Tocarnos, como quien sale al campo a alcanzar los frutos mas «pintosos» del árbol peligroso que siempre se está cayendo.

Entonces acercarnos, como no volvimos a hacerlo despues de aquellos días, en que comenzamos a cercarnos. 

Escucharnos, ayudarnos, entendernos, como nunca lo hicimos y debimos hacer.

Apoyarnos, como si por falta de apoyo se afianzara el otro poder.
Visualizarnos, en un mejor «tiempo otro», un mejor «espacio otro».

Abrazarnos, como pidiendo que la cercanía nos recuerde lo que es no temernos los unos a los otros.

¿Asustarnos? si ya dejó de funcionar el enemigo forzado y el terrorismo hipocondríaco de aquellos días-

Cultivarnos, como cuando fingiamos hacerlo por nosotros, pero era para otros.

Volver a tocarnos, saludando, despidiendo, agrediendo o consintiendo.

Esperando, el momento de acabar la rutina para…

Reunirnos, como compartiendo nuestras obras con todo el mundo aunque el mundo fueran unos pocos presentes.

Reírnos, como cuando reir no asustaba por soltar gotas de saliva o estar cerca de las de otros.

Acompañarnos, como si aún caminaramos al lado del otro.

Tocarnos, como cuando no lo hacíamos solo con el alma o con los recuerdos.

Recordarnos, como cuando no dejabamos olvidar a los presentes.

Valorarnos, como quien valoraba lo que no tenía.

Tocarnos, desde nuestras casas a las de otros, sin palparnos.

Medirnos, como hace tantos años antes que este desorden nos abarcara a todos y nos prohibiera, como si de mandato divino se tratara, poder tocarnos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS