Nota previa:
Este escrito comprueba lo que siempre supe. El maldito de Kevin que siempre se dejó lo mejor para el final. Aunque nadie me crea, estos libros prueban mis distintas teorías acerca del «23/04». Estos textos son mi seguro de vida. Hoy iniciaré mis investigaciones con la fe de quien sea que además de mí las encuentre, conozca la verdad.
Atta.: «C»JN. Código#21.
Capítulo uno: (0,0)
Existe un testigo clave de todas las atrocidades que trazaron de mi mente a la acción. Soy la víctima y el perpetrador. Me convertí en un mapa de prueba y error de desesperados intentos por acabar con este castigo. La dicha que muchos desean, es mi desgracia.
Soy espectador de los últimos segundos del don y no siento ningún remordimiento, eso es el presagio que da cabida de lo que sucede.
Las paredes de mi habitación están bastante dañadas, llenas de moho. Sentado en una de las esquinas del recinto, en un piso de concreto con muchos hoyos, empezaré este intento de ayuda.
Ya pasaron más de treinta minutos. No se me viene nada a la mente que escribir. En lo único que pienso estimado Doctor, como usted podrá anticipar es en la ejecución de mi retorcido plan. Siento ansiedad por lograrlo. Jalo mi cabello con fuerza. Mi respiración se acelera. Cada vez considero más realizarlo, pero es aplacado por el ya conocido resultado. No tengo nada más que contar, por lo tanto he aquí la historia:
Entré a un gran auditorio. Un ambiente frío daban cabida a un gran vacío en mi estómago sumado a unas ganas de vomitar inoportunas.
Tomé asiento en la primera fila.
En una silla de oficina que estaba junto a un escritorio, se encontraba sentado un señor bastante particular. Era viejo, con el cabello gris, con el ceño fruncido, de ojos pequeños y negros y con unos anteojos enormes. De una boca pequeña, contextura delgada, bastante alto, vestido con pantalón y saco café.
William Foster nos expuso sobre su infinidad de títulos, de lo importante que él era para la comunidad de abogados y de lo difícil que sería pasar como él lo llamaba «el valle de lágrimas que lo tenían como su creador creador». Todo esto me parecía más que innecesario Doctor. Su discurso sobre la importancia de lo que haríamos de ese día en adelante me tenía luchando por no quedar dormido. Después de perder una hora de mi vida en el pupitre se decido por hablar de temas relevantes.
Camino hasta la pizarra. Tomó una tiza que se encontraba en el escritorio con sus manos blancas bastante maltratadas y escribió las palabras «Ley» y «Verdad» las encerró en un círculo por separado. Dio media vuelta y comentó:
⸺¿Cuál es la relación entre tales términos?
El salón estaba en un completo silencio, esperando escuchar su argumento.
Un joven de raza negra alzó la mano.
William caminó hasta quedar al frente de aquel individuo con sus manos atrás. Dio pasos lentos, como el escenario se encontraba en pleno silencio estos retumbaban con una gran fuerza.
⸺Lo escucho.
Aquél hombre se puso de pie y respondió tartamudeando:
⸺Nosotros debemos defender la verdad para que la ley pueda hacer honor a su propósito inmediato el cual es la justicia.
El profesor soltó una risa, aplaudió a mi compañero, dio media vuelta, y apuntó en la pizarra «Justicia». En su escritorio reposó la mano derecha. De espalas se dedicó a refutar la posición de mi colega:
⸺Esa respuesta suena muy bonito⸺dijo cuando se volvió a su público⸺ ¡Quien tenga la misma posición que este joven! por favor, abandone mi clase.
Tuve que tapar mi boca para no reír por dicha humillación. Mire a mi compañero el cual se encontraba a unos dos campos hacia la derecha. Parecía que lo iba a matar con la mirada. Hasta que al fin me estaba entreteniendo.
⸺A pesar de las locuras que dice su compañero, puedo entender porque existe esa noción. Con nuestra actualidad económica y el creciente riesgo de una guerra, la noción popular es un clamor incesante de justicia. Pero no se dejen engañar por la noción de que si van a participar del sistema judicial estatal, van a hacer justicia. La relación entre ley y verdad no existe. A cuantos integrantes de La Orden de los Aliados por la Paz, he sacado por presunta conspiración contra el Gobierno. No me alcanzaría el año para contarlos. Tal vez se pregunten «dónde queda la justicia» adivinen que señores, yo necesito comer. Mi trabajo y el muy remoto, lejano casi imposible futuro de ustedes es crear dicha relación y que la misma sea convincente.
El profesor caminó en silencio hasta quedar al frente de la primera fila. Observó algunos rostros. Se dirigió con una voz muy fuerte hacia su público extendiendo los brazos:
⸺Recuerden señores que hay verdades increíbles y mentiras muy bien fundamentadas.
Cuatro golpes en la puerta lo interrumpieron. Él se quedó mirándola fijo. Volvió a sonar, la misma cantidad de toques. William se dirigió con rapidez a atender. A lo que se pudo apreciar, era un joven con un paquete en manos. No pude oír lo que dijo, pero sea lo que fuere tenía tanta importancia para el profesor que nos indicó:
⸺Muchachos, pueden irse.
Todos salimos del salón, pasé justo al lado de William y el repartidor con la mirada en el suelo, no pude ver cómo era la persona que le entregaba el paquete.
Intrigante verdad Doctor ¿Qué puede ser tan relevante para despachar a toda la clase?
Había llegado la hora. Esperé a que la aglomeración de personas se fuera y me coloqué detrás de la esquina que doblaba hacia el pasillo con la esperanza de escuchar.
Entre murmullos soló pude escuchar que quien entregaba el paquete decía:
⸺Ha regresado.
Aquella respuesta no cumplía con mis expectativas, esta era una oportunidad invaluable.
⸺Pero, ¿Ella esta lista? ⸺dijo el profesor entre dientes.
Asomando un poco mi rostro pude observar como el mensajero entregó el paquete.
Por un instante pensé que el profesor fijó su mirada en mí. «Maldita sea» pensé. Todo el tiempo que había invertido en encontrar el lugar donde trabajaba y la clase que daba estaba a punto de perderlo. La idea de que el sujeto reaccionara me aterraba. Mas una perturbadora suerte me acompañó. En aquel momento pensé en lo conveniente de todo esto. « ¿Tal vez no pasé desapercibido? ¿Ya sabía lo que estaba haciendo?»
William tomó con rapidez del brazo al cartero:
⸺Por qué no entramos a conversar de esto en el auditorio, así estaremos más cómodos.
El muchacho se acercó asechando a su receptor:
⸺Recuerde que solo debe hacer que él vaya al museo.
Sentí que algo tocaba mi espalda. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo a la hora del contacto. Mis manos temblaban del temor por lo que era evidente. Una voz gruesa me susurró al oído:
⸺No se mueva ni vuelva ver hacia atrás o jalaré del gatillo.
Una mezcla entre reaccionar de manera violenta ante tal amenaza y temor por mi vida eran lo que originaban que me encontrara paralizado.
Un susurro al oído fue utilizado como llamado de advertencia.
⸺Acompáñame hasta el baño. No se le ocurra correr o gritar ¿Ha entendido?
Asentí con la cabeza temeroso.
Caminamos hasta el lugar acordado manteniendo un orden, Él siempre iría atrás de mí. En algunas ocasiones intenté mirar hacia atrás pero el tormento de morir era lo único que causaba el respeto por la regla.
Al abrir la puerta mis temores se expandieron. Solo pensar «¿Qué demonios hará este hombre?» era el detonador para los escalofríos que sufría como latigazos en la espalda. Quería ocultarlo, pero las manos siempre eran los delatores en este juicio sin precedentes.
Apoyando su arma en mi cabeza mencionó su portador con voz muy baja y carrasposa:
⸺De rodillas.
De inmediato obedecí.
⸺¿Qué fue lo que precisamente escuchó decir a William?
Aunque sabía la respuesta, la presión que ejercía el horror a morir nubló mi razón. No contesté nada.
⸺¿No quieres contestar maldito cobarde?
Aquel tipo se dignó en mostrar su rostro. De inmediato lo reconocí, para mi sorpresa era el joven que William había humillado en clase. Colocándose de cuclillas me miro directamente hacia los ojos.
⸺¿No quieres colaborar? ⸺Dijo sonriendo⸺, tengo mis métodos.
Tomando el cuello de mi camisa y jalándola con fuerza, logró proporcionarme un fuerte golpe en la cabeza. Perdí la conciencia.
Una densa capa de oscuridad fue interrumpida por un lugar fresco, en un silencio absoluto. Un bosque abierto por una senda que se perdía en la profunda. La sensación a humedad y el barro en mis pies era lo único que me impedían sentirme bien. En el fondo de mis pensamientos se podía observar una silueta, dudaba de si era humana. Esto me tenía un poco inquieto ya que en intentos fallidos por moverme no lo podía lograr.
Un chillido me dejo aturdido. Pude mirar como una luz relampagueaba en la oscuridad que era generada por mis ojos al estar cerrados. Cuando los abrí, me di cuenta de el causante de este efecto era un ventilador que colgaba del techo de una habitación.
A la primera persona que pude observar, fue a mi secuestrador el cual se encontraba jugando con un lapicero entre sus dedos.
Me encontraba sentado en una silla de metal en la cual estaba amarrado tanto de las manos como de los pies.
El ambiente se tornaba confuso, el dolor de cabeza se combinaba con los mareos dando como resultado un malestar que llevaba como un yugo.
El negro cerró la puerta de la habitación, la cual estaba colocada al frente de mí, se fijó por la única ventana, la desvinculó con el exterior; sacó una navaja de su pantalón. Empezó a jugar con ella entre sus manos como si tratara de anticipar la decisión que tomaría.
Acercándose a mi rostro, hiso una propuesta:
⸺¿Por qué no jugamos?
Tomó mis manos con violencia, las soltó de la silla y les colocó unas esposas adheridas a la mesa de metal frente a mí.
Escarbó dentro de una caja que estaba a la derecha y sacó una ruleta pequeña.
⸺Como podrá observar estimado Kevin Loría ⸺dijo cuando colocó aquel aparato en la mesa⸺, esta ruleta cuenta con los números del uno al once. El juego es simple. Si saliera el número uno con esta navaja cortare su dedo menique y así sucesivamente.
Con la voz tartamuda me dirigí a aquel negro:
⸺¿Qué, qué pasa si sale el, el, el once?
El perpetrador se sonrió diciendo:
⸺¡Qué bien que me lo recuerda!, si saliera el once yo procedería a cortarle la mano que yo quisiera.
Al término de esta declaración le dio impulso a la ruleta con gran fuerza.
⸺Existe una manera de evitar esto ⸺dijo sonriéndose⸺ dígame que fue lo que escuchó y nos olvidaremos de esto.
Aquel instrumento de tortura no paraba de girar, con desesperación me encontraba perplejo. Pensar que todo esto me lo busque. No tenía más remedio, era yo el único capacitado para lograrlo. Lo debía hacer por ella.
⸺¡Oh!, uno de mis números favoritos ⸺dijo con arrogancia cuando el símbolo de mi infortunio se detuvo. La aguja marco el dos.
En un movimiento rápido, clavó el cuchillo en el dedo pequeño de mi mano derecha. Una descarga subió sin piedad desde lo que quedo del menique hasta el resto de mi brazo. Manifesté el dolor con un grito exuberante. Abrí los ojos de terror al ver la sangre que hiso un charco en el mostrador de metal. Las pocas fuerzas que quedaban en mi cuerpo se desvanecieron con velocidad. Me costaba respirar. Mis extremidades temblaban. La boca titiritaba. Lo único que impedía que me callera fuero las esposas.
⸺Upss, me equivoqué de dedo. ⸺vociferó el torturador entre carcajadas.
Con falta de aliento, le relate de lo poco que me acordaba de la conversación ajena:
«Solo recuerdo escuchar al repartidor mencionar algo sobre una persona a la que llamaron como ella, pero no escuché su nombre. También recuerdo algo sobre un museo.»
⸺Ve como si colabora. ⸺mencionó mientras limpiaba el cuchillo con un pañuelo.
Sentía el terror pero más fuerte eran mis deseos de lograrlo ¿Por qué el tipo estaba en el auditorio? Él sería alguna especie de protección de William. De inmediato descarté esa idea ya que de serlo no me preguntaría lo que escuché. El tipo estaba en la clase y al igual que yo mostraba interés en la información que podría brindar Foster. Que intrigante Doctor. Intenté preguntarle quien era pero no se me entendía nada por el constante tartamudeo. «¿Quién es usted? » le pregunté. Me miró con desprecio. Me dijo que dejara de actuar como un idiota. ⸺Usted bien sabe quién soy ¿Quién le está brindando protección? ¿Quién demonios es ella? ⸺dijo con furia. Le hablé entre sollozos que no sabía de quien me hablaba.
⸺No me va a decir que de mera casualidad usted se encontraba en el salón de William y que después ⸺dijo el negro con énfasis⸺ se pusiera a escucharlo.
⸺Pero, pero yo no, no, no sé por, por qué lo…
Antes de que me dejara decir otra palabra el tipo me golpeo con gran fuerza.
⸺A ver si esto lo ayuda a recordar Loria ⸺dijo mi apellido con desprecio.
Él salió de la habitación, apagó la luz y cerró la puerta con gran fuerza.
En aquel momento doctor me di cuenta de la fuerza de la interiorización. El silencio tiene un poder tan aterrador. ¿Por qué lo hice Doctor? Sigo sin entender las razones de mi actuar. Bien sabía que existía la posibilidad de repercusiones y aun así no me importó. Sentía como descargas que iban desde la mano hasta mi hombro. Con gran dificultad me moví hasta apoyar mi cabeza en el mueble de metal. Allí las fatigas se fueron diluyendo entre el arrullo de la oscuridad y el silencio.
Una brisa fresca recorrió todo mi cuerpo. La quietud del bosque daba una sensación de vacío. El barro nuevamente me impedía caminar. La oscuridad y la silueta continuaban a lo lejos. No podía alcanzar a ver qué tan altos eran los árboles, a mi parecer eran infinitos.
Una frase llegó en forma de susurro a mi oído. «In originem, erit in fine creation et hominibus». Al oírla di un brinco repentino. Miré hacia todos lados, la oscuridad absorbió los árboles dejando iluminado uno. Me encontraba frente a este. Sin hojas pero con frutos. El suelo se convirtió en un lago que no superaba mis tobillos. Uno de los retoños cayó. Al momento del impacto desperté. El sonido de la puerta abriéndose puso punto final al subconsciente.
⸺¡Buenas noticias Kevin! ⸺dijo el negro entre carcajadas y agregó ⸺ Al parecer sí es quien pretende ser.
Mi rostro reflejó incomprensión por tan célebre frase del secuestrador.
Él tomó asiento en la silla de escritorio poniendo el respaldar hacia adelante. De su bolsillo sacó mi billetera.
⸺Kevin Loría, ¿Cierto? ⸺Mencionó mientras reía. Le recordé temeroso que él ya sabía mi nombre. Él indicó al mirar la mi identificación que estaba en mi billetera que era un muy buen trabajo.⸺ ¿Quiénes lo están ayudando Clark? ⸺Ese nombre me inquietó. En definitiva este tipo tenía el mismo objetivo que yo. Pregunté cómo me había llamado. «No tengo tiempo para sus juegos imbéciles Loría» fue la reacción de mi secuestrador. Insistía en la premisa de que alguien me ayudaba. Me limité a observar a ese hombre. Él no me perdía de vista ni un instante. Interpreto, que no podía entender cómo mantenía mi mirada.
⸺Cree que no sé jugar a esto ⸺dijo al golpear la mesa con violencia. Votó la silla ⸺cree que no aprendí de las anteriores veces. Hoy hagámonos un favor mutuo. ⸺habló con un tono tranquilo al poner su mano en la frente⸺Ya son veinticuatro años en esto.
Le juré que no sabía por qué estaba espiando a William. Inconsciente me incliné hacia atrás. Me di cuenta al instante de la señal que le había dado. El reclamó que me encontró muy interesado en lo que decía Foster. Imprudente le señalé que también él estaba espiando.
⸺Clark, ya hemos pasado por esto así que ahorrémonos el «usted también lo hizo» porque me tiene sin cuidado ¿Quiénes lo están ayudando? ⸺dijo eso ultimo al subir su tono con gradualidad.
⸺No sé ni de quienes me está hablando. ⸺dije al mirar hacia la izquierda.
⸺¡Ya estoy harto! ⸺gritó⸺ intenté ser amable con usted y me lo agradece así… mintiendo, es más por qué tengo que ser amable.
El tipo se puso en pie con violencia:
⸺¿Quiénes ⸺golpe⸺ lo ⸺golpe⸺ está ⸺⸺golpe⸺ ayudando?
Quedé aturdido, con mis manos temblorosas y con la boca adolorida.
Él sacó una jeringa de su bolsillo y la insertó en mi cuello.
⸺Voy a ver cómo se escapa de esta ⸺fue lo último que escuché antes de desmayarme.
La sensación a humedad me dio la bienvenida a lugar de mis frecuentes visitas durante el lapso inconsciente. Me encontraba arrodillado ante aquél árbol que a pesar de estar moribundo daba abundancia en sus frutos.
Una voz suave y cálida escuché a mis espaldas. ⸺Eres tú otra vez.
Volví a ver hacia atrás. Una niña me hablaba.
A causa de la impresión, di un salto hacia atrás.
⸺Oye tranquilo ⸺reaccionó ante mi sorpresa.
Intenté decir algo pero el esfuerzo fue en vano.
Me miró, perpleja al ver los gestos que hacía ante mi impotencia de comunicación y pensativa por no entender lo que me sucedía.
⸺Ya se lo que te sucede ⸺dijo⸺ ven, acompáñame.
Ella alzó su mano delicadamente. Al hacerlo una senda se abrió entre los arbustos y árboles la cual llevaba hacia una luz.
La niña me tomó de la mano y me llevó a través del sendero que la tenía como su creador. Cada vez que nos aproximábamos más hacia la salida los árboles parecían alejarse hacia lo alto, mis pasos se volvían pequeños.
⸺No había manera de que yo supiera que era lo que te sucedía, pero luego recordé la primera vez que llegué aquí y que frente al árbol cuesta mucho aprender a hablar. A mí me tomó unas tres veces hacerlo.
No me resigné a la incapacidad de replicar. Hice otro esfuerzo, pero un ardor en la garganta me lo impedía.
Al final del sendero, la luz se transformó en un campo abierto entre los árboles. Un lugar con colinas que eran atravesadas por un riachuelo. De un césped de color verde tierno. Con flores de colores y formas que me llevaría una eternidad describiéndolas. En aquel ambiente se respiraba una armonía solemne.
Al poner un pie en el pasto, desde lo más profundo de mí ser salió una tos bastante fuerte.
⸺¿Ya puedes hablar niño?
Sí ⸺dije con una voz muy ronca ⸺pero, ¿Por qué me llamas niño?
Ella volvió a mostrar la cara de incomprensión. Al verlo, noté que en aquel momento que la niña me superaba en estatura.
Un estruendo irrumpió la tranquilidad. Unas luces me encandilaban los ojos. Voces gruesas que emitían gritos de autoridad me dejaron aturdido. Todo se veía borroso. La única imagen nítida que observé fue la de un oficial que se me acercó para corroborar si me encontraba consiente.
⸺Corrió con suerte amigo. ⸺dijo aquel oficial.
De aquel cuarto me llevé como recuerdo el olor a putrefacción a causa de la carente de ventiladores. Saber que durante todo este tiempo mi pase a la libertad estuvo a la derecha.
Los oficiales me cargaron en sus hombros, hasta llegar a una ambulancia.
El paramédico examinó mi dedo meñique. Lo esterilizó y lo envolvió en gasas. Me inyectó en el brazo.
⸺¿Qué hace?
⸺Te doy anestesia para que pueda aguantar el dolor hasta la llegada al hospital. ⸺respondió con tranquilidad aquel hombre.
Al hacerlo sentí un hormigueo en el brazo. El dolor punzante que iba desde lo que quedaba de mi dedo hasta la muñeca se diluyendo con rapidez.
Recuerdo como la ambulancia se movía de manera abrupta. Me recosté en la camilla del vehículo. El paramédico mencionó que si quería podía ir sentado, sin embargo por lo que ya relate de haberlo intentado me habría caído. Mas cuando el hombre vio mi rostro pálido intentó distraerme con algún tema de conversación.
El preguntó que cual era mi nombre. Contesté desanimado. Él notó que no quería conversar pero no se rindió. ⸺El mío es ⸺interrumpió su frase al tocar la parte superior de su uniforme en la cual se encontraba grabado un nombre. «Adams Perweri »dije con dificultad.
⸺No, se pronuncia Parware, como se escribe. No sé por qué hago esto si todos siempre terminan diciendo mal mi apellido.
Solté una escueta sonrisa la cual causo que Adams se diera cuenta que había hecho bien su trabajo. Me preguntó si trabajaba. Le contesté que era estudiante de leyes en Ruten Wherelich. Me dijo carismático que eso era una vida muy seria. Me contó que era practicante de medicina y que estaba como paramédico para adquirir experiencia. «Esto si es adrenalina. » mencionó sonriendo.
⸺Quiere caminar o prefiere silla de ruedas. ⸺dijo el paramédico cuando el vehículo empezó a detenerse.
⸺
⸺Silla de ruedas.
Él con mucha delicadeza me ayudó a levantarme de la camilla y me llevó hasta la silla.
Miré aquel lugar en total descuido y rodeado con un muro enorme de ladrillo, el cual en algunas secciones se encontraba destruido. Cientos de personas que iban y venía algunas con tapa bocas. Otras con partes de sus cuerpos vendadas.
Él y el conductor de la ambulancia me ayudaron a llegar hasta la entrada del hospital donde me recibieron unas enfermeras que atendían simultáneamente a varios pacientes. Sus revisiones eran con gran velocidad. Ellas atendían a los pacientes con especial precaución ya que, había peligro de alguna enfermedad por mis heridas expuestas.
De ahí me llevaron a donde el Doctor. Le conté cómo sucedió lo del dedo y de los moretones. Él dictaminó que me debía hacer unos exámenes para verificar que todo estaría bien. Fui al laboratorio donde me sacaron sangre. Después me devolvieron con el médico.
Distintos doctores fueron pasando por aquella sala de descanso pero ninguno era el Doctor Woods. A la llegada de la noche me di cuenta que la conciliación del sueño sería dificultosa; no a causa de algún dolor ya que después de la inyección que me aplicó Parware esto no era problema, sino porque no paraba de pensar en el sufrimiento que me había buscado. De haber muerto lo hubiera merecido.
«Los exámenes indican que usted está limpio. »dijo una enfermera al entrar a la habitación. Por un momento podía respirar con calma. No me lo podía creer. Ella señaló que solo quedaba quitarme las vendas, cuando lo hizo, mostró una expresión en su cara de incomprensión. Cuestionó si ya me habían y tratado el dedo antes. Le conté que donde me encontraron un paramédico me ayudó. «¿Siente algún dolor?» parecía que mis respuestas no la satisfacían. Me empecé a preocupar. Le hablé de que desde me inyectaron anestesia no sentía dolor. Se quedó en silencio por un instante.
⸺¡Maldita sea! ⸺dijo ella antes de salir corriendo.
⸺¡Qué es lo que sucede! ⸺grité⸺ ¡Explíqueme por favor!
Puse las manos en mi cabeza. Al momento del contacto noté que temblaban. «¿Qué es esto?» hablé en voz alta. «Por qué mis manos tiemblan y solo lo siento cuando las coloco en mi cabeza.» dije al tapar mis ojos e intenté cubrirla mi expresión de frustración. La garganta la tenía seca, sentía frío en toda mi espalda. Deseaba contarle a alguien todo lo que sucedía. Cerré los ojos a la espera de la llegada de mi inconsciente, pero aquel único compañero de cuarto en el secuestro me dejó plantado en aquella sala de hospital. Di vueltas de un lado al otro en vano. En algunas ocasiones puse cuidado a los pensamientos. Pero un sinfín de preguntas se abalanzó sobre mí al mismo tiempo. Intenté ignorarlas, mas los murmullos mostraron ser persistentes.
El cielo azul daba la bienvenida a mis ojos. Una brisa fresca recorrió todo mi cuerpo. Miré a todos lados. No paraba de dar vueltas a mí alrededor. Ese lugar me tenía fascinado.
⸺¿Qué lugar tan tranquilo es este? ⸺dije al dar tres de pasos.
⸺Según recuerdo⸺dijo mientras rascaba su cabeza ⸺el hombre de las cadenas me habló de un lugar llamado el Jardín y creo que es este.
⸺¿El Jardín?
⸺Sí bien recuerdo que él me dijo⸺ella carraspeó su garganta y después empezó a imitar un tono de voz muy grabe ⸺«Cuando encuentres un lugar lleno de flores con forma de triángulo de seguro estarás en el Jardín.»
⸺Pero esto no es lo que yo busco ⸺dije frustrado al sentarme en el césped ⸺¿por qué soy un niño? ¿Qué clase de sueño lucido es este?
⸺¿Lucido?… Espera qué es lo que buscas ⸺expresó la niña al detenerse.
⸺Es que…⸺Intenté pensar como se lo explicaba⸺ yo buscaba una información en los libros de mi madre sobre algo llamado el origen, en una página menciona unos sueños pero esto no me está sirviendo de…
⸺El origen ⸺dijo ella balbuceando al caer de rodillas.
De inmediato pensé que ella parecía conocer el lugar:
⸺¿Tú sabes lo que es el origen?
⸺Eres uno de ellos ⸺dijo con su voz entrecortada. ⸺No puede ser ⸺dijo ella al llevar su mano a sus labios ⸺eres uno de ellos.
⸺¿Te sucede algo? ⸺dije al intentar acercarme.
⸺Y yo te traje aquí… no puedo creerlo eres uno de ellos ⸺Habló mirando al suelo ⸺no les bastó con quitármelo todo.
⸺¿De qué me estás hablando?
⸺¡Lárgate de aquí! ⸺dijo con tono exaltado y lágrimas en sus ojos.
⸺Pero qué me estás diciendo ⸺dije sorprendido⸺ intenta cálmate que no entiendo lo que me dices.
⸺¡Te dije que te largues! ⸺habló con ira cuando extendió su brazo.
El bosque me tragó y me quitó con velocidad el hermoso paisaje del Jardín. Sentí como el viento recorría todo mi cuerpo dándome a entender que caía a un vacío. No podía gritar ni moverme, solo observar como me adentraba en las tinieblas. El corazón palpitaba rápido. Una luz que de inmediato encandilo mis ojos, me regresó a la realidad.
⸺Kevin ¿Puede escucharme? ⸺enunció la voz.
A los pocos segundos pude entender que el destello provenía de una de las lámparas del hospital. Moví la cabeza, buscando al receptor del enunciado. Un hombre de estatura baja y el cual portaban un traje blanco de esos que usan para trasladar elementos tóxicos, era quien al parecer se dirigía hacia mí desde atrás de una pared de vidrio.
Empecé a mirar hacia todos lados, confundido. No me encontraba en la sala del hospital donde me había pasado la noche. Estaba en alguna especie de cámara de observación.
Él repitió la pregunta mientras tenía su mirada clavada en una libreta.
⸺¿Por qué estoy aquí? ⸺Dije susurrando con la respiración acelerada.
⸺¿Puede mover sus extremidades? ⸺Dijo si ni siquiera dirigir su mirada hacia mí.
⸺¿Por qué estoy aquí? ⸺Repetí la pregunta con el tono más exaltado.
⸺Necesito que me conteste la pregunta y así podré responder la suya.
Hice el esfuerzo por mover la mano derecha. Esta temblaba como si estuviera levantando un gran peso. El dolor era inaguantable aun así lo logré. Hice el mismo intento con la izquierda. A pesar de que fue más sencillo perdí el tacto. El tipo echaba vistazos rápidos y lo apuntaba todo en su cuaderno. Le pregunté si era el doctor Woods. Él escribía en ese cuaderno de color azul. Le conté que desde la noche anterior había perdido el tacto en mis manos. ⸺Eso se debe a la enfermedad que usted tiene señor…⸺echó un vistazo rápido a una página de aquella libreta ⸺Kevin Loría. Entré en pánico. « Este era el precio de mi atrevimiento. »Ya me lo habían advertido. Le pregunté de que enfermedad me hablaba.
⸺Aún no estoy seguro ⸺intenté mirlo a los ojos pero el esquivaba el contacto visual ⸺pero mi experiencia me dice que se trata del virus «IPPO2».
De igual forma terminaría agobiado por el dolor. Si no hacía nada la culpabilidad me acosaría sin descanso. Me desvelaría en incontables noches pesando «Por qué no hice algo» Cuando ella me viera, avergonzado quitaría la mirada. Al final fue la sensación de impotencia lo que me acorraló hasta lo que había hecho. No podía huir de la realidad. Esa cama me lo recordaría.
⸺Se le suele llamar la enfermedad de la sangre verde, usted la pudo haber adquirido en el secuestro, aun así viendo estos los informes hay un dato que no cuadra. Aquí dice ⸺dijo cuando mostró la página de la cual se refería ⸺que sus exámenes de sangre salieron limpios. ¿Cómo es eso posible? No pudo haberla contraído después de los mismos ya que los síntomas indicarían poco tiempo de contagio…
⸺Espere ⸺dije al interrumpir su secuencia lógica. ⸺¿qué pasara conmigo?
⸺La particularidad de este caso ⸺dijo cuando se volvió de espaldas ⸺no pudimos detectar la enfermedad a tiempo. Lo siento, no creo que le quede mucho tiempo señor Loría. ⸺dijo el hombre al verme fijamente a los ojos.
Hice un intento por tapar mi boca con la mano izquierda, pero no pude contener el líquido amarillento y apestoso que se derramó por la sábana blanca de hospital.
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