LÍVANO
En aquellas épocas en que los españoles invadían nuestras tierras y José de San Martín aún no soñaba con la libertad, una antepasada mía era forzada a casarse con un general perteneciente al Virreinato de Nueva Granada llamado Sebastian, del cual se decía era capaz de vender su patria por 2 bolsas de oro y 1 de plata. Mi antepasada llamada Inti Rumi, cuyo nombre era en honor a nacer bajo un sol brillante y poseer unos ojos casi plomos como las gigantescas rocas que formaban nuestros templos, era huérfana de padre y madre, ella junto a sus hermanos fueron albergados por un avaro tío, el cual prefirió venderla antes que educarla. Pero este tío desconocía los conocimientos medicinales que esta antepasada mía tenía, ella criada bajo nubes de algodón y un cielo casi cercano, desde niña había visto más allá de lo que el tejido y la preparación ancestral de la chicha ofrecían a la vida, ella disfrutaba de las maravillas de la flora, recolectaba plantas y las asociaba según su actividad ante un padecimiento, ayudaba a sanar a los esclavos y protegía al débil, preguntaba a los ancianos sobre tratamientos que se le daban al Inca cuando este enfermaba, y los anotaba en su diario, un diario escrito en aimara y quechua, una combinación que solo ella podía entender. Sebastian era un general muy inteligente, adelantado a su época, el cual se impresionó tanto de estas habilidades que enseguida negocio con el tío de ella para obtener su mano. Inti Rumi claramente no estaba de acuerdo con esto, por lo que ideo un plan para terminar con el matrimonio forzado y alejarse tanto de su avaro tío como de sus estoicos hermanos.
En el octavo viaje de Sebastian hacia sus tierras, al norte de nuestro país, Inti Rumi lo acompaño con la excusa de entallar su vestido de bodas. Sebastian aceptó sin saber que en su camino de Lima hacia Trujillo, uno de los caballos enfermaría milagrosamente, quedando abandonados en una especie de desierto, bajo un sol intenso y sin una sola gota de agua, Sebastian que estaba acostumbrado a este tipo de condiciones, decidió cortar una especie de cactus que se encontraba a montones cerca del camino con el objetivo de hidratarse, Rumi muy hábil sabía que no se trataba de cualquier cactus, sino de uno utilizado por el hampicamayoc como alucinógeno en rituales religiosos en aquellas épocas donde no existía pólvora en nuestras tierras, como consecuencia Sebastian, cuya mente ya no estaba en este mundo, no pudo darse cuenta de que Inti Rumi ya no estaba para cuando él despertó.
El resto de la historia es que Sebastian al despertar no encontró a su novia, pero su caballo mágicamente (por obra de ella) se había recuperado, por lo que logró llegar a Nueva Granada sano y salvo, Inti Rumi en su camino al Cusco, lugar donde ella nació, se topó con una feria árabe, enamorándose perdidamente de un profesor de matemáticas, siendo él el causante de que nuestro apellido fuera Lívano y que las comunidades hasta el día de hoy nos traten con indiferencia, debido a los maltratos que atravesaron en aquella época en que fuimos invadidos, ya que en nuestra comunidad la mayoría posee apellidos en quechua.
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