Rosseau afirmaba que el ser humano no era social por naturaleza, pero que no dudaba de su bondad. Y no le quito la razón. No somos sociales, es más, la sociedad está siendo destruida por sus creadores: nosotros. ¿Raro, verdad? Según él, vivir en sociedad era como un contrato social, un pacto. En él, se entregaban los derechos individuales de cada persona a una voluntad general, aunque esa voluntad general no siempre estaba aprobada por la mayoría. Está teoría había sido afirmada también por Locke y Hobbes, que éste a su vez decía que el hombre era un lobo para el hombre. Sinceramente, estoy de acuerdo con Rosseau y Hobbes. Nuestra sociedad es un pacto donde damos parte de nuestros bienes a una voluntad general para conseguir un bien común, aunque no todos han aceptado la entrega de esos bienes para constituir un único bien. El ser humano nunca fue sociable, ni generoso, sino egoísta y solitario. ¿Acaso Adán no culpó a Eva de coger el fruto prohibido? Primero nosotros, luego los demás. Y este desacuerdo social, el egoísmo, hace que surgan movimientos radicales, convirtiéndonos en nuestros propios enemigos. En nuestros propios lobos. ¿El racismo? ¿El machismo y hembrismo? ¿La homofobia? Son resultado de esa mayoría que no quiso el bien común. Y no, no son revolucionarios, sino personas que pensaron que su verdad, era el bien común. En cambio, las personas que sí luchan por ese bien intentado romper las barreras de los que se creen superiores, sí son revolucionarios. Los sofistas de la antigua Grecia, creían que este pacto podría romperse o cambiarse si alguien no estaba cómodo, yo creo que la sociedad es una pacto tan fuerte, construidos sobre unos pilares tan intocables, que es imposible de romper. Desde nuestros orígenes, nos creemos invencibles, imposibles e inmortales. Creamos el fuego, dimos vida, empezamos a comunicarnos a través de la escritura, inventamos, colonizamos… Pero también, provocamos incendios, quitamos vidas, utilizamos las vías de comunicación de la forma más primitiva posible, invertimos capital en inventos tecnológicos que facilitarán pequeñas molestias de nuestra vida en vez de ayudar al mundo, acabamos con las culturas y tradiciones de esos lugares… Somos el enemigo que el hombre tanto teme, y no, no venimos de Marte ni alzamos nuestra mano desintegrada por encima de la tierra mojada. Y sí, podríamos concienciar a esa mayoría que no quiere el bien. Podríamos conseguir un gran cambio y pensar que hemos podido cambiar ese pacto. Pero siempre, habría alguien que seguiría con sus ideales, que se creería Dios, y volvería a crear esa mayoría. El ser humano es egoísta, y hará todo lo posible por volver a sentirse en el cielo aunque este en lo más profundo del infierno.
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