Más allá de pantallas

Más allá de pantallas

Cuando era pequeña, me encantaba quedarme en casa, aislarme del mundo y pasarme horas leyendo, ajena a la realidad. Hoy, eso es lo único que puedo hacer y daría casi cualquier cosa por poder salir a la calle. Extraño los abrazos. Querría volver a la cafetería de siempre y que me traigan mi café sin preguntarme si quiera. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a echar de menos las rutinas? Ya no odio los lunes, por favor, que alguien los traiga de vuelta. Apenas recuerdo ya lo que era tener una persona delante de mí. En ocasiones paso muchas horas seguidas sin hablar y a veces se me olvida que tengo voz. Quizá el destino notó que mi inspiración se había secado y me envió nuevas razones para escribir. Mensaje recibido, destino, gracias, ya podemos volver a la realidad, ya buscaré yo sobre qué escribir. Ahora que todo esto es real, se palpa el miedo. Hay miles de niños pintando esperanza en forma de arcoiris y un sinfín de corazones que ahora laten con más fuerza para ayudar a que todo esto pase cuanto antes. Estas cuatro paredes se me caen encima y he olvidado el significado de la palabra «libertad», pero aquí estoy, pidiéndole al destino que esto termine cuanto antes, que la pesadilla llegue a su fin y volvamos nuevamente a soñar bonito, juntos, y no solo a través de una pantalla.

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