Selenio

Advertencia

La siguiente obra puede contener escenas explicitas, desnudos, agresiones que deriven en la limitación física/mental de individuos y/o animales e inclusive en la muerte de estos, actos ilegales como trata de blancas, violación, relaciones sexuales no consentidas, faltas a la moral publica, uso de sustancias no legales, intolerancia religiosa, inmoralidad, entre otros. El autor no esta de acuerdo ni tiene intenciones de promover ninguna de los actos antes citados y, que pueden presentarse en la obra misma. Si el lector sigue con la lectura de esta obra, deslinda al autor de cualquier responsabilidad legal del uso inadecuado y/o daños derivados de la lectura de la misma. Lea bajo su propia responsabilidad. La siguiente obra esta dedicada a un publico adulto y maduro, si usted no es mayor de edad y/o no tiene autorización de sus padres/tutores legales para leer la misma le pedimos NO LEER LA OBRA.

Esta es una obra de ficción por tanto debe de verse como tal.


Capítulo 4

Látex, Saliva y una Llave de seguridad

Oh vaya, tal parece que no encadenaron a las mascotas~

Una mujer mucho mayor a Aldaír se mostró en la entrada tras haber abierto la puerta. Llevaba un abrigo ligero color crema con botones negros, una bufanda gris, una camisa de algodón gris, guantes blancos, jeans pegados a color negro y unas botas largas de tacón que completaban el conjunto. Björn se relajó tras ver a la mujer y avanza hacia fuera de la casa dando un ladrido.

La chica tiembla un poco ante la mujer duda sobre lo que debería hacer a continuación. Un sonido de rose resalta al quitarse ambos guantes y el abrigo lo deja caer sobre un perchero en su costado. Abruptamente la mujer posa su mano derecha sobre su cabello y lo desordena un poco.

Se logra escuchar un paso rápido a través del 2do piso, una figura en la oscuridad va dándose forma conforme baja las escaleras. En ella, hay un pequeño brillo producto de la luz que pasa del cielo falso en la pared, resulta ser una glock18 bañada en plata. Era Aldaír con la respiración algo entre cortada, sin haberse puesto ropa más que la que llevaba al dormir. C.J. se ve en medio de ambos adultos, quienes casi al unísono comienzan a hablar.

.- Sigh~ Solo eres tu…

.- Buenas noches, Aldaír…-alza ambos brazos en su dirección-

.- Justo vienes a interrumpirme cuando es-

.- ¡Pero que dices!–le interrumpe en medio de la oración- , que podría ser más importante que recibirme a mí. ¡Vamos!, ven a saludar.

Ambos se abrazan a medias del pasillo, la joven no termina de entender la situación si justo hace un momento esa misma señora acababa de irrumpir dentro de la casa con una copia de la llave. ¿De cuánto se ha perdido?. Ambos empiezan a hablar enérgicamente mientras la chica vuelve hacia la puerta y ve el automóvil en el que llegó la mujer.

Era negro con un detalle a color crema que va desde el frente y acaba en la parte trasera, 4 puertas y una B con alas. El mismo se encuentra adelantado de los dos ya existentes –uno de Aldaír y otro el de Annie-, estacionado frente a la casa gracias al poco espacio y desde el descienden dos personas más.

Siendo la 1ra una mujer de piel tan oscura que se pierde un poco entre la oscuridad, la misma lleva puesto un extraño traje a una pieza que le abarcaba casi todo el cuerpo – más no le cubría exactamente –. Color negro en su totalidad, tirantes que forman una araña en su abdomen, desde el ombligo les unía un aro de metal, una especie de mascara que no daba lugar a la visión o el sonido al estar cerrada herméticamente – exceptuando la boca que llevaba un bozal en pelota color rojo – finalmente unas botas de tacón alto, estas se cerraban desde el tobillo hasta llegar por debajo de la rodilla.

Una 2da tras de ella en cambio llevaba un atuendo igual de raro que extravagante, la máscara que esta llevaba daba a entender que estuviese formada por un solo listón color negro que rodeaba la cara, empezando desde el cuello y que se alzaba al lado contrario del mentón, justo encima de la nuca. Formando una especie de arreglo tipo moño para regalos, pero de gran tamaño y que se enrosca en el centro para ir extendiéndose hasta caer por debajo de los hombros – parecía la coleta de un caballo –.

Solo había espacio para que los ojos pudiesen ver, la boca estaba tapada por el mismo “listón”. Llevaba puesto una especie de abrigo con cuello que partía desde el centro del pecho, haciendo ver 1/3 del busto, adornado por algodón blanco siendo de alto contraste con el gris oscuro del abrigo. Debajo una camisa de seda coloro rosa. En su parte inferior, un térmico negro pegado a la piel al que le tapaba ligeramente unos short-cortos con el mismo detalle que el cuello.

Ambas estaban siendo jaladas y a su vez guiadas por Björn que tiraba de una correa gruesa café en el cuello de ambas, pegadas una de la otra compartiendo la correa. Una, la morena quien es la más alta, estaba restringida por tiras de látex con anillos que se entrelazaban en casi todo el largo de sus brazos. La más pequeña a quien no se le podía apreciar con claridad sus facciones al estar vestida de cuerpo completo, llevaba verdaderos listones en sus antebrazos, pero estos estaban cocidos en un hilo que debía ser sumamente fuerte a pesar de ser tan delgados.

Lo anormal no solo de la visita sino de sus mismos acompañantes, por demás, responder razones seria lo propio, ¿no?. Pero siendo que C.J. no está escalonada en una posición que siquiera al nivel de Annie – si a ella ya le agredió Aldaír sin miramientos – ¿qué podría esperar de sí misma?. Así que decide solo observar, ve en primera instancia que tanto Aldaír como la recién llegada ya no se encuentran en la sala contigua.

Finalmente, tras unos minutos, vuelven ambos con botellas de vino y varias libretas de papel grueso, de aquellas que se usaban para archivar cuentas familiares o de empresas, para que no se dañen o borren los datos contenidos producto de la humedad y el tiempo que van desgastando el papel sin piedad alguna.

.- Cleud, vuelve a dormir. No es hora para que los niños estén despiertos.

La chica se ve extrañada por la orden que le estaban dando, pues hasta ahora nunca era necesario que le ordenen algo sin más. Volviendo la mirada ve como la chica con el atuendo de látex negro la postran en cuclillas el perro y la otra que le acompañaba. Hace frío afuera y dentro de poco irá volviéndose más frio – eran las 11pm, la hora más fría del día es poco antes del amanecer –. Y así solo el perro vuelve con una de las dos acompañantes de la nueva visita.

.- Pero, y la mujer de negro, no va entrar a la casa?…

.- Se ve que sigues siendo en exceso benevolente, eh Aldaír… ¿Por qué esta perra no lleva bozal?.

.- Cleud, vuelve a tu cuarto, ya. – la voz le sonaba más profunda, casi como si de un juego se tratase sin embargo la presión en ella seguía siendo considerable –

Entonces la chica, ya sin otra opción, se dirige al 2do piso mientras escucha como estos seguían hablando. La madera rechina paso a paso, las escaleras poseen un peralte alto -20cm- lo cual le hacía subirlas lentamente y conforme iba ascendiendo va notando una forma más allá del penúltimo escalón. Era Annie quien en medio del pasillo oscuro se había acercado a la barandilla, recargándose y sin tomar en cuenta la presencia de la pequeña.

Parecía estar atenta de lo que pasaba abajo con una cara de disgusto, los dedos en su boca, mordiendo las uñas y así se fue en dirección a su cuarto –el cual era el mismo que el de Adaír –. No le da más vueltas al asunto así que hace lo que le habían encomendado, volver a su cuarto. Isis también estaba actuando raro, estaba tras la cortina viendo a través de la ventana.

.- “parece haber notado la llegada del auto frente a la casa” – piensa para sí misma en lo que abruptamente ella se vuelve a su cama como si nada hubiera pasado –

.- Veo que tomaste mi invitación.

.- ¿Y cómo negarme? – ambos adultos se encuentran frente a frente dentro de la sala de estar, sentados en un sofá cada uno –

Las copas de vino ya habían sido rellenadas un par de veces y el ambiente se sentía menos formal, hasta donde se podría considerar porque Aldaír seguía como se había bajado al llegar de la señora. Solo se sobre puso una camisa de vestir color azul, sin abotonar, haciendo que las cicatrices fueran visibles. El pecho parecía adornado, unas eran grandes, otras profundas, había incluso un par profundas y con tantas en la extensión de su cuerpo provocaba la imagen de un guerrero Maorí.

Ello por supuesto hacia contraste con la invitada que habiendo llegado con un conjunto por demás de alta gama y agregado a sus facciones no precisaba ser del mismo estrato. De piel blanca con pecas en el rostro, su pelo rojo brilla con la tenue luz de la sala y los ojos verdes solo son opacados por aquellas cejas largas, cuyo grosor daba a entender que fuesen falsas.

Ya se habían puesto cómodos cada uno en su lugar, aunque por el ancho de sus caderas, esta mujer no terminaba de acoplarse dentro del sofá individual en el que estaba.

.- Sin embargo, también veo que la niña no se encuentra en las mejores condiciones. Creí haber informado a La Casa que te prepararán un buen lote.

.- Si, sobre ello, quien me atendió no parece haber tomado en serió el pedido pues, una de las chicas estaba maltratada.

.- Ah, vale…recuerdas las facciones de la persona – toma una libreta y pluma de su bolsillo – , el comité debe saber sobre este incidente.

.- No hace falta, igual no estaba con ánimos para rebuscar en la calidad del producto, créeme que si hubiese sido el caso yo mismo me hubiera encargado del asunto en su momento.

.- Ash…como quieras – cruza las piernas y se recarga en el respaldo –

.- Además, la chica no me la vendieron así, pasa que intentó escapar. Así que originalmente estaba bastante bien, he de decir. Una piel muy blanca sin imperfecciones y casi rosa sin necesidad de que ser ruborice.

.- ¿Fueron los perros? – empieza a reír al pensar en la escena –. ¿Cómo no estuve aquí para verlo? – toma un pequeño sorbo del vino –

.- No seas tan cruel con ella.

.- Ay por favor, si te encanta…

.- Seguro, pero ello no le quita lo lamentable – toma de su copa –

.- Y hablando de lamentable – se para del sofáen el que estaba sentada y rodea la mesa de centro para tomar asiento en el lugar que está Aldaír –

.- No me has estado visitando en estos últimos meses… – le rodea con el brazo que tiene libre – ¿Ocupado?, no lo creo, desde que dejaste el comité ya no has tenido que trabajar 24/7.

.- Sabes que desde el problema con mi madre ya no puedo estar en ciudades grandes.

.- ¿Por eso te viniste a este rincón del mundo?. Por favor, hay varios accionistas intentando negocias contigo, entre ellos yo inclusive. Desde tu última publicación ahora todos usan tu método de entreno. Sé que tu madre se sentiría orgullosa de su nene~ – aprieta una de las mejillas de Aldaír –

.- Vale, lo capto. Pero no estoy a gusto como el centro de atención, era más divertido cuando solo éramos nosotros 3.

.- Hmm…si, lo era, hasta cierto punto. – toma un trago profundo de la copa, dejándola vacía y sobre la mesa de centro –

.- ¿Más? – toma la botella de vino –

.- Por favor…

Y así continuaron hasta que las primeras luces del día atravesaron las ventanas, irrumpiendo en su conversación que solo paró para preparar de comer para los demás. Las chicas bajaron casi al final de que el desayuno estuviera listo. Sin embargo, Annie e Isis no quisieron tomar asiento en un principio, tras ver la nueva visita dentro de la cocina.

Ambas actitudes parecían responder de forma pre-acordada. Ya una vez todas iban tomando asiento notan que solo hay 3 platos en la mesa, por lo cual les hacía saber que ellas serían las únicas en comer. Isis fue quien decide actuar primero al tomar de la mano a Aldaír, mueve una de sus manos y apunta a la señora al final de la mesa. Entonces dicen que saldrían a correr, encomendando a Annie la casa mientras él no está.

Ya pasaban las 6am, ambos salieron tras vestirse con ropa deportiva para invierno pues la temperatura ha estado bajando lo suficiente como para pescar un resfriado si se expone uno lo suficiente. Tras cerrar la puerta las chicas observan por la ventana como ambos antes de irse van por la mujer del traje de látex negro. La misma se encuentra con los brazos haciendo un intento por abrazarse a sí misma y acostada sobre la graba – originalmente estaba en posición de seiza por lo que queda con el mentón al suelo en una posición incómoda parecida a la de un perro al estirarse –.

C.J.- ¿Quién es ella?

¿?

.- Es propiedad de la señorita Madam La´vie, ya sabes, esa señora. Espera, ¿que no nos falta una chica?.

Todas voltearon hacia la sala, donde permanecía sentada la mujer del “moño” y esta les miró, pero no dijo nada. A permanecido sentada desde que llegó y no parece que vaya a hacer algo más, a menos que se le ordene. Mientras que su compañera había sufrido del frio y hambre en las afueras de la casa, ella por lo menos podía quedarse plácidamente en el sofá. Otra cosa que ambas chicas más pequeñas era el porqué de los atuendos extravagantes y que tuviesen un trato tan distinto.

La escena había cambiado tras ese momento de miradas, solo quedaban unas botas negras sobre la grava y en la distancia, dos formas acompañadas de una 3ra algo atrás conforme se perdían bajo la cuesta y con ellos los ánimos fueron callados. El terreno es compacto, pero no ausente de piedras, la inclinación hacia que para quien no fuera de la región diera peso anormal en sus pasos, esto tampoco duraba pues el cuerpo se acostumbra el ritmo y de ultimo por la altitud la hipoxia era un beneficio, así como detractor para quien quiere hacer ejercicios por periodos mínimamente prolongados.

Para este joven hombre cuyo físico no le hace falta nada el recorrido de estos terrenos carece de dificultad alguna, sin embargo, a su pareja si cede por el trabajo, no notoriamente por supuesto, esta mujer a pesar de su edad – que ya pasó su mejor punto – se mantiene en forma con regularidad estricta. Pero de toda esta simple salida a correr no es dulce azúcar en miel, basta mirar a quien se encuentra tras ellos, intentando seguir el paso.

El frio que ha pasado en la intemperie por más de 8hrs ya le ha hecho mella en su cuerpo, le hace que los músculos no respondan y duelan, haciendo que cada paso le produzca dolores en cada esquina donde haya uñas, bello pegado sobre el látex que le cubre y el aro de metal se le quiera pegar a la piel. Y en caso del hambre, que solo ella lleva la cuenta, no tenga las reservas de energía necesarias para soportar tal recorrido que ya de por si no es el que acostumbra.

La hipoxia y el frio hacen que la piel negra vaya transformándose en un azul cobalto, la punta de sus extremidades y ciertas partes resaltan casi brillan, los dedos de los pies y las manos, inclusive la nariz ya parece estar pintada. Y pasa el primer kilómetro, Aldaír ya empieza a calentarse – casi no siente el frio –, Madame La´vie le sorprender que siente cierta pesadez por el recorrido. Hay risas y una conversación en curso mientras la cuesta llega a su final para proseguir en el camino a carretera.

En cambio, hay unos pies a los que se le han comenzado a incrustar las pequeñas piedras del suelo – al estar ambas piernas expuesta por debajo de la rodilla –. Poco a poco las piernas ceden, aunque ya puede moverse con mayor facilidad gracias a que el constante movimiento ha perdido la sensación de frio en la piel. Terminaron de bajar la cuesta y el terreno escabroso se acabó, hubo un momento de descanso para estirar las extremidades.

Las piernas pegan fuerte en la tierra y las rodillas golpean sobre esta súbitamente, entonces una serie de alaridos y gemidos ahogados resuenan a las espaldas de los corredores. Madame casi cae sobre el asfalto que rellena el camino frente a ambos y Aldaír solo ríe por el ligero susto que tuvo su acompañante, pero a ella no le parece divertido, así que voltea hacia quien producía aquellos sonidos.

Esta “propiedad” se encontraba haciendo ruido por temer que le hayan abandonado en medio de la nada, el fin era lo único que podía pensar, en sus adentros suplicaba e intentaba provocar una respuesta para poder ir en esa dirección, con la posibilidad de volver a la seguridad – o eso cree ella –. La escena daba lastima, ella no podía ver nada, tampoco gritar debidamente y mucho menos moverse con liberta gracias a sus restricciones.

En medio de la imaginaria “nada” que su mente le produce, el sonido de pasos constantes justo delante de ella le llegan y creyendo que solo bastaba avanzar se levanta rápidamente con esperanza. Pero no hay más de 3 pasos en su futuro, en cambio un fuerte dolor en su costado derecho le hace doblarse y caer sobre lo que ella entiende es pasto.

.- ¿Qué es este dolor?, ¿algo me ha golpeado?, ¿Madame, es usted?, ¿Qué he hecho para merecer esto?, ¿Qué no hecho todo lo que me manda sin negarme o preguntar?. ¿Por qué soy yo la única que debe pasar por esto?, ¿es acaso que solo yo no soy digna de su tacto y piedad?

Solo los pensamientos son de su propiedad, pues la libertad de voluntad ya no era más suya, ¿su voz?, de su ama, ¿su vista?, de su ama, ¿su tacto?, de su ama, ¿su gusto?, de su ama, ¿su olfato?, de su ama y así todo su cuerpo. La vida es lo que su dueña quiera, si el dolor era su deseo, dolor era lo que sería. Ya no podía desear actuar en otra cosa que no fuera de la voluntad de su ama, querer huir carece de necesidad pues, ya no conoce otra forma de vivir, ha pasado tanto tiempo viviendo así que el miedo a lo desconocido le supera. Su cuerpo y mente han quedado por demás, dañados.

Mientras se retuerce en el suelo se dice a sí misma “yo merezco esto y no he de saber razones que me lo confirmen”, pero ella sabe que gusta más de un trato de placer que el del dolor propio. Así que no le queda más que recobrarse en su postura y esperar alguna orden, quiere vomitar, pero sabe que si lo hace le reprenderán.

Pero no hubo orden, solo regaños entre gritos y dos patadas que le devolvían a la tierra. El terror vuelve a ella una vez más conforme escucha el alejar de pasos en un costado, la fuerza le sobre pasa el miedo, así que el cuerpo se lleva al límite e inmediatamente sigue esos pasos con premura. El ir casi trotando sobre un terreno que no absorbe el peso, sino que mantiene su firmeza y más siendo que se encuentra descalza le costará caro.

Con 3km terminados y nomás de 300m al final de su primer tramo de recorrido ya ambos corredores se sienten con buen trabajo en las piernas, ahora empieza la parte importante; volver a la casa sabiendo que la cuesta que les espera es de alrededor de 1km. Ya no hay más charla, solo se limitan a apreciar la vista en el horizonte – para quien puede ver, claro – , neblina constante y algún que otro zorro en la lejanía.

Un lugar bastante tranquilo, aunque no falto de gente, hay más casas en la zona, bien en distancias unas entre sí. Es raro ver a alguien fuera de ellas debido al clima que se mantiene frio la mayor parte del día y más aún en esta temporada del año. El ritmo ya se ha acostumbrado, pero unas plantas desgastadas por el terreno y aunado a las ampollas que se han empezados a romper hacen que vaya tiñéndose rojo el asfalto tras cada metro que se avanza.

Y es que la fricción no para ni ha habido descansos en más de 2 kilómetros, la rigidez de los músculos por el trabajo excesivo para esta joven mujer ya ha sobre pasado sus capacidades, ahora solo le mueve la fuerza de voluntad. Su respiración se agita, sus brazos ya están adoloridos por estar atados sin posibilidad de moverlos y con ellos las piernas se han luchado todo el tramo por quien cederá primero. Unos brazos dormidos o unas piernas desgastadas.

Entonces empieza el verdadero martirio, terminar la cuesta arriba. Ya se había acostumbrado al terreno plano y en el principio de la cuesta le traicionaron las rodillas haciéndole quedar con una pierna tocando el suelo. Pero ella no podía parar, porque sería dejada atrás y dios sabe que le esperaba después de ello.

Escucha unas risas conforme pierde las distancias de los sonidos así que con fuerza que ni ella misma entiende como sale, se levanta y da una docena de pasos rápidos hasta que puede volver a escuchar el paso de los corredores. La rodilla derecha le truena como buñuelo en cuanto para cerca de ellos.

Si hay milagros, este era uno de esos, tras unos minutos el ritmo va descendiendo y finalmente no hay más camino por recorrer. Una puerta rechina al ser abierta así que su señal está más que dicha, solo se deja caer sobre la tierra una vez le jalan de la correa para dejarle en un costado al árbol en el que estaba apenas el día de ayer.

Por supuesto sigue sin ver en todo esto, y en su momento de paz siente como le toman de los hombros, pero hay algo que le extraña un segundo, estas no son las manos de su ama, estas son grandes y fuertes, pasado el segundo aparece el temor. No puede forcejear porque sus brazos están restringidos y sus piernas están totalmente desgastadas, si hasta hay sangre que sigue brotando de sus pies.

Se niega al tacto de esas manos, pero es levantada como muñeca sin esfuerzo alguno así que lagrimas tras la máscara empiezan a correr por pensar lo peor. Siente como sus brazos pierden la presión de las correas, sus brazos caen en el piso pues la pesadez, dolor y la sensación de adormecimiento interrumpido tienen el control de dichas extremidades.

La correa que cierra el bozal de pelota se desata haciéndole libre la mandíbula, esta duele y está tensa como piedra. Puede sentir un líquido sobre pasando el borde de una bandeja que toca sus labios, está tibio, desconoce lo que es y al no tener olor alguno que le guie decide ceder a ello. Es agua. Lo sabe perfectamente, más si es lo único que bebe.

Toman tanto que le resbala por el mentón y cae algo en el abdomen que se encuentra expuesto. De nuevo siente el agua, pero esta vez es en su abdomen desde donde, tras haber sido vertido, le levantan el aro que une los pliegues del traje – algo de su piel casi se desprende ya que el aro se había pegado un poco gracias al frio que secaba el poco sudor que bajaba, producto del ejercicio –.

Su respiración agitada se va haciendo más profunda y pausada hasta que la luz se hace presente por primera vez tras haber pasado semanas en total penumbra. Sus ojos se cierran en primera instancia ya que no están acostumbrados a la luz, pasan 3 parpadeos hasta que puede abrirlos lo suficiente como para apreciar bien lo que hay en su campo visual. Era un hombre, de semblante rígido – casi inmóvil –, pero con unos ojos que a pesar de los parpados caían le hablaban de ternura y paz.

Unas de sus manos le tocan la mejilla, a pesar del tacto que sintió en esas manos hace solo unos segundos atrás, ahora solo sentía gentileza y una delicadez extraña. La fantasía termina al sentir el roce de estas y el hombre se levanta de su posición en cuclillas dando a notar que en su extensión solo hay cicatrices, rompiendo la primera impresión. ¿Un ángel o una serpiente tentando al pecado?.

.- ¿Ya acabaste? – su ama había salido de una casa de gran tamaño, esta estaba en su derecha –

.- Si. No creí que lo aguantaría. ¿Por cuánto tiempo has estado haciendo esto? – hubo un suspiro y esta joven mujer se quedó a solas fuera de la casa –

No terminaba de entender que era lo que pasó. Pero eso no importaba, seguía con vida cerca de su dueña.

En medio de la oscuridad siente como una sensación áspera y rasposa le atraviesa toda la cara desde el mentón. Se despierta recostada sobre la grava y un perro le está lamiendo la cara, intenta recobrarse sobre el árbol a sus espaldas, pero las piernas no le responden. La sangre en las plantas de sus pies se ha cristalizado, hay piel descubierta con tonos amarillos producto de la cicatrización y si se mueve demasiado seguro se romperá.

Hay movimiento dentro de la casa, la luz sale a través de las ventanas y hace que sea visible las afueras. Dos perros juegan inocentemente en los alrededores, van de frente al patio, de un lado a otro hasta que escuchan algún ruido que solo ellos alcanzan a distinguir y corren en dirección de los arbustos.

El cielo estrellado le parece hermoso así que desiste de volver a tomar asiento bajo el árbol, recostada solo se limita a ver el cielo y escuchar. Vuelve a quedar dormida en algún momento e igual le levantan tiempo después y en esta ocasión no fueron los perros sino el hombre que le había dado agua antes. Le rodea con ambos brazos para cargarla, tomando las piernas con un brazo y posando la espalda en el otro.

Han entrado a la casa, solo hay un bombillo encendido. La casa se ve grande y totalmente amueblada. Pasando la entrada gira a la derecha para adentrarse a la cocina, desde donde toma un asiento un poco más grande y le sienta. Todavía no se ha iniciado conversación alguna entre ambos, pero la intención parece importar, a ella no le parece que deba de temer de él pues, ya le ha tratado bien siendo que no ganaba nada si lo hacía – a menos que fuera orden de su señora –.

En la mesa se encuentran platos con algunas sobras, se ve tentada, y como el hambre no se saciará, pero si permanece la posibilidad de que se calme un momento, por más efímero que este sea, algo siempre es mejor que nada, así que lo toma. Se lo lleva a la boca y mastica lentamente en parte porque la mandíbula sigue dura y en parte porque teme a hacer ruido – le terminarían atrapando –.

Aldaír en lo que busca una toalla en los estantes bajos abre la llave de agua caliente, no tarda mucho en encontrarla y cierra la llave para abrir otra, pero esta vez de agua fría haciendo una mezcla que no fuera ni demasiado caliente ni demasiado fría. Girándose en dirección a la mujer de látex exprime un poco la toalla para limpiar las piernas de esta, pero en ello nota que uno de los platos se ha movido de su posición original. Lo nota debido a que distingue el movimiento de la tela que cubre la mesa.

Hace como si no hubiese visto nada y continua con mojar los pies de la mujer, que gime un poco conforme corre el agua en sus plantas. Ya limpias – parcialmente – pasa la toalla por la piel y desprende algo de suciedad, tierra y pedazo de piedra o césped mayormente.

.- ¿Cómo te llamas?

¿?

Le vuelven a hacer la pregunta. .- ¿Cómo te llamas?.

.- An´Doll…mi señor. – hay algo de timidez en las palabras de la mujer –

Aunque esperaba más conversación la verdad es que no fue así, solo preguntó su nombre. Terminando de limpiar sus pies y tras poner agua oxigenada – en lo cual gimió mientras daba un brinco – le pone un vendaje alrededor de las plantas de sus pies. Se sentía bien, pero no sabe si esto le va costar algún favor o “servicio” de su parte, ya que este tipo de tratos no es el acostumbrado.

El hombre se vuelve al refrigerador y saca un envase plástico para porciones, lo abre – ella cree que va comer frente a ella –. Y pasa lo que menos espera, Aldaír le estaba ofreciendo de comer, no solo eso, él le estaba dando directamente desde una cuchara. Son porciones de una ensalada con carne de pollo previamente frito.

Los sabores y texturas eran desconocidos para ella así que le abrumaron internamente, sin ser capaz de desconocer las partes como una serie de selecciones individuales sino de un compuesto único. En ese momento se dejó llevar y conforme las cucharadas proseguían, inconscientemente intentaba levantar los brazos para tomar el envase que contiene esa comida extraña.

Esa noche fue y será memorable en algún lugar dentro de ella, desconocido hasta entonces. ¿Dónde se vería ella misma tras esa noche?, pues dentro de la casa no precisamente. Las cosas solo van de bien a mejor, o al menos eso parece. Son las 7:00 am y el sueño fue por más, placido.

Al levantarse inspecciona el cuarto, es la sala de estar y su “hermana” permanecía dormida en una esquina, suspendida por cuerdas al final de la sala, había perforaciones en el traje que vestía. Algo había pasado, pero ello no le incumbía así que se acomoda en el sofá en el que se ha despertado.

Se escucha una conversación en la cocina y ve como su señora junto al gentil hombre estaban comiendo en la misma silla. Hay risas fuera de la casa, una mujer de pelo castaño jugando con los perros fuera de la casa. La televisión encendida, pero sin sonido, da ver las noticias dadas por una joven mujer rubia bien arreglada. Las letras en pantalla no le son entendibles, no son más que simples garabatos a su vista.

Aldaír y Madame La´vie se levantan de la mesa para dirigirse hacia la puerta de salida. Y se repite la misma historia de ayer, van a dejar la casa, pero esta vez no le ordena nadie que hacer así que intenta levantarse para ir en dirección a su señora. Como es de esperarse cae sobre el suelo de madera al no tener fuerza en las piernas además del dolor producido de las heridas en sus pies que aún no han sanado lo suficiente.

Así pues, no le queda más que arrastrarse fuera de la casa, esto a su señora no le parece y le ordena quedarse en la casa hasta su llegada, con la promesa de devolverle la vergüenza que esta le proporciona al provocar semejante acto desagradable. Annie solo ríe al ver la escena y se lleva a los perros dentro de la casa.

An´ ve como el auto avanza bajo la cuesta y bajo polvo que se levanta percibe un brillo en la grava, acercándose eso mete las manos buscándolo que dio aquel brillo. Siente algo duró y en cuanto lo saca se da cuenta por la forma que es una llave, de color plata.

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