN

               

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