Selenio Capitulo 3: Correr

Selenio

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Esta es una obra de ficción por tanto debe de verse como tal.

Capítulo 3

Correr

Golpes contra la puerta principal se escuchaban en todo el 2do piso, los perros ladraban y constantes ruidos de fuentes diversas a su vez. Un cuerpo yacía en el piso con los perros aun mordiendo y agitando al mismo por momentos. El constante forcejeo de antes hizo que los perros perdieran buen parte de su fuerza, por lo que ahora solo estaban apretando el mismo lugar en que incrustaron sus caninos de ultimo.

Aldaír en su momento fue despertado por los ladridos de los perros a solo momentos antes de que llegará Isis a tocar la puerta y le jalase en dirección a la entrada de la casa. Pensando lo peor, que ella hubiese salido por la puerta principal y los perros le hubiesen saltado hacia su cuello –eso hubiese sido más indoloro, en comparación claro-.

Sudó frio al ver el cuerpo de C.J. siendo agitado de lado a lado por ambos perros. La sangre empezaba a meterse por la cocina y alejarse del cuerpo de la chica. Aldaír ordenó a los perros que se volvieran hacia él y dejasen a la chica, Örn no la soltó así que le gritó la orden aún más fuerte.Durante este tiempo luces que provenían de fuera de la casa estaban iluminando la entrada.

Sin respuesta, decide tomar el collar del cuello del perro e intentar asfixiarlo para que abriera las mandíbulas. Para cuando por fin abrió la mandíbula alguien estaba abriendo la puerta frente a él tras un sonido mecánico resonase tras la misma. Ambos perros de pusieron frente a su amo al escuchar el girar de la perrilla, una mujer de vestido negro y ligeros a juego se mostró ante la escena.

.- ¿Aldaír?, que haces desp-…-fue lo primero que pronunció, aunque viéndose interrumpida por el espasmo al ver lo que pasaba-

.- No hay tiempo para hablar, necesito que me ayudes en esto. No has apagado el motor del auto, ¿verdad?…

.- Emm…no?.

.- Bien, necesito que me lleves al hospital de la ciudad, rápido.

Empezó a caminar mientras cargaba en brazos a la joven chica, seguía brotando sangre de las heridas por momentos en que se le aplicaban presión por el agarre. Ambos perros no se movieron de su lugar.

En lo que Aldaír dejó a la herida chica en el automóvil este ordenó a Isis que también subiese al auto. Quedando así de copiloto junto a la mujer, mientras que Aldaír con C.J. en los asientos traseros, para atender sus heridas.

El vestido de una pieza, antes blanco, ahora se encontraba empapado en sangre cuyas manchas de formas irregulares perdían la vista de la textura que antes percibían la tela, unos lugares eran más obscuros que otros. El cuerpo reposaba con espalda en los asientos del Bentley. Aldaír cortó tiras de una camisa suya para hacer un torniquete en una de las piernas de C.J. intentando cortar el flujo de sangre que brotaba de ella.

Aplicaba presión en el pecho de la chica, cada bache e inconsistencias del terreno escarpado hacia que ambos cuerpos saltarán, entre salto y salto Aldaír perdía la zona en que estaba aplicando presión. En algún momento pudo apreciar la gravedad de la herida, gracias que en un salto este resbaló por la cantidad de sangre sobre su cuerpo, introduciendo un dedo en la misma.

Poco a poco el alba se sobreponía en el horizonte, cortando con un ligero brillo el cielo estrellado. La conductora pisaba fonda el acelerador en cuanto terminó el camino escarpado y llegaba el granito de la carretera.

.- Como vamos allá atrás…?. – preguntaba al tiempo en que miraba por el retrovisor-

.- Mal, no para de sangrar

El resto del camino pasados los 30km después de la casa, no fue más que esperar a llegar al hospital mientras Aldaír mantenía presión en una de las heridas de C.J. que aún permanecía inconsciente. Llegados al hospital, dos enfermeras se lanzaron cual buitres a la carne en el momento en que vieron llegar a un hombre alto y fornido que sostenía a una joven y delgada chica, casi bañada en sangre.

C.J. pasó del rosa sakura al blanco bond que recordaba a los habitantes de países nórdicos. Isis y la dama de antes tuvieron que quedarse en el recibidor del hospital en lo que atendían a las heridas de C.J. y preguntaban sobre cómo era que la joven terminó así.

.- Hola Isis, muy animado todo, eh? –tono de broma- . No sabía que Aldaír volvería a adquirir una nueva esclava. Se ve que es muy linda chica…oh bueno, seguro lo era antes de esto. ~Sigh~ Ignorando esto, ¿qué tal te va con Aldaír ahora que yo no estoy en casa?, ¿siguen haciendo sus “juegos” o ahora tú tienes la iniciativa?, ¿quizá es que tú no quieres dejarle?… hmm.

Isis se limitaba a mover las manos frente a ella mientras se perdía en la nada, con los ojos apuntando al piso de la sala de espera cuyos azulejos blancos adornaban parte de ella. En algún momento pudo observar a su amo caminar junto a un par de oficiales de policía en dirección a un pasillo que daba con un patio dentro del bloque de edificios junto al hospital.

La chica se dejó los ojos clavados en los oficiales por un momento, momento en el cual la voz de la mujer a lado de ella se escuchaba como si estuviese por debajo del agua, amortiguando su atención, solo, a lo que estaba en su campo visual.

Una mano le tomó el hombro izquierdo y en respuesta se fija tras de sí, para ver si alguien más estaba en el recibidor. No respondió a lo que le estaban diciendo pues ni tiempo le dio, para cuando le llegaron las palabras ella ya estaba corriendo hacia Aldaír. No le tomó más de 3 segundos en llegar a él y abrazarle al nivel de las caderas. Ambos oficiales se vieron confundidos y uno de ellos empezó a preguntar.

.- Señor A. ,¿quién es esta chica?.

.- Sigh~, es mi hija más joven.

Súbitamente lagrimas empezaron a vislumbrarse de los ojos de Isis. Los oficiales se preocuparon por un momento al verla reaccionar de ese modo. –Todo en orden señor A? – preguntaron.

.- Nada de que preocuparse, oficiales, ella suele ser bastante sentimental. Supongo le ha de haber preocupado el verme junto a ustedes después de lo que recién acaba de pasar. Ya han sido demasiadas emociones por un día. No es así?, sigh~ . No te preocupes, los oficiales solo me harán unas preguntas sobre lo que pasó.

Uno de los oficiales se acercó a Isis, bajando a la altura de ella, le intentó animarla un poco con unas palabras y tan pronto como se disponía a tomarla de los hombros esta apretó más fuerte a Aldaír, negándose a despegarse de él. Llegados a este punto la dama de antes ya se había acercado a ellos.

.- Así que ahí estabas~. ¿Podrías cuidar de Isis en lo que atiendo a los oficiales?

.- Ella también estuvo durante lo ocurrido?. – interrumpió un oficial sin avisar –. Si es el caso entonces también debemos hacerle unas preguntas.

.- Ah, si? … – respondió en tono de broma –

.- Entonces, Annie, te dejo a cargo de mi niña. Y no te preocupes princesa, tu hermana está bien, solo se quedará un tiempo en lo que mejora –eso último se lo decía a la chica mientras la apartaba y le hacía ceder la mano con Annie-

El pasillo – en general todos los pasillos – se vuelve tan frio y lleno de tedio cuando no hay gente moviéndose en él. No pasaron más de un par de horas para que tanto Annie como Isis, quedarán dormidas. Apenas el sonido de los respiradores artificiales y el medidor del pulso cardiaco servían para romper el silencio dentro de los pasillos.

En la mayoría solo estaban personas esperando a algún doctor o que diesen las 10:30 am – hora de visitas en el hospital –. Ambas chicas estaban recargadas de espalda con espalda, en un pasillo vacío, ubicado a pocos metros de la sala de emergencias. Annie estaba soñando con el goteo de una regadera. Se visualiza en el centro de un baño con la m mirada fija en ello.

E algún punto, pasa del agua translucida a un líquido negro, viscoso que muy lentamente se balanceaba en la punta de la regadera. Sin caer, pero siempre a la espera de que pase. Pasó de ser una gota asomándose de la punta a un ovalo cuasi recta, y de ello va visualizándose un punto blanco justo en medio de ello. Le causa nauseas verlo, pero no puede aportar la mirada.

*Annie* Ey~, ey~ *Annie*

.- Hmm!,…eh?!. ¿Qué fue?.

.- Nada. Ya terminaron los oficiales de interrogarme, sigues tú, pero, salieron un momento a fumarse un cigarrillo.

.- Ya veo.

.- (Cambiando de tema) Y eso que vienes a visitarme sin avisar?. Normalmente solo vienes cuando son días festivos o necesitas dinero. ¿Necesitas dinero?.

.- No~…bueno si, pero no es eso por lo que vine.

.- ¿Entonces?

.- Dejémoslo para después, ahora tienes las manos bastante ocupadas –se levanta con cuidado de no dejar caer a Isis –

.- Si, podemos dejarlo para después…

.- Debo preguntar, ¿por qué tienes una nueva?. No, espera, déjame adivinar… Madame La´vie?.

.- Te…¿molesta?. –le toma de las manos y da unos pasos a través del pasillo, sin voltear –

.- Claro!, ella siempre está haciéndote hacer cosas a su gusto. – al hacer esto se levanta de puntas, haciendo que ambas caras queden a centímetros de distancia –

.- Oye, no hagas ruido. Recuerda que es un hospital. – se giraron para recargarse en una pared, Aldaír queda con un brazo extendido tocando el relieve del muro –

.- Y bien?.

.- Que?.

.- No vas a saludar?.

.- Hmm…no es el mejor momento, sabes?. Oh, lo sabes… pero tu egoísmo es mayor a la decencia o la moralidad. Tú, hedonista malcriada.

.- Y tú por fin muestras tus colores. ¿Tan necesario es mantener el porte ante el público?… jajeje, al menos sigues siendo divertido.

.-Seguro.

Ambos se acercaron un poco el uno al otro, pero antes de que cualquier cosa pudiese pasar, uno de los oficiales entro por una puerta en un pasillo en paralelo del que ellos estaban. Alzó una mano en cuanto notaron su presencia, llamando a Annie para que saliese un momento y continuase con lo que le habían solicitado.

Ahora que Aldaír se encontraba a solas con su más pequeña “hija” – como les había explicado a los oficiales en anterioridad –, decide sentarse a lado de ella y deja que esta repose su cabeza en sus muslos. Le pasaba una mano a través del largo cabello que la chica tanto cuidaba a solas en casa, mientras él no estaba.

Se le dice “piojito”, acaricias el cuero cabelludo haciendo círculos y formas cortas alrededor del mismo. A los niños les encanta, esa muestra de afectividad, según los momentos, nos acercan. El vínculo más básico de todo ser humano, llámalo “instinto paternal/maternal”. Así pasaron minutos, que llegados a la hora por fin un doctor – precisamente el encargado del caso de C.J. – se acercó para informar a Aldaír del estado actual de su “hija”.

Más tarde, llegada la noche – una vez más – Annie toma a la pequeña y vuelve a la casa para atender la limpieza de la casa –siendo ahora más necesaria tras lo que pasó –, por petición de Aldaír, quien permanecería en el hospital un par de días en lo que esperaba a que C.J. pudiese estar en condiciones de hablar con ella.

Y así pasó, al 2do día Aldaír ya pudo entrar a la habitación de C.J. mientras esta ya le habían estabilizado además de hacer ciertas operaciones por su estado. Aunque su estado no era crítico y pudo ser controlado sin problemas, el hecho de que su cuerpo delgado y una ligera anemia producto de una falta de alimentación regular.

La habitación era fría, silenciosa – aunque interrumpida por el ritmo que daba el monitor del pulso cardiaco – y un tanto más grande de lo necesario, espaciosa como toda habitación de hospital. C.J. estaba conectada a un par de monitores y una transfusión de sangre a medio vaciar.

C.J. permanecía dormida en su cama de hospital, con sabana al cuello y la respectiva almohada tras su cabeza. En la puerta el expediente mostraba detalles de su situación actual. Pérdida de sangre importante, múltiples heridas alrededor del cuerpo, 23 puntos en 6 heridas, 4 injertos de piel, dos costillas rotas, una clavícula rota y otra dislocada. Entre otros detalles como la medicación para el dolor.

Inadvertidamente la joven abrió los ojos ligeramente, recorrió el cuarto y se veía pensativa por un momento antes de dirigir su mirada hacia su dueño, este se acercó al borde de la cama. Por un momento hubo tensión en el aire, como quien espera el primer golpe en una pelea, era obvio que algo estaba a punto de pasar – o ya estaba pasando –.

La tensión superficial del momento es tan delgada y al punto del quiebre que en cuanto Aldaír la descubrió de su sabana, ambos respiraron profundamente – uno más que el otro por razones evidentes – y la sentencia de palabras ya estaban planeadas. Una escaneada rápida de pie a cabeza y empezó…

.- Mírate ahora, como has quedado. Ahora nadie podrá ver tu belleza; estás rota. Cual cerezo en sequia te has vuelto incapaz de llegar a tu cúspide natural. No solo mi inversión se ha esfumado, de hecho, bueno fuese si solo hubiese sido eso – aunque las palabras eran fuertes y claras, no llegaban a reflejar su semblante actual –.

Como escultura, sus facciones no cambiaban, más allá de gesticular sus oraciones. Cual pendiente en cuesta abajo, esta escena pasaba de la expectación al tedio pues bastó cambiar la intención del locutor para dar tal giro.

.- ¿Por qué lo hiciste?… , huir quiero decir.

¡¿?!

¿Qué clase de mal chistees este?, ¿o es acaso que se está burlando de mí?. ¿Quiere divertirse a costa mía?–pensaba la chica en silencio–

Uno podía esperar una reprimenda o un castigo, pero, ¿esto? ¿Que él, sinceramente se extrañe por el intento de huida?. Además de pervertido ¿también es un subnormal?, la joven, aunque teme del evidente poder que posee su captor, la situación le vino como un escupitajo a la cara.

Tal sentimiento de asco e insulto le daban un poder etílico, -pues momentáneo y poco real ambos son- que le hicieron dar sus primeras palabras de rebeldía en contra de su ahora dueño.

.- Agh!… (su primer intento de hablar dolió como 100 agujas en su pecho)

.- Por qué no me dejas en paz?, maldito pervertido!. Muérete, muérete ya, ¡para que pueda ser libre!,

Su momento de gloria murió rápidamente como respiraciones dan los colibrís. Aldaír se mostraba extrañado por la respuesta. Miró hacia la puerta y sin decir nada, devolvió la sabana que arropaba a C.J. y extendiendo sus brazos, coloca ambas manos alrededor del cuello de la joven chica. Esta se asusta pensando que las intenciones no son más que provocarle daño.

La mano derecha sube al nivel de la mejilla, con el dedo índice y pulgar rosa sus labios. Por temor, deja de negarse al tacto de él, mientras tanto buscaba algo que tomar para defenderse. Su mano tocó un bolígrafo que había sido dejado por el doctor hace unas horas sobre el monitor cardiaco.

.- Guarda silencio un momento y escúchame –además, esto es un hospital. No te he obligado a nada que no fuese necesario sobre tu persona, ni tengo intenciones de hacerlo. De dónde vienes no hay nada que reclamar, si acaso, una muerte lenta bajo el barro. Como ya te expliqué en su momento, no hay forma en que te alejes de mi – a menos que la opción sea morir –.

Nadie puede negar la verdad tras las palabras del hombre, ni la mujer es capaz de rechistar de ello, la joven siquiera puede opinar, pues, venida del lado de la ignorancia, ¿cómo refutar una postura si apenas se puede definir su propia situación?

.- No te tengo como adorno ni como juguete –si eso piensas. Te educaré, te daré techo y comida, todo ello gratis, ¿cómo es que esto puede ser malo?. Piensa cuanto quieras de mí, pero dame razones para castigarte y no dudaré momento alguno en cobrarte, nada que no puedas esperar ya.

Quizá las palabras llevan más peso de verdad de lo que la joven puede entender o el hecho del tacto gentil al que se sometía, a pesar de los insultos que antes profirió. Lo cierto es que la joven duda de su decisión, si ha de huir o quedarse, en ambos casos tendría que atenerse a las consecuencias.

Su cuerpo se relajó un poco y en respuesta Aldaír le soltó mientras pasaba su mano sobre el pelo de la chica, haciendo surcos sobre el mismo. Solo alcanzó a suspirar pues, ni señal de palabra le dio tiempo para cuando el hombre salió de la habitación mientras vociferaba…

.- Han sido demasiadas emociones por hoy.

Pasaron varios días antes de que volviese la chica a ver a Aldaír – para ser exactos, más de una semana –. Mientras el tiempo pasaba ella solo pudo quedarse en cama y cumplir con sus necesidades con ayuda de una enfermera en guardia.

El día que volvió a verse con Aldaír, este simplemente le dijo sobre su día de salida. Los injertos de piel y los puntos de sutura ya habían pasado su tiempo de riesgo a desprenderse o causar dolor al movimiento. Solo esperaría al día siguiente en el hospital hasta que le retiraran los puntos para irse.

Los días en el hospital fueron además de tranquilos en sumo aburridos y dieron tiempo de sobra para pensar sobre todo lo sucedido. La mañana pasó son inconvenientes, se le retiraron la mayoría de los puntos, ya podía caminar sin que los injertos de piel le incomoden o den tirones, Aldaír le recibió con un cambio de ropas más ligeras y solo bastaba con subirse al auto para ir a casa.

Sin embargo, se detuvo en los escalones de fuera del hospital, viendo hacia ambas extensiones de la calle, extrañada por la vista. Había gente en ambos extremos de la calle, caminando, con ropas simples a faltas de detalles y las casas… las casas eran de varios niveles y con detalles varios en sus fachadas. Una variedad de colores, continuos en gama, sin embargo.

Parecía ser un mundo diferente al que observó tras los vidrios polarizados en su primer día, quizá era solo que no le prestó atención a los detalles o la luz del día le daba otra perspectiva. Lo extraño de todo esto era la ausencia de rascacielos o edificios de gran tamaño que se pudiesen ver en el horizonte, una ciudad inusual. Los tres segundos más largos en estos últimos días.

Para cuando vuelve en sí, se da cuenta de la mano extendida frente a ella y este le pregunta si desea seguir mirando la ciudad no le sale más que un “¿puedo?”. Por supuesto – fue la respuesta que le dieron, pero ello venía con la condición de que fuera dentro del auto lo que es lo mismo a seguir con el plan en curso –. Y así empezó su pequeño paseo.

A diferencia de la primera vez que se subió en el auto de su amo, hoy tomó asiento en los asientos traseros donde – pegada al parabrisas – se mantuvo todo el camino con la vista hacia afuera. Aunque el tiempo no fue mucho, fue el suficiente para ver diferentes lugares distintivos, familiarizarse con algo que no fuera la casa parecía ser algo sin 2das intenciones, pero conforme se acercaba el tiempo de llegada a su destino, esta no paraba de darle vueltas al asunto y como aprovecharle su temprana vista de la ciudad.

En cuanto empezó la carretera para ir rumbo a los páramos C.J. se acomodó en su asiento un poco pues, un frio profundo atravesó el auto por las ventanas. El clima en el que llegó originalmente la joven, era el fin del verano, y con su tiempo dentro del hospital, ya se asentó mejor el clima dentro de la zona.

.- ¿Cómo vamos allá atrás?. Con frio, supongo.

.- Hmm…si, si, hace frio.

.- En cuanto lleguemos a casa te daré algo más cómodo. Annie e Isis ya están esperándonos, espero las recibas con buena cara.

Para entonces, ya habían comenzado a subir a través de los páramos donde la casa estaba ubicada. Unos ligeros temblores se sintieron en el auto debido a la irregularidad del terreno. La velocidad bajó y tras una cuesta esta gira para que la casa quede en el lateral derecho del auto –desde donde ya se podían ver a Örn, Björn, Annie e Isis esperándolos frente a la fachada-.

Aldaír pudo escuchar un suspiro pesado tras de sí, señal obvia que el día apenas estaba por empezar. A la joven le abrieron la puerta como de costumbre –o lo será más bien-, así que se quedó a espaldas de su señor. Ambos perros no parecían verse agresivos con la presencia de la chica, la reacción, sin embargo, era más propia para C.J. quien se mantiene alerta tomando una de las mangas de su señor.

Isis notó esto conforme se acercaban y en respuesta fue la primera en moverse del grupo de bienvenida, tomando de la mano a su nueva “hermana”. Aunque sin ganas, realmente, pues su cara mostraba una ligera desaprobación, como si más un regaño fuese el acto en sí. Annie tampoco perdía su tiempo en solo quedarse parada, se lanzó sobre los hombros de Aldaír y, como si ajena de este mundo fuera, hizo una escena con un “beso francés” casi sin invitación.

Ambos perros no se sorprendieron ante la reacción de la mujer y solo dieron un ladrido al unísono, como de un saludo formal y dieron media vuelta para volver a la casa. Ambos adultos en cambio, fueron al cuarto de bajo de las escaleras. Viéndose a solas las dos chicas y que los perros no se veían cerca, C.J. intentó hacerle conversación a Isis, pero, a pesar de su insistencia, ella solo se limitaba a negar o asentir con la cabeza lo cual le hizo enfadar –mayormente por la frustración-.

Así que dejó de darle vueltas al asunto y preguntó “¿por qué no me hablas?”, siendo que cada vez que se ha presentado la ocasión, esta solo ha respondido con gestos o se muestra inerte. Se han estado escuchado ruidos por la casa, provenientes del cuarto bajo las escaleras y por fuera –siendo los perros en esto último-.

Por un momento a Isis se le cambió la cara y volteo a todas direcciones. Vuelve a tomar de la mano a su hermana, con la excepción de que en esta vez era ella quien le guio en dirección a la cocina. Le baja para estar en cuclillas y empieza a abrir la boca, introduce dedo índice y pulgar. Para cuando estos dos dedos se extienden se logra ver…

.- ¡¿No tienes lengua?!

Casi caen ambas cuando la más joven en un intento por cerrarle la boca a la otra se extiende con las dos manos y esta le muerte un dedo al desbalancearse. Aunque las ganas una eran preguntar infinidad de cosas al respecto y la otra de preocupación por no alterar la paz dentro de la casa, lo que robaba toda opción de acto era que Björn entro a la cocina sin que ellas lo notaran.

Ambas se veían a sí misma como si de ladrones atrapados con las manos en la masa. Pero no era el caso, el perro simplemente pasó por la mesa y tomó una bandeja de comida para perro –valga la redundancia-. A este le sigue Örn, quien venía corriendo del patio de la casa, quien también las ignoró. Un momento incómodo para ambas chicas.

Tras esto intentaron seguir la conversación que, en un principio, fue por demás infructífera. A una se le ocurrió escribir notas de la conversación en una libreta, así Isis podría responder más rápido y de forma que se le entendiera. Cual fue la sorpresa al saber que no sabía escribir o leer la joven –tampoco es que C.J. fuera una chica del todo formada al respecto- , siendo lo poco que se pudo hacer por el momento.

-“Te educaré, te daré techo y comida, todo ello gratis”-, recordó un momento la joven y la pregunta de si era posible que Aldaír no le ha enseñado a Isis era menester hacerle. El resto pasa sin más problema, ambos adultos volvieron tras un par de minutos y la comida empezó a hacerse.

Se escucharon pasos subiendo escalones dentro de la casa, acompañados por risas y un murmullar que denotaba la diversión en el tono. Siendo el señor de la casa y su invitada –quien hasta ahora se limitó a interactuar casi en su totalidad con el-. Ambos se veían empapados en sudor –¿que era el lugar de abajo y porque están tan sudados? -.

En cuanto se encontraron con las jóvenes, estas ya estaban recobradas en su posición de pie, la mujer les tomó de ambos rostros e intentó hacer que se besaran. Esto les hizo extrañarse –y asustarse por igual- haciendo que hasta Isis le intentará hablar para reprimirle de su mala “broma”, ambas jóvenes compartieron la mirada de disgusto, pero quien primero les respondió tras el acto fueron solo unas risas de parte de la invitada.

Pronto se sabría que este tipo de hechos se repetían cuando Annie estaba cerca, en un constante bullying más bien del proceder de un niño puberto que el de un adulto ya maduro. Mientras tanto Aldaír fue encendiendo las hornillas para preparar la cena. Y ya con las 3 chicas sentadas en su lugar, les vino la pregunta.

.- Y que desean las chicas hoy para comer?…

.-Chicas?…muy gracioso.

.- Bueno, bueno…niñas será entonces. –Annie le lanzó un ligero golpe al hombro-

.- Siendo que nuestra pequeña recién ha vuelto del hospital y que ya de por si estaba un tanto mala, algo de carne y grasa vegetal será buena idea. Además, se me antojó un helado.

En lo que se dispone a preparar la comida, Annie estaba mirando a C.J. . El refrigerador ya había varios filetes de pescado cortados a medio congelar y varias verduras, Aldaír tomó ambos pescados para colocarlos en el fregadero haciendo que el agua caliente fluya sobre estos. Varias porciones de zanahoria y calabaza las lava en el 2do cuadro del fregadero.

Annie ya “escaneo” a C.J. con los ojos por un rato, esta a pesar de haberlo notado no le tomó importancia, pero, ahora que se levantó de la mesa y le encontraba tras de sí, cambia un poco la cosa. Isis sigue, como en un principio, mirando solo a Aldaír, ajena del mundo que le rodea. Era algo incomoda la situación.

Los dedos se deslizan por el camisón de la chica, el tacto era como el de una serpiente, buscando algo, que quizá esté o no, cuestión que este sube y baja haciendo círculos en toda su extensión delantera. La joven siente los dedos tibios y el tacto suave le hace retorcerse un poco como respuesta.

Los vegetales los lava con sumo cuidado después de haberse lavado sus mismas manos, tira a un bote ubicado al lado de sus pies las tiras e imperfecciones superficiales de ambos vegetales. El agua que calienta los filetes poco a poco va llenando el fregadero durante esto último.

Aunque es evidente la negativa por el tacto de Annie, esta no la suelta ni deja de rebuscar sobre su cuerpo, sigue sin decir el por qué de su constante tacto. Con ambas manos arriba toca ambos pechos de la joven, carentes de desarrollo, sin bello en todas las zonas erógenas como era de esperarse para una chica lampiña.

Los cortes proporcionados por una hoja wüsthof inoxidable, primero en diagonal, luego un corte recto de frente, los rueda por la mano izquierda y vuelve a cortar para dar formas semi-cuadradas. Cierra la llave de agua caliente, esta se queda por el borde siendo que el fregadero estaba tapado por un corcho.

Baja un poco la mano derecha y toca el costado por encima de las caderas, ahí se siente una irregularidad en la piel, una línea que curvea desde la esquina de la pelvis más cercana a la superficie – cresta iliaca -, sube un poco y la vuelva a sentir. Esa “irregularidad”, estuvo a un par de centímetros de llegar a su seno derecho de forma en que lo abriese de par en par.

Hay una botella con aceite de oliva en una de las repisas y algo de orégano ya preparado en bolsas plásticas por debajo de la caja para botellas en el refrigerador. Los filetes ya se han descongelado en su totalidad, ahora el exceso del agua solo le faltaba ser echada aparte. Tomando un rollo de papel aluminio lo extiende y corta tiras largas de este, va colocándolas de a tres en la extensión de la barra de cocina.

Se cansa de darle tacto a su imperfecta piel y ahora baja la izquierda deslizando, en un punto la chica gime y se contrae por una punzada en ese costado. Algo estaba roto ahí, se podía sentir una piel dañada, anormalmente suave, así que no le sigue tocando más…en su lado frontal.

Tomando los hombros de la chica le hace inclinar un poco hacia adelante, lo cual hace que esta recargue los codos en la mesa y vuelve a gemir, pero en ahora no fue por las punzadas de su costado, esta vez era por el ligero apretón que le hacían en un hombro. En esta ocasión Annie no devolvió la mano, en vez de ello decide apretar con intención de repetir la reacción de la joven.

Sin tapujos ni una pisca de culpa alguna, le dice a la joven que disfrutaba como gemía y se contraía, con una voz que siseaba, alargando la oración más de lo que se necesita, no pausada, que eso reflejaría otra intención en 2do plano. No, ella quería ser directa pero no cínica –aunque a los ojos de C.J. fuese lo contrario-.

Las verduras ya cortadas, el pescado vaciado de su exceso de agua y con cucharadas de oliva, tomadas de la botella que antes estaba en una de las repisas superiores, va esparciéndolo con los filetes sobre el aluminio. Ahora que los filetes ya se han bañado ligeramente con el aceite de oliva le pone orégano seco sobre ellos antes de hacerlo con las verduras.

El ultimo toque era cebolla que previamente fue cortada con tajos diagonales en sus bordes y luego en su extensión. La pimienta solo fue un agregado. Ahora que terminó de preparar para su empapelado 3 filetes de pescado, procede con otros 3 antes de colocarlos en la plancha.

.- Quítate el camisón. –ordenaba Annie-

.- Que?.

.- Quítatela, que no escuchas, es que los perros aparte de dejarte inservible ¿también te dejaron sorda?…

Por donde se le viera, la invitada no era su dueña ni mucho menos posee poder sobre la chica. Aldaír tras verse entretenido en la cocina ahora puede prestar mayor atención a la escena que tenía detrás y solo molestaba su concentración en los cortes de la comida. Siendo que su niña estaba siendo tocada más allá de lo permitido aun para sí mismo, le ordena a Annie que deje a la chica en paz.

Esta le ignora por un momento y toma su ultimo uso de su posición, baja ambas manos más allá del camisón, buscando la entrada entre la tela de los bike-shorts. Por supuesto que a medio camino la chica entendió la intención de esto, en cuanto encuentra la frontera de la prenda y esta mano entra, aprieta, cual si se tratara de una pelota de tenis y se desliza hacia sí misma. Hubo un pequeño salto de ambas, una con piel de gallina y la otra con risas en el costado.

Mientras Annie se llevaba los dedos a la nariz, el antes cocinero se dispuso en un paso largo hacia ella y con ambas manos alzadas le rodea el cuello para asfixiarla. Los dedos no se entrelazan, apenas se tocan, ambos pulgares sí que se sobre ponen el uno al otro. Hubo un cambio en la atmosfera del lugar, los pies de la mujer se desprenden del suelo y el piso de madera crujió por el peso abrupto.

.- ¿He de pedirlo con un “por favor” o insistir en solo ordenártelo? – la cara de la mujer empezó a decolorarse en un azul poco nítido, pero lo suficiente como para notarse el cambio –

Y así avanzaron los segundos. Una vena en la frente por la presión “saltaba”, los brazos de Aldaír se engrosaban por a poco al ir generando más y más fuerza, mientras que la invitada solo sonreía viéndole de frente. Disfrutando la situación pese a ser peligrosa, el hombre se sintió insultado, creyendo que no se le estaba tomando en serio, así que apretó con mucha más fuerza que antes y rápidamente los vasos sanguíneos rebotaron en la cara de la mujer.

Los ojos se fueron perdiendo en el vacío inexistente del cuarto. Ahora no era un simple azul cobalto, ahora el rostro poseía un tono rojizo y el cuello se estaba contrayendo más allá de lo posible. En cuanto se pudo sentir que las vértebras del cuello estaban cediendo para la asfixia y se deja caer el cuerpo al piso. Recordando que estaba suspendido en el aire todo el tiempo.

La situación pasa sin mayor problema pues, a Isis le es indiferente lo que hace su amo si no le compete a ella, C.J. de cierta forma le tomó gusto al acto gracias al acoso que ya fue víctima de la invitada y ya de último, la misma invitada tras un par de minutos de recobrarse en si – producto de la perdida de la conciencia momentánea en el último momento de la asfixia -, le reprochó por no ser más agresivo, le pedía que fuera más asertivo.

Y así la cena estaba lista, los filetes de pescado empapelados ya se hacían sobre los platos. No hubo mayor movimiento en el resto del día. Todos durante la cena no hicieron más que comer y hacer una que otra pregunta sobre la preparación del platillo, solo a una persona no le supo tan grata la comida. Pues la garganta aun le dolía y el sabor a flema por la tos que tuvo unos momentos antes le hacían perder cierta sensación de sabor.

La segunda y última parte de esta comida llegó varios minutos después. Se había sentado el hombre a ver televisión después de haber dado porciones de helado mixto en pequeños bowls de porcelanato al resto de las chicas. Y ya con Isis en su regazo se dispone a ver televisión en la sala contigua. Esta chica casi ni toca su porción de helado así que se derritió un poco el borde, ya se estaba quedando dormida de forma placida sobre aquel regazo.

Siendo que para entonces las otras dos chicas se encontraban en sus cuartos respectivos, a Aldair solo le quedaba esperar a que el partido de voleyball terminará para poder retirarse e irse a dormir. O ese era el plan en una primera instancia, si no fuera porque Isis empezó a pasar sus brazos delgados a través del pecho del hombre.

Algo dormida pero lo suficientemente despierta como para hacer esto por decisión y no producto de un sueño nítido que le hiciera moverse fuera de este. Empieza a hacer surcos en el cabello de la joven, esta se vuelve en dirección a la mano y la baja para que toque su rostro y empieza a chupar el dedo índice. Gira un poca la cabeza en dirección a las escaleras y no ve a nadie, solo se escucha la regadera del baño del 2do piso – alguien estaba tomando una ducha -.

Tomando de las caderas a Isis la levanta para sentarla en sobre las piernas y esta va besándolo mientras agita un poco las caderas, pegando cada vez más la pelvis contra su cuerpo. El sofá rechina un poco, en el partido suena el silbato marcando el final del juego y en las escaleras alguien va bajando.

Abruptamente para Aldaír y se vuelve en dirección a las escaleras, era Annie quien llevaba un vestido para dormir de encaje, color morado semi transparente en que se podía ver la ropa interior a juego con bordados. El cabello estaba aún mojado, dejando caer algo de agua sobre la madera oscura de la casa. La más pequeña tuvo su momento ahora era tiempo para la verdadera acción.

Por fuera el viento era más violento que de costumbre, el aire dentro y fuera de la casa empezaba a volverse más frio haciendo que pequeñas nubes de vapor saliesen de las bocas de todos. Había un búho en las afueras de la casa, un árbol que tocaba casi la cúspide de este – a través de la ventana del cuarto de las chicas podía llegar a verse, unos ojos amarrillos que brillaban en la oscuridad -.

La luna ya había pasado su punto más álgido en el cielo oscuro. Donde antes la madera rechinaba por la humedad que cayó de las puntas de una mujer, ahora era pisada por una niña carente de sus atributos – ¿qué tan lejana puede estar si el espacio real es tan corto? -. Somnolienta y con nada más que el camisón para dormir, va bajando los escalones de la entrada principal.

Habría bajado para tomar algo e ir al baño, lo primero ya estaba hecho, confundió la llave del grifo y abre el agua fría, se despierta en su totalidad de forma repentina. Ya más consiente, usa una silla para poder llegar a la repisa sobre el fregadero, luces se ven por la ventana mientras va bajando con baso en mano. Algo extrañada va acercándose a la puerta de la entrada, nota a Björn en la punta de las escaleras en alerta lo que le hace a ella misma prever que algo no estaba bien.

Se alcanza a escuchar el rugido de un motor de alto poder, cuando para puede escuchar pasos firmes y de peso golpeando la madera conforme algo se acerca a la puerta. Alguien está tras la puerta, Björn se coloca a lado de la joven y se prepara para saltar sobre lo que venga. No hay toques en la puerta, ni presionan el timbre – ¿tienen llave?, no deberían poder entrar sin más – . Hay un ladrido y la perilla empieza a girar.

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