COMENZAMOS CON LA PATA IZQUIERDA

COMENZAMOS CON LA PATA IZQUIERDA

Llegué a mi primera familia a los dos meses de edad con un moño rojo en el cuello, como obsequio para un niño en su cumpleaños numero nueve, quien se puso muy feliz al conocerme, comimos torta y jugamos a la pelota, por la noche me permitió dormir en su cama mientras su madre la alérgica discutía con el esposo por haberme traído a casa.

La misma señora con la que me quedé a solas una mañana, porque su esposo salió a trabajar y el chico se fue para la escuela, se me acercó y me acarició, me dijo: perro lindo y a continuación se sentó frente a mí, destapó un paquete de Doritos y miró como me babeaba por esos deliciosos triángulitos naranjados y crocantes con olor a queso que venían en el aire y que yo atrapaba con destreza, se mostró asombrada por mi supuesta habilidad y yo estaba feliz de haberme ganado su cariño, rato después tomó el collar y me invitó a salir, yo accedí con la cola, andamos un largo camino, hacía mucho sol y yo estaba sediento de comer tantos Doritos, de pronto nos detuvimos en una banca, ella se agachó, me acarició y me dijo: perro estúpido, amarró el collar a la pata de la banca y se fue como si no me conociera.

La segunda familia que tuve, la conocí a mis dos meses de edad, cinco horas después de ser amarrado y dejado por esa linda señora, un habitante de la calle muy vicioso fue quien me desató y me adoptó esta vez, recuerdo que estaba tan drogado que no paraba de decir que me enseñaría a hablar y a escribir, el condenado ese lo logró, tengo un diario donde escribí los desafíos callejeros que enfrenté a diario junto a mi amo y mi maestro loco y hermoso.

La ultima vez que lo vi, íbamos en contra de nuestra voluntad en una camioneta, solo por dormir en un parque a la madrugada, le pegué un mordisco a uno de nuestros raptores quien me lanzó por la ventana del auto en movimiento y nunca supe más de ellos, me partí las patas y los dientes con la caída, por eso no pude hablar ni escribir durante un rato, rescatado malherido por unos policías, me llevaron al veterinario, donde me pusieron yeso en las patas y prótesis dentales, luego de mi rehabilitación, fui integrado a las fuerzas militares y debido a mi capacidad super animal de comunicación, fui ascendido en la institución hasta el rango más alto, general de diecisiete soles púrpura.

Mi primera familia me vio por televisión en las noticias y al enterarse que yo ya era famoso e importante, me contactaron y me pidieron que volviera con ellos, yo accedí con la cola.

Abro los ojos, todo fue un sueño, sigo en la casa con el niño del cumpleaños y me les acabo de orinar en la cama…

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