Sabores del más allá

Dicen que puedes saber si alguien que ha fallecido está a tu lado, cuando sientes su aroma.

Fue lo primero que percibí aquel día, cuando abrí los ojos. Una sensación fugaz. De esas que te hacen girarte, esperando encontrar ese pequeño detalle, que despertó en tu memoria un recuerdo de tiempos pasados. Un recuerdo lejano. Tan lejano como el antiguo horno en el cual, cada año, la noche de San Juan, mi abuela cocinaba lentamente el bizcocho. Era el aroma de la harina, del azúcar y la canela. De la piel de naranja. De las piñas que habían cogido en el bosque y habían partido sobre la madera de la cocina. Aún puedo ver mi mano diminuta intentando coger unos cuantos de aquellos deliciosos piñones que olían a resina. Y las ganas de probarlos. Y cómo respiraba hondo intentando llevarme impaciente, en cada bocanada de aire, un pedazo de aquella maravillosa delicia que aguardaba en el horno.

-Solo unos pocos- me decía- Son para el bizcocho.

¡Cuánto cariño en aquellos ancianos ojos! Es curioso. Hay momentos de la vida, momentos sin importancia, que se quedan escondidos en la memoria durante años. Como si nunca hubieran existido. Y de repente, vuelven. No sabes bien por qué. Pero cuando reaparecen, cruzan tu alma con la fuerza de una tormenta.

Ese día, el recuerdo era una brisa cargada con las fragancias de mi infancia. Por un breve instante, aquella brisa que olía a pino, a naranja, a canela…paró el tiempo. Y se detuvo en aquellos momentos en los que, traviesa, esperaba un descuido para hundir el dedo en la masa dulce y esponjosa del pastel.

Respiré hondo, intentando retener en aquella bocanada de aire, todos y cada uno de aquellos instantes de mi pasado. Pero solo fue un breve instante. Porque hay recuerdos que son efímeros. Y por más que quieras retenerlos, se desvanecen en el tiempo como el perfume de la mañana con el viento.

Dicen que puedes saber si alguien que ha fallecido está a tu lado, cuando sientes su aroma, perfumado, como delicadas flores del más allá.

Yo lo sentí aquel día.

-Te echo tanto de menos abuela.

Música: Kai Engel «January»