Mi hermana dormía plácidamente, yo, apenas daba vueltas en mi cama, serían las diez de la noche cuando Luisa me llamó, mi corazón al galope apenas pudo frenar al escuchar su voz, fue como escuchar las mirlas en los limoneros. – ¿Estás sola? te deseo, quiero estar contigo. Quedé sin palabras, con voz entrecortada le dije: – Espérame, no tardo. Desde que nos conocimos surgió una atracción muy fuerte entre las dos, algo inexplicable, pero bonito. No tengo ningún problema, me gustan las mujeres y punto, pienso que la vida es una sola, y uno debe vivir las experiencias que esta le provee, pero por su parte, la cuestión era diferente, por que no debe ser fácil a los 58 años enamorarse de una chica de 23 años que podría ser su hija. Solo la noche silente, fue testigo de aquel desenfreno de loca pasión; Luisa tenía todo preparado, una botella de vino y música de Marc Anthony. Recuerdo como si fuera ayer lo feliz que fui con ella, en ese momento se hubiese terminado el mundo y a mí no me hubiera importado; No hubo parte de mi cuerpo que ella no besara, no existe una caricia ni una frase de amor, que no hiciera parte de nuestro idilio, idilio que llegó hasta el amanecer.

-Ahora ¿qué vamos hacer? le dije en la mañana cuando los pájaros nos despertaron con sus trinos, yo debía marcharme porque si no, mi hermana se daba cuenta que no había pasado la noche en casa.

-No sé mi nena, lo único que si te garantizo es que amanecí muy enamorada y no me importa el mundo, me dijo tapándose la cara con la sábana, plena de timidez. – A mí me duele todo, le dije mientra sonreía con picardía ¿nos vemos en la noche?

-No mi cielo, debemos ser un poco prudentes, para evitar comentarios de los vecinos. Salí para mi casa como alma que lleva el diablo, cuando llegué, mi hermana ya estaba en la sala, esperándome preocupada por mi ausencia, le conté que estaba con unos amigos del pueblo, que me disculpara que no se repetiría, ella se tragó el cuento; Solo Dios sabe la paciencia que me ha tenido a través del tiempo, ahora, valoro mucho lo que ella hace por mí, algún día tendré el valor de contarle mis aventuras.

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